La historia de nunca acabar con las obras del Camp Nou que ha dejado de preocupar a Laporta

Las obras del Camp Nou son un tema tabú para Joan Laporta y su directiva. El FC Barcelona esperaba poder jugar sus partidos como local en su casa a partir del pasado mes de noviembre, pero los meses han pasado y el equipo sigue en Montjuic. La otra fecha dada era marzo o abril, pero todo ha seguido igual y ya se habla de acabar ahí el curso e intentar empezar el próximo en el Camp Nou, aunque no hay nada confirmado.

Desde la dirección azulgrana planean solicitarle a LaLiga poder disputar los tres primeros encuentros de la competición como visitantes —un favor que le han concedido a numerosos equipos— y ya después jugar en su estadio. Según deslizan desde el Barça, las obras ya avanzan a buen ritmo y debería dar tiempo a que el campo estuviese apto a principios de septiembre. Es decir, Laporta ha optado por aplazar el problema y dejar de preocuparse ahora.

Lo último que se sabe de las obras es el vídeo que publicó el Barcelona hace dos semanas con el título: «Progreso increíble. Nuevo Spotify Camp Nou». Ahí se ve que ya hay bastantes asientos instalados, que las gradas presentan un aspecto reconocible y que poco a poco va cogiendo forma. No obstante, uno de los fondos está sin hacer, la cubierta no se empezará hasta 2026 y el terreno de juego continúa lleno de grúas.

Por todo esto se da por hecho que será complicado que el Barça regrese al Camp Nou esta temporada para disputar los últimos partidos de la Liga. Es cierto que las tuberías para el regadío del césped están ya casi instaladas y el sistema de drenaje ya funciona. Es más, hasta se habla de plantar el tapete verde en marzo, pero las gradas parece que van a llevar más tiempo.

Los errores de Laporta

El silencio de Joan Laporta dice mucho. Cuando las cosas han ido bien, el presidente del Barcelona ha sido el primero en pregonarlo, pero cuando no marchan como desea opta por no decir nada. Esa es la mayor prueba de que el campo tiene complicado estar listo para este curso y además no parece que sea una de las grandes preocupaciones del presidente viendo que puede alquilar Montjuic hasta final de temporada después de que se cancelaran los conciertos previstos.

Además, la venta de entradas, que no bajan de los 100 € no está yendo tan mal como se pensaba y está sirviendo para paliar algo los daños económicos de estar ya en Montjuic, toda vez que esas sanciones que recibiría Limak si no cumplía con los plazos de las obras se han quedado en papel mojado. Montjuic sigue sin llenarse, pero hay más gente que el curso pasado.

Sea como sea, lo que ha reflejado el tema de las obras es que Laporta no hizo bien los deberes en este apartado. Confió la obra a la constructora turca Limak, sin apenas experiencia en estadios de fútbol. Solo había llevado a cabo el Mersin Arena de Ankara, con una capacidad de 25.000 espectadores. Nada que ver con un proyecto como el del Camp Nou.

De hecho, pronto quedó demostrado que Limak minusvaloró la dimensión de las obras y en seguida tuvieron que cambiar el plan inicial. Se enquistaron las dos primeras gradas del estadio y tuvieron que retrasar los plazos de todo, incluido el de la entrega final, que se esperaba para verano de 2026. Además, desde el principio hubo problemas para encontrar mano de obra cualificada y los salarios son muy bajos, lo que hizo que la mayoría vinieran del este de Europa y el norte de África.

A todo esto se le suman los problemas con las licencias. Es más, parece claro que cuando quieran reabrir –septiembre si todo sale bien– necesiten el visto bueno del Ayuntamiento de Barcelona y de los Bomberos para que no haya ningún riesgo. Las obras seguirán, como ocurrió en el Bernabéu, pero la gente ya podrá entrar. Eso sí, no habrá ni rastro de la cubierta de 48.000 metros cuadrados, elemento estrella de la obra, hasta 2026.