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29 de marzo de 2024

Javier González Carballo, el cartero de Orense

Javier González Carballo, el cartero de Orense

Reportaje

El cartero de Orense que lucha contra la dudosa gestión en Correos del amigo de Sánchez, UGT y CCOO

Denuncia que detrás de las fuertes críticas de los sindicatos mayoritarios al presidente de la compañía está el escozor ante las posibles pérdidas de ingresos por cursos de formación decididas por el ejecutivo

Javier González Carballo es cartero desde el año 2007. En la actualidad trabaja en Orense, pero antes lo ha hecho en otros destinos y lo ha pasado bastante mal: «Estuve unos años en Sant Cugat. Ganaba 1.100 euros y tuve que comprarme una autocaravana de segunda mano donde poder vivir. Con mi mujer embarazada, esperábamos trasladarnos a Galicia, donde había plazas vacantes. Como no bailaba al son de los sindicatos mayoritarios, no nos daban plaza. Pregunté a los sindicatos y me dijeron que solo se preocupaban por la gente de su entorno».
Quizá por este desdén, o porque se toma en serio a su empresa, Carballo acabó convirtiéndose en delegado del sindicato CGT e investigando qué está ocurriendo realmente en su compañía, que se encuentra en medio de una transición difícil por la caída del tráfico postal.
Carballo ha leído los artículos que hemos publicado en El Debate sobre las críticas de UGT y CCOO a la gestión del presidente de Correos, Juan Manuel Serrano, ex jefe de Gabinete de Pedro Sánchez. Aunque no defiende al actual presidente, sostiene que las críticas persistentes de los sindicatos mayoritarios se basan en que ven peligrar los cuantiosos ingresos que reciben por formación: «Los sindicatos se dedicaban a la formación de los empleados hasta que ha llegado Serrano. Según los datos que solicitamos al Portal de Transparencia y que nos enviaron el 9 de enero de 2019, CCOO recibió 350.000 euros y UGT 180.000 por los cursos impartidos en 2017. Era un modo de pagar la calma social. Cuando Serrano llegó (fue nombrado en julio de 2018) dijo que esos cursos se cambiarían por unos textos de formación para aquellos que quisieran prepararse para entrar y prosperar en Correos», explica.

Dudosa defensa de los trabajadores

Según Carballo, los sindicatos mayoritarios no solo reciben esas cuantiosas subvenciones. También cobran a los empleados por los cursos que les imparten, y que son claves para ir sumando puntos y consolidándose en la empresa. No entiende por qué no los da la misma compañía, pero además hay algún otro incentivo perverso: «En recursos humanos me dijeron que querían rejuvenecer la plantilla. Hablaban de que los empleados dan muchos problemas a partir de los 50 años: enfermedades, etc. Los nuevos empleados suponen nuevas afiliaciones, nuevos cursos, y con ello, más ingresos», sostiene.
Se cobra a los trabajadores, y además no se tienen en cuenta sus condiciones de trabajo. Carballo no solo lamenta que cada presidente que llega tenga que presentar un nuevo plan estratégico; también que en época de covid se tomen medidas como reducir el número de mesas o juntar al personal que clasifica el correo. Él cogió el virus, y algunos de sus compañeros, también.
En cualquier caso, si se debate un plan estratégico, como ha sido el caso recientemente, Carballo mantiene que los sindicatos mayoritarios han de estar, no autoexcluirse. Otra cuestión es que luego firmen o no. Sostiene que entre los empleados crece el desencanto con UGT y CCOO por hechos como el ocurrido el 28 de diciembre: «Por la mañana decían que el acuerdo social alcanzado entre Correos y algunos sindicatos era una farsa y convocaban una huelga para el 5, 7 y 12 de enero. Por la tarde, tras sondear a sus afiliados y decirles que se sentían engañados, comentaban que paralizaban la movilización, pero estarían vigilantes».
Sostiene además que, al ser los mayoritarios, si realmente estuvieran tan poco conformes, podrían romper el convenio y trabajar en otro. «Hay unas prebendas por debajo; muchos liberados sindicales desde hace treinta años a los que no conocemos. Hemos hecho muchos escritos preguntando por su trabajo y nunca nos responden».

La amenaza de Correos Express

Carballo cree que el objetivo es convertir Correos en Correos Express, la filial de paquetería urgente. «El servicio de paquetería de la matriz se está desmontando desde hace dos años», admite. Si apostaran por él, lo reforzarían. Frente a él, explica que sube el negocio de Correos Express, una empresa que «está compuesta por autónomos que cobran un euro por entrega. Los carteros llevan una PDA para apuntar sus entregas. Si en lugar de poner que han hecho 70 se equivocan y ponen que han hecho 65, les cobran dos euros». A Carballo no le parece bien algo que le sugiere un trato de favor a Correos Express: «Si estamos en plena transición y la paquetería está subiendo, no deberían desviarse recursos a una empresa privada que pertenece a un grupo de una empresa pública». Los envíos del servicio de paquetería de la matriz de Correos se cobran a más de 20 euros; los de Correos Express, a 11 euros. No hay mucho aliciente para apostar por la primera.
Carballo no sabe qué se quiere hacer con Correos. No sabe si el objetivo es malvenderla. Tiene claro que la mayor parte de la cúpula de la compañía no conoce el trabajo de Correos, y lo que busca es reducir costes. No entiende que mientras se persigue este objetivo la compañía invierta en patinetes o aviones y hable de repartir a través de ellos, o se gaste 4.000 euros en cada una de sus motos nuevas de reparto.
Mientras tanto, se queja de que a los repartidores rurales se les exige que adapten sus vehículos para una cantidad creciente de productos y se pregunta qué pasará con el servicio postal universal, razón de ser de Correos. Afirma que ya hoy se están falseando las entregas de lunes a viernes con las que se correspondería este servicio.
En medio de este panorama, Carballo expresa su gran deseo de que Correos funcione. Ve evidente que tienen que estar en el negocio de la paquetería y compitiendo, y está seguro de que no hay ninguna empresa con una infraestructura logística como la de Correos, capaz de llegar a todas partes. Le encanta ser cartero y el trato con la gente, pero sabe que en los próximos seis meses «se avecina una lucha muy grande, porque quieren sacar adelante el plan estratégico como sea». Cree que quieren arrasar con todo, y lamenta que no puedan llegar a todo judicialmente, aunque tienen varias causas judicializadas. Por eso intenta luchar también de otros modos. Cuando Pedro Sánchez fue a Galicia el pasado 20 de diciembre, intentó manifestarse, pero le salió mal. Le dieron un golpe por detrás y se acabó la reivindicación.
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