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Análisis económicoJosé Ramón Riera

Los milagros de Montero: la Administración Central del Estado da beneficios

Hay que reconocer que la ministra de Hacienda no se pone colorada absolutamente por nada

Actualizada 04:30

María Jesús Montero y sus milagros han conseguido que la Administración Central del Estado presente superávit en sus cuentas, lo que equivale a decir que genera beneficios. Hay que reconocerle a la ministra de Hacienda que no se pone colorada absolutamente por nada. Después de ver cómo se robaron 680 millones de euros en la Junta de Andalucía, donde ella fue la principal responsable de que no se reclamara dicha cantidad a los que despilfarraron el dinero de los españoles, no se inmutó.

Si eso no la puso colorada, ahora que lo único que está haciendo es fastidiar (con la «j» delante) a las comunidades, no transfiriendo las cantidades comprometidas con ellas y presentando unos datos que parecen de un Estado nórdico y no de nuestro país, le va a permitir seguir dando saltos de alegría. ¿Hasta cuándo? Pues sinceramente no lo sé, porque la realidad es que hasta abril, la Administración Central del Estado, presentando un superávit contable, ha necesitado endeudarse en 37.512 millones según los datos del Tesoro Público.

Estas son las paradojas de la Contabilidad Nacional, en la que cuando contabilizamos lo que queremos y pagamos mal, nos salen cuentas con superávit y unas deudas extraordinarias. Por eso hay que felicitar a la ministra por su capacidad milagrera, porque en ese aspecto es única y una ferviente devota de trastocar las verdades, mediante trapisondas en las cuentas públicas del Estado. Pero, como ella sabe ya por el Tribunal Constitucional que prevaricar con dinero del Estado no es delito, hacer milagros tiene que ser premiado con los altares.

Para entender qué nos está pasando, es importante que veamos el cuadro que he preparado con datos de la Intervención General del Estado, que en estos momentos están arrodillados rezando a San Conde Pumpido, porque ya nunca podrán ser acusados de no saber llevar las cuentas al día.

Los ingresos de la Administración del Estado han crecido un 5,1 %, es decir, en 4.472 millones. Pero los ingresos por impuestos lo han hecho en un 7,9 %, hasta un total de 5.493 millones más que en 2023. En buena lid, las transferencias corrientes a las comunidades autónomas deberían haber crecido más o menos lo mismo en porcentaje, pero veremos que no es así. Por otro lado, los otros ingresos, que son reparto de dividendos a cuenta de los Organismos Autónomos y Agencias que generan beneficios, «como la economía va como un cohete», se han visto afectados por tanto bienestares que han enviado 1.097 millones menos que en 2023.

En cualquier caso, la Administración Central del Estado en los primeros cuatro meses del año se ha embolsado 92.036 millones. Por otro lado, ha contabilizado 90.048 millones de gasto, un 9,5 % más en gastos necesarios para la actividad, y un 4,6 % en salarios, que no tienen todavía la subida pactada en junio del 2,5 %, la cual se verá reflejada en las cuentas en julio.

Hay una partida que campa libre, que son los intereses de la deuda, que en cuatro meses se han disparado un 17 % y han llegado a los 9.738 millones. Esta partida ha subido en esta parte del Estado en 1.414 millones.

Las prestaciones sociales han subido un 5,3 %. Luego vienen dos partidas que sorprenden enormemente: las subvenciones de un gobierno zurdo que no sabe otra cosa que dar ayudas a todos los que aportan votos, o ayudas internacionales a todos los que ensalzan la figura del líder y, sobre todo, ahora apoyan a Begoña.

Por último, están los otros gastos, donde se incluyen las Transferencias Corrientes y de Capital a las comunidades autónomas y a los ayuntamientos. Parece que «Marisu» los tiene castigados, sin merienda y sin recreo, porque si no, hubiese tenido que enviarles no menos de 4.450 millones más, en lugar de tener un superávit de 1.988 millones, habría tenido un déficit de 2.464 millones, que serían 3,7 veces más que en 2023.

La verdad es que, en lugar de estar en una Administración profesional por sus empleados públicos, donde los hay francamente buenos, estamos en un parvulario donde la «seño» hace lo que le da la gana con los niños, porque si no, no hay bocata ni juegos.

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