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26 de abril de 2024

John Stockton, en primer lugar, rodeado, de izquierda a derecha, por Christian Laettner, Clyde Drexler, Chris Mullin, David Robinson, Scottie Pippen y Patrick Ewing durante la ceremonia de inclusión en el Salón de la Fama

John Stockton, en el centro, rodeado, de izquierda a derecha, por Christian Laettner, Clyde Drexler, Chris Mullin, David Robinson, Scottie Pippen y Patrick EwingGTRES

Stockton, el mítico base de los Jazz que asegura que la vacuna ha matado a millones de personas

Cumple 60 años uno de los grandes jugadores de la NBA, a quien su universidad, Gonzaga, le impide la entrada a los partidos por negarse a usar mascarilla

John Stockton formó junto a Karl Malone una de las mejores sociedades de la historia del baloncesto. Quizá la mejor. Malone es el tercer máximo anotador de siempre en la NBA y Stockton el máximo asistente. Buena parte de los puntos de Karl se los puso en bandeja John, y buena parte de las asistencias de John las hizo posibles Karl. Una de las frases más características de los locutores en aquella época fue: «Stockton to Malone».
Algo en lo que Karl Malone no tuvo nada que ver en John Stockton fue que el de Spokane, en Washington, se convirtiera también en el máximo ladrón de balones de todos los tiempos. El duro base estadounidense consiguió jugar los 82 partidos de temporada regular en 17 de sus 19 años en los Utah Jazz, el único equipo para el que jugó y que, mientras él lo dirigió, siempre alcanzó los playoffs. Un camino que culminó en dos finales consecutivas en 1997 y 1998, ambas perdidas contra los Bulls de Michael Jordan.

«Nadie pensó que iba a ser tan bueno»

Casi podría decirse que acabar su carrera sin el anillo se correspondía con el aparente estoicismo y sobriedad de su juego y personalidad bajo la que se ocultaban cuadros impresionistas, como si el hecho de ser campeón hubiera podido alterar la esencia de su brillantez y de su leyenda. La perfección sobre el parqué y un ascenso al reconocimiento que le llevó cuatro años desde su debut en la liga. «Nadie pensó que iba a ser tan bueno», dijo su primer entrenador en Utah, Frank Layden. «Nadie. Pero la cosa era que no podías medir su corazón».
John Stockton durante un partido

John Stockton durante un partido

Stockton parecía un hombre recto, como su flequillo, jugando a baloncesto. Su figura solamente avanzaba y se estiraba mínimamente en la bandeja. Nunca perdió la compostura, ni siquiera en el estilo. No se pasaba el balón por debajo de las piernas. Tan solo botaba de arriba a abajo. John Wooden, el famoso entrenador de UCLA, dijo una vez que Stockton era el jugador de la NBA que más disfrutaba viendo y el único que pagaría por ver.

El público quería ver los pases sin mirar de Magic Johnson (¡y quién no!), y no se fijaba en los de Stockton, que siempre lo miraba todo

El público quería ver los pases sin mirar de Magic Johnson (¡y quién no!), y no se fijaba en los de Stockton, que siempre lo miraba todo. John fue una de las elecciones de primera ronda del inolvidable Draft de 1984, con el puesto 16. Por detrás de Olajuwon, Jordan, Barkley, Sam Perkins y once jugadores más, como Michael Cage y Alvin Robertson. Desde la pequeña universidad, Gonzaga, de su pequeña localidad natal, Stockton llegó hasta la NBA sin hacer ruido a pesar de los 21 puntos y 7 asistencias de media en su último año académico.

Dominio absoluto

Con menos de veinte minutos por partido en su primera temporada a la sombra del base titular, Rickey Green, ya en la segunda, cuando llegó Malone, se comprobó el gran potencial y las posibilidades del comedido base washingtoniano, quien, sin embargo, esperó hasta su cuarto año para hacerse con el dominio absoluto, en un aprendizaje profundo y constante, de la nave de Salt Lake City.
A sus mandos lo consiguió todo, o casi todo. Prestigio, admiración, récords o excelencia. Considerado un gran jugador ofensivo y defensivo. All Star. Miembro de los mejores quintetos del año durante más de una década (dos veces en el primero), solo le faltó dar a los Jazz el campeonato que, como se decía antes, quizá hasta era lo necesario para no descomponer su figura pequeña y nervuda y al mismo tiempo enorme.

No he cambiado nada. Ni siquiera he cambiado el largo de mis 'shorts'

Pero al hombre que en su despedida afirmó no haber cambiado nada. «Ni siquiera he cambiado el largo de mis shorts», hace unos meses su universidad le prohibió entrar a los partidos por negarse a usar mascarilla, una postura que se extendió en sus declaraciones: «La vacuna ya ha matado a más de 100 deportistas profesionales, así como miles, quizás millones, de personas. De hecho, creo que ahora mismo el número de deportistas es mayor. En lo más alto de sus carreras y muertos por culpa de estar vacunados».
El periodista Sam Smith dijo de él que lo hizo todo sin fanfarria, pero de algún modo la fanfarria parece haber terminado por alcanzarle como si, con razón o sin ella, hubiera empezado a botar por primera vez el balón entre las piernas.
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