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El Madrid de Ancelotti golea a ritmo de marsellesa

El Madrid de Ancelotti golea a ritmo de marsellesaEFE

Real Madrid 6-1 Real Mallorca

Soberbia exhibición de talento en el Bernabéu

La novedosa orquesta de Ancelotti interpreta una joven sinfonía para soñar

Esas palmas antiguas y el canto de ¡Madrid! ponían la música inicial en lo que apuntaba a ser una divertida película de adolescentes. Casi al instante Alaba se dolía del tobillo que después se examinaba con circunspecto gesto de doctor experimentado. Nada grave cuando apenas unos segundos después un fallo de Gayá dejaba a Benzema enfilado para marcar de tiro cruzado. 

Habían pasado sólo dos minutos y la película de adolescentes se ponía divertida de verdad, con Kubo controlando un pase largo por la derecha para escaparse un metro de Nacho con esas piernas tan particulares moviéndose como un cortacésped.

El detalle que nos levanta de la silla, como los anteriores, lo ponía Asensio casi marcando de córner directo. El ordenado bloque mallorquinista no conseguía avanzar debido a la pared con grafitti donde ponía “Valverde”, en la que rebotaban una y otra vez para que la pelota acabara llegándole a Vinícius, cuyo poso es ya como el culito de vino ese que nos sienta tan bien. 

Vinícius conduce el balón.

Vinícius conduce el balón.AFP

El talento presentado por el Madrid estaba en el aire, como el amor, donde Asensio volvía a ser el de las escuadras de Barcelona, y Classmavinga el de siempre, o sea, el de antes de ayer.

Kubo encerrado y el centro del campo visitante asediado por los medios y por los lados y hasta por el cielo nos mostraba que, de verdad, tal y cómo nos dijo él mismo, este Carletto enamorado de Madrid y del Madrid tiene seis años más de experiencia. No se vendían los islistas y el tacón de su coreano le daba por primera vez un poco de Kang In a Courtois, movimiento que propició el remate que se fue alto, por poco, de Lago.

Militao aparecía lejos de sus dominios para presentarse a todos como el jefe del barrio y el talento, sólo el talento, como a borbotones, provocaba que Asensio marcara sin solución. Vinícius, Rodrygo y Asensio. El amor debió de producir una congestión en el aire que dio paso a unos minutos de frenesí futbolístico con el gol de respuesta de Kang In.

La seriedad de un Madrid adolescente

El Mallorca reducía distancias, pero la seriedad de este Madrid 2021, pese a la adolescencia, dibujaba un “7” al revés entre Militao, Benzema y Asensio, que inmeditamente anotaba el tercero para los blancos, el segundo de su cuenta. La concentración madridista, el rigor céntrico, casi eclipsaban la frescura del talento omnipresente, dibujado en esbozos emocionantes por Federico, Eduardo, Rodrygo y Marco, y sublimado por Vinícius en un quite por cañerías.

Lo de Vinícius pareció un abuso en una carrera por la izquierda que se llevó a cinco mallorquinistas colgando como a peces. Qué Madrid tan conmovedor. No hay que perderse nada, ni una sola lágrima. Y todo contra un oponente fuerte, bien dirigido, y también lleno de talento.

La segunda parte comenzó como estaba la primera. Movimientos desequilibrantes del interesante Kang In, que siempre avanzaban la contestación madridista. Hasta Carletto controlaba en la banda un balón suelto, así, con corbata y traje. Vinícius mareaba a toda la defensa visitante y fallaba lo fácil, eso dicen los entendidos, en boca de gol. Marcaba Benzema el cuarto tras una cuchillada de Rodrygo. No iba a subir al marcador por entender el árbitro que previamente el francés había empujado al defensor.

Asensio y Benzema.

Alaba, Asensio, Vinícius y Benzema.AFP

Pero daba igual. El Madrid era una máquina expendedora de goles. Asensio buscó en la playa un sitio por donde zambullirse y lo encontró de ajustado disparo con la izquierda. Plaza le mudaba la piel a su equipo con tres cambios de sopetón. Se marchaba Eduardo ovacionado, ¡qué jugador!, y saltaba a la yerba otro ilusionante Antonio Blanco. Más cantera o el honor de Carlo. Vinícius cuando corre lo hace como Michael Johnson, con el tronco muy erguido y las piernas a mil revoluciones. Parecía dormirse el partido de tanta intensidad anterior, como imposible de sostener, pero aún quedaban ramalazos de esfuerzo y brillantez por ambos bandos, sobre todo por el local.

Miguel Gutiérrez apuntaba el pase desde fuera y cambiaba de objetivo como una ametralladora de posición que siempre hubiera estado allí. Salieron Isco por Asensio y Lucas por Rodrygo. El Mallorca se acercaba con peligro, aunque era como si no importase. El quinto cambio a la desesperada de los bermellones iba a dar paso a un muletazo hondo por bajo de Isco, que levantó a la plaza, y luego Alaba, el quarterback, vio a Benzema, el receptor que se llevó la pelota con la espalda para electrizarnos y anotar el cinco a uno en medio del delirio que no iba acabar ahí.

Otra vez Alaba lanzaba para Vinícius, que no se cansa nunca, pero paraba, miraba y veía a Isco, una cápsula de salvamento de balones, colocado para rematar. Allí la mandó y al primer toque el malagueño marcaba el sexto ajustado al palo derecho. Salvaba Courtois, por si faltaba algo, y remataba dos veces el recién amanecido Jovic, una de ellas a pase del joven Sergio Santos. Después de Jovic, otra vez, como aturdido por la sucesión de ocasiones, el casi imberbe espectáculo terminó .

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