El porcentaje de endeudamiento de un hogar no debería superar el 30 % de los ingresos
Los tipos de interés de la nueva deuda ya están por encima del 3,3 %
El BCE ya no es compinche y el Tesoro ha tenido que salir a los mercados para colocar deuda, tanto la que vence y hay que renovar, como la nueva por emitir
Se habla muy poco de lo que cuesta –y va a seguir costando– el pago de la nueva factura en la que va a incurrir el Gobierno por emisión de nueva deuda y la renovación de la anterior. Cerramos 2022 con unos intereses de 31.133 millones de euros entre Administración Central del Estado, Organismos Autónomos, Seguridad Social y Comunidades Autónomas.
Esta cifra, a pesar del incremento de 75.000 millones que sufrió en 2022, fue inferior en 3.700 millones respecto al año anterior ya que el Banco Central Europeo, cada vez que vencía una parte de deuda española, la recompraba a un tipo de interés muy bajo. Esto permitió al Gobierno bajar el coste de la deuda y beneficiarse de los servicios que el organismo europeo estaba prestando para que la inflación se disparase hasta donde ha llegado.
Pero el BCE ha dejado de comprar y el Tesoro ha tenido que salir a los mercados para colocar deuda, tanto la que vence y hay que renovar, como la nueva por emitir.
Así, en los tres primeros meses del año, la Administración General del Estado se ha endeudado en 32.600 millones. En enero redujo la deuda en 12.000 millones, en febrero la incrementó en 30.000 millones y en marzo ha necesitado otros 14.600 millones para poder pagar las orgias de gasto a las que están sometidos los ciudadanos.
Por otra parte, este año vencen 181.000 millones de deuda de los que se han renegociado 40.000 en el primer trimestre con una importante salvedad: mientras los tipos eran bajísimos el año pasado, en 2023 no han dejado de subir y ya estamos renovando al alza.
En enero de 2022 teníamos 3 líneas de financiación que no solo no costaban dinero, sino que nos pagaban por financiarnos, en letras a 3 meses con un tipo de -0,62 %, a doce de -0,53 % y a en bonos a tres años de -0,39 %. En las demás emisiones había que pagar tipos de interés, pero muy bajos, y solo superaba el 1 % en las obligaciones a quince años.
Pero eso ahora ha cambiado sustancialmente y todos los tipos de interés son positivos por encima del 3 %, salvo las letras a tres meses que se quedan en un 2,67 %. Si en el primer trimestre del año nos hemos endeudado en 32.600 millones y hemos renovado una deuda por 40.000 millones a un tipo medio del 3,45 %, esto quiere decir que la broma nos está costando 2.500 millones más que el año pasado.
Nos quedan por renovar 140.000 millones y el Gobierno planea añadir 38.000 más a lo largo del año, lo que nos deja un montante de casi 180.000 millones de euros para acudir a los mercados. A final de año, como mínimo, la factura de intereses por deuda nueva y renovada nos va a costar 37.000 millones y, el que viene, aumentará a 42.000 millones porque ya pagaremos el año completo de intereses.
Endeudarse no le estaba saliendo gratis al Gobierno, pero si tenemos en cuenta que en 2018 se pagaron 29.000 millones de gastos en intereses y en 2022, 31.000 millones habiéndonos endeudado en 300.000 millones más, se podría decir que el coste financiero ha sido prácticamente nulo.
La facilidad que ha tenido para conseguir caja, que se la ha facilitado el BCE, ha sido sin duda el motor del gasto. España, en definitiva, ha contribuido en que la máquina de imprimir billetes le inyectase 300.000 millones de euros adicionales. En cambio, ahora el Gobierno tiene que acudir a los mercados para que le presten un dinero que cada vez cuesta más.
Los prestamistas, este mes, se han vuelto a frotar las manos porque han vuelto a comprar deuda española por la que recibirán mejores intereses en los próximos años. Lo malo puede venir cuando empiecen a pensar que empiezan a tener riesgos de impagos por el exceso de deuda. Algo que, y lo puedo asegurar, acabaremos viendo.
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