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29 de marzo de 2024

josé manuel cansino

Nuevas y viejas reglas para la economía mundial

La progresiva alineación de China y Rusia condicionan la agenda y el mapa del planeta

Actualizada 10:14

El Departamento de Inteligencia de la influyente revista The Economist elabora anualmente un conocido indicador de calidad democrática de uso muy extendido entre los analistas de toda índole. Este indicador clasifica a China y a Rusia entre los países autocráticos. El primero lo hace además en el penúltimo rango de valores, que oscila entre 2 y 2,9 puntos.
Sin embargo, nadie duda de que la progresiva alineación de China y Rusia en la política y la economía mundial condicionan la agenda y el mapa del planeta. Dos potencias autocráticas condicionan la agenda mundial hasta ahora marcada por potencias gobernadas por las reglas heredadas de la revolución francesa de 1789. Tras de esta evidente realidad está la incómoda cuestión de abordar la relación entre la democracia y el crecimiento económico.
Para la mayor parte de manuales básicos de economía la relación entre el sistema político democrático y el crecimiento económico a largo plazo está fuera de toda duda. Para la literatura científica especializada la cuestión no sólo no está clara sino que podemos encontrar resultados inquietantes.
Lo que verdaderamente arroja una relación más estrecha entre el marco legal y el crecimiento económico viene a través de la protección efectiva de los derechos de propiedad y la garantía del cumplimiento de los contratos. Pero lo anterior se puede lograr en sistemas democráticos y autocráticos.
Para entender cómo es posible que la segunda y la decimo primera potencias mundiales controlen el tablero global hay que tener en cuenta la alineación entre las grandes corporaciones de esos países y los propios intereses de la nación que, en el caso de China, debe interpretarse como civilización.
De esta forma las grandes empresas de estos países actúan de manera muy diferente de como lo hacen las corporaciones multinacionales de origen occidental. Estas no responden a la agenda de ningún país sino a sus propios objetivos. En definitiva, el poder económico está mucho más difuso en occidente que en los países autocráticos que hemos citado.
Sobre esta cuestión es interesante leer a Adam Przeworski cuando en 2016 afirmaba que las formas en que el dinero se infiltra en la política, los mecanismos y los efectos de la competencia de los grupos de interés cuando pugnan por la influencia política, sigue siendo un gran enigma. Este enigma lo es mucho menos en las autocracias.
Algunos ejemplos nos pueden ayudar a entenderlo. La gran naviera china COFCO compró el 51 % de las empresas alimentarias Nidera Argentina SA y también el 51 % de Nobre Agri. Al poco tiempo compró el 100 %. En 2017 vendió todo a la multinacional suiza Syngenta pero el mismo año la compró la corporación química ChemChina, clave en la actual industria internacional del medicamento. De paso sentó plaza en Argentina. La explotación de los recursos minerales es otro ejemplo de empresas estatales de países autocráticos actuando de manera muy diferente a las multinacionales occidentales. De esta forma la Shouxin Perú SA explotaba los yacimientos de hierro en Perú bajo el control de las empresas Baiyn Nonferrouse Group Co Ltd, propiedad del gobierno provincial Gansu y de la empresa estatal China International Trust Investment Corporation –CITIC–. Un último botón de muestra, en esta ocasión en la República Democrática del Congo, es la empresa SICOMINES, un consorcio de la empresa Sinohydro –empresa de infraestructuras adjudicataria de la gran prensa de Merowe en Sudán– y de la China Railway Engineering Corporation.
Todo el despliegue anterior quedó desactualizado con la denominada «diplomacia de la vacuna» que China y Rusia han desplegado por todo el mundo y con la gestión del gas natural ruso por la empresa pública Gazprom.
En definitiva, control sobre los recursos naturales, la industria sanitaria y el abastecimiento energético del gas natural por grandes corporaciones de gobiernos autocráticos explican esta nueva economía «post occidental». Todas actúan como prolongaciones de los respectivos gobiernos. Frente a este mapa tenemos al mundo heredado de la revolución francesa. Dos cosmovisiones completamente diferentes. Una reivindica su identidad, otra se empeñó el disolverla.
José Manuel Cansino es Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino

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