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04 de mayo de 2024

Concierto en el Auditorio Nacional

Concierto en el Auditorio Nacional

El Auditorio Nacional se hace cine ante un público en pantalones cortos

La Film Symphony Orchestra ofreció un único repertorio con algunas de las mejores y más conocidas bandas sonoras de la historia del cine

¿Se puede ir a un concierto de música clásica en pantalón corto, en camiseta y en zapatillas de deportes? En 2023 sí. No es que se haya perdido la etiqueta, puesto que no se exigía, pero algo se ha perdido que va más allá de una indumentaria mínima.
Vale que el director iba como Neo, el de Matrix, pero al mismo tiempo muy apropiado porque era un concierto con un repertorio de bandas sonoras de películas: la Film Symphony Orchestra, que empezó sin emoción con Skyfall, de James Bond, un tema menor ante El Capitán Blood de Erich Wolfgang Korngold. Llegó el Alex North de Espartaco, que subió el tono con la música del amor del gladiador Kirk Douglas y la esclava Jean Simmons.
Uno pudo ver cuando se encuentran en la noche, después de la huida, bajo la luna, incluso a pesar de los pantalones cortos, oscurecidos en la platea. Una trompeta apareció en el espacio. Era la deriva del Apolo XIII y el recuerdo de unos Estados Unidos que ya no existen sin su heroísmo hollywoodiense, sustituido lamentablemente por su wokismo hollywoodiense.
En realidad, todo el espectáculo era un homenaje a la maravillosa música de la que un día fue la meca del cine, que volvía, en Madrid, con El Padrino de Nino Rota, los recuerdos de generaciones que crecieron con los Corleone, Vito robando una alfombra con Clemenza y don Vito llorando por su hijo Santino. Michael casándose en Sicilia con Apolonia, y Apolonia muriendo y Michael regresando a Nueva York con Kay, la novia a la que dejó después de matar a Solozzo y al policía McCluskey, que a todos, cuando éramos niños, nos dio un puñetazo en la cara.
Harry Potter y el Cáliz de Fuego, suites, marchas y valses de Patrick Doyle para volar, luchar, enamorarse y jugar al quidditch. Desayunar con diamantes con Henry Mancini, ver a Obi Wan Kenobi como lo veía Luke Skywalker en Dagoba y despedirse en una suerte de apoteosis infantil otra vez con John Williams en busca del arca perdida, en el templo maldito o en la última cruzada que en realidad no fue la última.
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