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26 de abril de 2024

el presiente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el presidente de Argelia, Addelmadjid Tebboune

el presiente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el presidente de Argelia, Addelmadjid TebbouneEl Debate

Nueva crisis diplomática

Argelia amenaza a España con romper su contrato de suministro de gas

El Gobierno intenta apaciguar al país magrebí asegurando que no venderá a Marruecos gas procedente de Argelia

El ministro argelino de Energía ha amenazado este miércoles a España con romper el contrato de suministro de gas por utilizarlo para otro fin distinto del establecido. Según denuncia el Gobierno argelino, España tiene previsto autorizar «la explotación, en flujo inverso, del Gaseoducto Magreb Europa (GME)», lo que llevaría el gas de Argelia a España para después ir a Marruecos.
España parece pagar así el giro diplomático que dio con respecto al Sáhara Occidental así como sus malas reacciones con Argelia, empeoradas mucho desde aquella operación realizada de manera unilateral. Sin embargo, con la intención de apaciguar al país magrebí, desde el Gobierno español han negado que su intención sea vender gas natural procedente de Argelia a Marruecos. Desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfica explican que únicamente se han limitado a responder a la petición de apoyo expresada por su socio Marruecos para garantizar su seguridad energética sobre la base de las relaciones comerciales entre ambos países.
El enfado de Argelia se hizo público a través de un comunicado de prensa del Ministerio de Energía y Minas. De acuerdo con esa nota, el ministro Mohamed Arkab se enteró este miércoles por un correo electrónico de Teresa Ribera de que esta operación (la posible venta de gas de España a Marruecos) «se realizará hoy o mañana».
«Las cantidades de gas natural argelino entregadas a España, cuyo destino no sea otro que el previsto en los contratos, tendrá la consideración de incumplimiento de los compromisos contractuales y, por tanto, podría dar lugar al incumplimiento del contrato que vincula a Sonatrach con sus clientes españoles», advirtió el Gobierno argelino.
El gigante argelino de hidrocarburos Sonatrach suministró más del 40 % del gas natural importado por España en 2021, la mayor parte del cual le llega a través del gasoducto submarino Medgaz, con una capacidad de 10.000 millones de metros cúbicos al año.
Otra parte del gas argelino llegó hasta octubre a España a través del Gasoducto Magreb-Europa (GME) a su paso por Marruecos. Pero Argel lo cerró tras la ruptura en agosto de sus relaciones diplomáticas con Rabat, privando así a Marruecos del gas argelino que pasaba por su territorio.
La nota de prensa no especificaba el nombre del país que se beneficiaría de esta operación del gasoducto en «flujo inverso», pero el Gobierno español había anunciado en febrero que ayudaría a Rabat a «garantizar su seguridad energética» al permitirle transportar gas a través de la GME después de que Argel dejara de suministrarlo.
Resulta imprescindible recordar que Argelia es el principal proveedor de gas a España, una energía fundamental en un momento en que la crisis por la invasión rusa de Ucrania ha llevado a la Unión Europea (UE) a plantearse suspender sus compras de gas ruso.

De beneficiada a castigada

En este contexto, España se posicionaba como un país al que de forma indirecta beneficiaba el conflicto en el este de Europa, al poder exportar el gas argelino al resto de Europa.
Cuatro meses antes de que estallara la guerra en Ucrania, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, viajó a Argelia para reunirse con su homólogo en el país magrebí y con el presidente de la República, Addelmadjid Tebboune.
De aquel viaje, Albares se trajo «la garantía, así como su compromiso, de satisfacer la demanda» de gas por parte de España. Pero también se llevó un nuevo enfado de Marruecos, que ya estaba mosqueado con nuestro país a cuenta de la acogida en España del líder del saharaui Frente Polisario, Brahim Gali, para ser tratado médicamente.
El 22 de marzo, con el cambio de posición española, el enfado se trasladó a Argelia. Pocos día antes, el día 7, Sánchez habló por teléfono con Tebboune para reforzar la alianza gasística y «fortalecer la cooperación existente entre los dos países».
Menos de un mes después, Albares y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, viajaron a Rabat para reunirse con Mohamed VI para plasmar la «nueva relación bilateral» después del reconocimiento del Sáhara como territorio marroquí. Tras este hecho, el país argelino anunció que subiría el precio del gas a España; no así al resto de sus socios de la Unión Europea, en un castigo evidente hacia nuestro país.
A mediados de abril, con las relaciones con Argelia dinamitadas, el Ejecutivo español seguía mostrándose confiado públicamente de que como Argelia es «un socio estratégico» no iba a cortar el grifo, según expuso la ministra portavoz, Isabel Rodríguez.
Este mismo lunes, Albares seguía descartando que fuera a haber problema de suministro alguno y rechazaba alimentar «polémicas estériles» con Argelia, después de que Tebboune criticara duramente a Sánchez –no así a España y al Congreso de los Diputados– por su giro histórico respecto al Sáhara. Un giro que ahora puede salirnos muy caro.
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