La revolución de la Federación en el arbitraje no funciona: mismo ruido y colección de desastres en el VAR

Tan solo llevamos tres jornadas de LaLiga y ha sido suficiente para saber que nada ha cambiado en lo que a árbitros se refiere. Rafael Louzán llegó a la presidencia de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) el pasado mes de diciembre y uno de sus grandes objetivos era remodela el Comité Técnico de Árbitros (CTA), que seguía con Luis Medina Cantalejo al frente, el último barón del rubialismo.

Nada más ganar las elecciones ante Salvador Gomar, Rafael Louzán supo que tenía que atacar este problema con los árbitros, pero decidió esperar a que finalizara la temporada. Lo hizo porque sabía que el lío ya estaba montando y, aunque la cosa fue a más con actuaciones esperpénticas como la que sufrió el Real Madrid en Cornellá o la rueda de prensa de los árbitros en la previa de la final de la Copa del Rey, no era su CTA y así aplazaba el problema.

Una vez terminada la temporada, el mandatario gallego se vio obligado a mover ficha y cesó a Medina Cantalejo, jefe de los árbitros, y también a Carlos Clos Gómez, responsable del VAR. Quitó así a las dos cabezas visibles y además reformó la estructura nombrando presidente a un desconocido Fran Soto. Un árbitro que nunca había pitado en el fútbol de primer nivel y que su trayectoria profesional destacaba sobre todo en el ámbito del Derecho, pues es asociado al famoso despacho Garrigues.

Hasta la fecha, el cargo de presidente del CTA siempre lo había ostentado un exárbitro de Primera División. Desde que está el VAR han sido primero Velasco Carballo y después Medina Cantalejo los jefes de los árbitros. Sin embargo, Louzán quiso cambiar esta tradición y nombró «un perfil técnico» mientras que Fernández Borbalán (responsable técnico) y Prieto Iglesias (responsable VAR) son los exárbitros conocidos que mandan ahora.

Nada ha cambiado

Explicada ya la reforma que han hecho Lozuán y Soto, la realidad es que todo sigue igual... o peor. Las tres primeras jornadas de LaLiga han tenido infinidad de polémicas y muchas de ellas evitables. Nada nuevo, pues las únicas novedades en los colegiados han sido cosas insignificantes. Dejar de llamarles por los dos apellidos para hacerlo por su nombre y primer apellido (de Gil Manzano hemos pasado a Jesús Gil) o que las designaciones arbitrales se dan a conocer el día de antes del partido y no todo el jueves.

La primera de ellas se hizo para «humanizar» a los árbitros y la segunda para quitarles presión, pero lo cierto es que no han solucionado ningún problema. Llevamos tres jornadas e incontables escándalos, siendo los más sonados los que han sucedido en partidos de Real Madrid, Atlético de Madrid y FC Barcelona. Es verdad que son los equipos más mediáticos, pero también lo es que las cosas que han sucedido son de no creer.

La primera jornada vimos el show de Munuera Montero en Son Moix al no parar el juego tras un golpe a Raíllo en la cabeza y que Ferran lo aprovechara para hacer gol. Se saltó por completo el protocolo que explicaron desde el CTA tan solo dos días antes y eso le ha costado el neverazo. Después, también con el Barça como protagonista, se ha visto un escándalo de dimensiones bíblicas en Vallecas cuando se pitó como penalti un piscinazo de Lamine Yamal y no se pudo corregir porque el VAR estaba roto. Sí, inexplicable que sucediese esto, pero la tecnología no funcionaba y aquí nadie ha dado explicación alguna.

También escandaloso fue que, con el VAR, esta vez sí funcionando, González Fuertes se tragó un fuera de juego de más de medio metro de Giuliano Simeone y no indicó al colegiado de campo que debía anularlo. La confusión llegó porque se centró en analizar si había mano del argentino y no se dio cuenta de que estaba adelantado porque aunque había un defensor por delante, el portero no lo estaba y deben ser dos jugadores. Tampoco se han dado explicaciones pese a que Fran Soto prometió que se darían tras cada jornada.

Lío con el Real Madrid

Por último, cabe destacar el enfado del Real Madrid por los tres goles que le anularon en el partido ante el Mallorca. Dos de ellos fueron por fuera de juego y no queda más remedio que confiar en la tecnología (cuando funciona). Ahora bien, el de Güler se anuló por interpretación del VAR y no del árbitro de campo, ya que la mano del turco no fue inmediata, que es lo que dicta el reglamento.

De ahí que en Chamartín no crean que haya cambiado nada. Consideran que es imposible revolucionar el arbitraje español si los principales protagonistas son los mismos y además sigue dependiendo de la RFEF. El Real Madrid lo tiene claro, distintos árbitros a los que están ahora –ascendidos durante el negreirato– y organismo independiente. Dos cosas a las que se opone por completo la Federación Española.