Michael Chang, en el Masters de Cincinnati, en 1994
Medio siglo de Michael Chang, el tenista más joven de la historia en ganar un Grand Slam
Con 17 años y tres meses, el jugador estadounidense dio la sorpresa en 1989 derrotando en octavos a Ivan Lendl y en la final a Stefan Edberg
Michael Chang cumple cincuenta años, treinta y tres después (la edad de Cristo, a quien dice que debió su gran victoria) de conseguir el que parecía el primero de unos cuantos Grand Slam, que, sin embargo, fue el último. Dos años antes se había convertido en el jugador más joven de siempre en ganar un partido en un Grande, después de derrotar con quince años a Paul McNamee en la primera ronda del US Open de 1987.
Agassi confesó en su biografía que no podía creer que Chang hubiera ganado un Slam antes que él. Pequeño, niño, sin grandes armas, ni tiros, su condición de joven promesa tras el hito en Nueva York no se correspondía con su desempeño en la pista.
No tienes saque. Y desde luego no tienes un segundo servicio decente. No hay ninguna manera de que puedas hacerme daño
Un año antes de su más grande y temprano triunfo, Lendl le había espetado tras derrotarle en un partido: «No tienes saque. Y desde luego no tienes un segundo servicio decente. No hay ninguna manera de que puedas hacerme daño. Puedes correr mucho, pero más te vale desarrollar un arma que te permita sobrevivir en la pista cuando juegues conmigo. Si no, seguiré haciendo contigo lo que me dé la gana».
Aquello fue combustible para el tenaz tenista adolescente. En los octavos de final del año siguiente en Roland Garros se topó con el checo, que le ganó los dos primeros sets con solvencia. En el tercero, y pese a llegar a ponerse Lendl con rotura por delante, Chang se clavó en el fondo de la pista y remontó para hacerse con el parcial.
Calambres y bolas altas
Pese a esto, Lendl siguió con el plan establecido, mientras Chang se acalambraba. Sin poder moverse, empezó a tirar bolas altas a la línea de fondo. De esa forma poco ortodoxa y desesperada empató un partido cuya inercia seguía siendo para el favorito, a pesar de todo.
Nadie pensó que pudiera resistir mucho más de lo que ya lo había hecho. Pero lo hizo. El famoso saque de cuchara que hizo aproximarse al gran Ivan a la red para ser posteriormente pasado fue el principio de su fin. Chang había desarrollado de la nada el arma que su rival le requirió con soberbia un año atrás.
El último punto de aquel partido sucedió después de que Chang se colocara en el cuadro de saque para restar el segundo servicio del checo, que no podía comprender aquella posición de su contrario, completamente sobrepasado. La doble falta fue el resultado de aquella audacia y el avance a cuartos del joven Chang, que en la final privó del único Grand Slam que le faltaba al sueco Stefan Edberg.
Fue el imprevisible, por delante y por detrás, hito de Chang, que pese a todo tuvo una carrera sobresaliente que para él siempre pareció decepcionante. Llegó a ser número dos del mundo y entre los años 95 y 97 fue dos veces semifinalista y una vez finalista en Australia. En el 95 fue otra vez finalista en Roland Garros. Su mejor resultado en Wimbledon fueron los cuartos en el 94. Y en Nueva York fue finalista en el 96, igual que en Australia, y otras dos veces semifinalista.
Insultante precocidad
En el 95 fue finalista del Masters y en toda su carrera conquistó la notable cifra de 7 Masters 1000 (octavo de la historia), más dos finales en Cincinnati, que ganó en dos ocasiones. Indian Wells fue su torneo con tres triunfos de ley, y una de sus mayores (y mejores) estadísticas fue que consiguió ganar 7 veces al número uno del momento (sin lograr llegar a serlo nunca), solo por detrás de las diez veces que lo consiguió Juan Martín del Potro.
Para algunos sus 34 títulos en total fueron muchos más de los que parecía poder conseguir con su juego, y para otros fueron muchos menos luego de su insultante precocidad, la más insultante de la historia hasta la fecha, puede que incluso para él.
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