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27 de abril de 2024

Un grupo de soldados despejan una calle nevada en Madrid, tras el paso de Filomena

Un grupo de soldados despejan una calle nevada en Madrid, tras el paso de FilomenaGTRES

Economía

Se acerca el invierno: la Unión Europea afronta la peor crisis energética de su historia

Los meses de invierno exigirán grandes sacrificios a los europeos. Los dos principales países de la zona del euro sufrirán especialmente y los expertos no descartan apagones y racionamiento. La falta de lluvia y viento encarecerá el recibo en España

La Unión Europea transita hacia un invierno que exigirá unidad y acierto en lo energético. El cónclave de jefes de Estado y de Gobierno comunitarios terminó el jueves con una respuesta débil a un problema complejo que se escapa del poder de decisión de los líderes del euro.
A las tensiones generadas por el devenir de la guerra en Ucrania, se suman la extrema dependencia del gas y petróleo estadounidense y las previsiones meteorológicas que marquen el nivel de demanda durante los próximos meses. Un cóctel que amenaza con estallar en los hogares de los europeos. «Va a ser un invierno duro, muy duro», dice Antonio Turiel, investigador del CSIC.

Alarma en Alemania y Francia

No todos los países se presentan de la misma manera. Alemania y Francia empiezan a robar horas de sueño a los expertos y analistas. Ambos están sufriendo serias tensiones. Berlín acusa la falta de gas tras el corte total del suministro ruso. «El país maneja cuatro escenarios probables, dos de ellos implican un racionamiento de energía a las familias y hogares», asegura Antonio Aceituno, Ceo de Tempos Energía. El experto destaca que el alto nivel de reservas del país tan solo le garantizan dos meses y medio de autonomía energética y que si se produce un improvisto, el frágil sistema germano caerá.

Habrá apagones, racionamiento y restriccionesAntonio TurielInvestigador del CSIC

París, por su parte, paga cara su enorme apuesta por la nuclear, después de que 26 de sus 56 reactores hayan quedado inhabilitados por las eternas labores de mantenimiento provocadas por los problemas de corrosión detectados. A ello se añade el ciclo de huelgas en varias refinerías del país. «Probablemente habrá apagones, racionamiento y restricciones. Va a ser un invierno muy complicado. Los ciudadanos no van a entender las decisiones que se terminen tomando, pero serán necesarias», anticipa Turiel.
«Tenemos a los dos principales países europeos inmersos en una crisis energética con dos vectores muy diferentes. Uno no tiene gas, el otro no tiene nuclear. Si esos vectores acercan a Europa a un invierno muy adverso», añade Aceituno.
La única esperanza se encuentra en la previsión meteorológica. Los mandatarios germanos y galos miran al cielo a la espera de unas condiciones meteorológicas favorables, que eviten una ola de frío extremo que dispare la demanda. «Serán unos meses suaves», afirma el catedrático de Geografía y presidente del Instituto de Climatología de la Universidad de Alicante.
Aun así, Olcina advierte de que la falta de lluvia acompañará a Europa durante buena parte del verano. Una mala noticia para la factura de la luz. La ausencia de temporales tendrá un impacto negativo en la energía renovable, por lo que es probable que el sistema eléctrico europeo se vea obligado a acudir al gas para generar electricidad.

La falta de lluvia y viento dispararán el recibo

La situación será calcada en España. Restando la tensión en el suministro –garantizada gracias a la diversificación de las fuentes– los consumidores españoles sufrirán las consecuencias de un invierno seco y sin lluvias. «Cuando hay temperaturas por encima de lo normal, hay un escenario desfavorable para la eólica», apunta Olcina. Lo mismo ocurrirá con la hidráulica.

El Gobierno no puede permitirse un nuevo desagravio a Argelia

El frío provocará un aumento de la demanda que el déficit de gas cubrirá a duras penas disparando el precio. A la vez, las condiciones climáticas recortarán la producción eléctrica a partir de renovables que deberá ser suplida por la generada a través de ciclos combinados. Una ecuación que encarecerá los recibos.
En paralelo, España no puede permitirse un desagravio hacia Argelia. El país magrebí ha vuelto a ser el principal suministrador de gas de la península. «Las reservas españolas no dan para todo el invierno, el sistema necesita la llegada continuada de gas. Es fundamental que no haya problemas con Argelia», dice Turiel. En septiembre, Argel envió un 25 % de todo el gas recibido por España. Los expertos esperan que ese porcentaje se acerque al 30 % durante los próximos meses.
Lejos de los planes a corto plazo se ubica el acuerdo alcanzado entre España, Portugal y Francia sobre BarMar, el gasoducto submarino llamado a sustituir a MidCat. Un proyecto que no tendrá ningún tipo de incidencia sobre la crisis energética que arrasa Europa. «Estamos hablando de que hasta dentro de ocho o diez años no veremos la tubería en funcionamiento», dice Aceituno.

La dependencia de EE.UU.

La enorme crisis que se avecina contará con más protagonistas, y no todos europeos. El próximo 8 de noviembre Estados Unidos celebrará sus elecciones legislativas. El país renovará a un tercio del Senado y a la totalidad de la Cámara de Representantes. Un examen a Joe Biden en el ecuador de su legislatura, que exigirá los guiños del demócrata a su electorado.
En un momento de tensión permanente, los estadounidenses exigen estabilidad en los precios. La Casa Blanca quiere evitar una subida repentina del carburante, y para evitarlo recortarán las exportaciones de crudo a Europa. «Las reservas americanas de diésel están en mínimos de 70 años, es probable que el Gobierno limite las vetas y Europa lo sufra», anticipa Turiel.

Europa ha apostado todo al gas estadounidenseAntonio AceitunoCEO de Tempos Energía

No todo queda ahí. La Unión Europea, y especialmente España, ha desarrollado una dependencia excesiva sobre el gas norteamericano. En lo que va de año más de un 30 % de todo el gas que ha desembarcado en España procedía de Estados Unidos, según Enagás. Lo mismo ha ocurrido en otros países comunitarios. El riesgo es evidente. Si una regasificadora se averiara, las consecuencias retumbarían a este lado del Atlántico.
«Europa ha apostado todo al gas estadounidense. Hay un alto riesgo de que pueda caer una de las plantas. Antes importábamos el 40 % de su gas desde Rusia. Ahora, estamos imponiendo a EE.UU. la responsabilidad de que nos exporte ese hueco que ha dejado de enviar Moscú», dice Aceituno.
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