Carlos Alcaraz llega a Roma como gran favorito al título
Los desafíos de Alcaraz para conquistar Roma: afianzarse en el número 1 y confirmar su idilio con la tierra
El murciano aterriza en Roma como rival a batir y debe confirmar sus buenas sensaciones para llegar a París como principal candidato
Es sorprendente todo lo que ha progresado Carlos Alcaraz en un año y medio. El murciano ha pasado de ser un buen proyecto de futuro que debía primero intentar alcanzar el top 10 y después afianzarse en esas posiciones, a ser el mejor tenista del circuito y por tanto el claro dominador del ranking, algo impensable hace solo 18 meses.
Todos los récords de precocidad que ha roto Carlitos en el circuito profesional resultan sorprendentes si nos fijamos en sus inicios como junior. A pesar de ser el único de su generación que con 15 años ya estaba en el ranking ATP, lo cierto es que en las categorías inferiores destacó, pero no tanto como lo ha hecho en el profesionalismo, y es que Alcaraz fue número 22 como mejor ranking.
Bien es cierto que fue una categoría en la que apenas participó, pero donde dejó cosas curiosas. Por ejemplo, era siempre derrotado por tenistas a los que hoy supera claramente en el ranking y que para el gran público son totalmente desconocidos, se trata de Toby Kodat (537 del mundo y Martin Damm (392 del mundo). Una demostración del duro trabajo que ha hecho el murciano, que de pequeño no solía ser el mejor de su generación.
El otro jugador que también solía vencer a Carlitos es más conocido y no es otro que Holger Rune, actual 7 del mundo y uno de los nombres que junto al del español dominarán el tenis en los próximos años. De hecho, el único enfrentamiento que han tenido hasta la fecha terminó con victoria del danés, aunque Alcaraz no estaba al 100 % y se tuvo que retirar a finales del segundo set.
No obstante, hasta la fecha Alcaraz tiene mucho mejor palmarés que su amigo Rune y en estos momentos es el mejor jugador no solo de su generación sino de todo el mundo. Un hecho que se confirmará el 22 de mayo, cuando escale por tercera vez en su carrera hasta la cima del ranking ATP, algo que hace unos años veían muy difícil la mayoría de expertos, aunque no Juan Carlos Ferrero, que desde muy pronto vio que el murciano tenía potencial para superar su carrera, una cosa que a sus 20 años ya ha logrado.
Juan Carlos Ferrero y Carlos Alcaraz con el título del Masters 1000 de Madrid 2023
El pasado de Carlitos es la perfecta demostración de que el trabajo duro suele dar sus frutos y lo que ahora le ha convertido en el número 1, un puesto donde puede pasar una temporada mucho más larga que en las dos ocasiones previas. Un buen resultado en Roma y en Roland Garros le harían asegurarse esta posición al menos hasta el US Open, ya que hasta ese torneo apenas defiende puntos.
Además, Roma tendrá mucha más importancia de la que puede parecer a simple vista, ya que no solo será la parada para hacerse con el cetro de la ATP, sino que también medirá cómo de favorito es para hacerse con Roland Garros, su principal objetivo.
Por mucho que haya dominado en Madrid de la forma que lo ha hecho, lo cierto es que las condiciones no se parecen en nada a las que hay en París, algo que en cambio si tiene Roma, que es sin duda la tierra batida que más se asemeja a la de Roland Garros. También hay que destacar que aquí ya estarán presentes Novak Djokovic y Jannik Sinner, candidatos a hacerse con la Copa de los Mosqueteros y que no estuvieron en el Mutua Madrid Open.
Objetivo, salir reforzado
Esto provoca que tenga mucho más trabajo del que tuvo en Madrid, donde el viento siempre soplaba a su favor y en el que el cuadro quedó algo descafeinado. Por tanto, Carlitos no podrá despistarse, aunque tampoco debe forzar más de la cuenta, pues sus rivales llegan aquí mucho más frescos que él y el verdadero objetivo es reinar en París.
Las aspiraciones de Alcaraz en el Foro Italico deben ser sobre todo adaptarse bien a las condiciones e ir partido a partido, pues lo principal es seguir infundiendo miedo a sus rivales, pero sin desgastarse en exceso, ya que el título aquí no tiene la misma importancia que lo tenía en Madrid o que tiene en París.
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