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Habitación en alquiler

Vivienda

Alquilar una habitación ya se come una cuarta parte del sueldo en Cataluña, Baleares y Madrid

En las provincias donde ha aumentado el número de convivientes en un mismo hogar, se ha producido una disminución del esfuerzo de los inquilinos

La escalada de precios del alquiler está provocando un cambio en los usos de la vivienda. No solo se está retrasando la edad de emancipación, sino que la población de inquilinos es cada vez más mayor y en muchas ciudades ya superan las dos personas aportando a la renta. En algunas provincias, incluso, el alquiler de una sola habitación ya supone una cuarta parte de los ingresos.

El aumento de la población, la escasez de oferta y el auge de los arrendamientos turísticos están tensionando el mercado provocando un rápido incremento en los precios del alquiler. El Banco de España recomienda no destinar más de un 35 % a este concepto, pero se trata una quimera en buena parte del país, según revela el último estudio del Observatorio del Alquiler de la Fundación Alquiler Seguro y la Universidad Rey Juan Carlos. Hasta diez provincias superan ya ese umbral –con Guipúzcoa (39,4 %), Baleares (39,3 %), Barcelona y Vizcaya (38,3 % ambas) a la cabeza– y otras 16 se encuentran por encima del 30 %.

Esta escalada está empujando a muchas familias a buscar nuevos modelos de convivencia ante la imposibilidad de hacer frente al alquiler. Así, la ocupación media de los hogares ya ha superado las dos personas por vivienda. Este estudio tiene en cuenta a aquellas personas que destinan parte de su salario al pago del alquiler, excluyendo a estudiantes o hijos que tienen ingresos, pero no aportan a las rentas.

«Existe una estrecha correlación entre el precio medio de los alquileres y el número de personas por vivienda, lo que demuestra que, en las provincias donde es más caro vivir de alquiler, los inquilinos tienden más a compartir piso para hacer frente de forma conjunta al pago de los alquileres y disminuir así el porcentaje de su salario que destinan a la renta», señalan los autores. En concreto, las tres provincias donde más se comparte vivienda son las que tienen precios más altos: Baleares, Barcelona y Madrid.

A su vez, en las provincias donde ha aumentado el número de convivientes en un mismo hogar, se ha producido una disminución del esfuerzo de los inquilinos. Desde finales de 2023 y el segundo trimestre, el esfuerzo de las citadas regiones ha caído un 0,2, 0,3 y 0,2 puntos respectivamente.

Alquiler de habitaciones

Otra opción que se está popularizando es el alquiler de habitaciones, una modalidad de arrendamiento que se rige por una legislación diferente a la Ley de Arrendamientos Urbanos. En este caso, el esfuerzo se reduce al 22,3 %, aunque también muestra preocupantes datos en ciertas regiones.

En Barcelona, es necesario destinar casi una tercera parte del salario, un 28,2 %, al pago de una sola habitación, un esfuerzo similar al que se necesita en Baleares (26,9 %), Vizcaya (25,5 %), Madrid (24,7 %), Navarra (23,2 %), Santa Cruz de Tenerife (23 %), Málaga (22,1 %) y Las Palmas (20,5 %).

A nivel autonómico, el mayor esfuerzo se sitúa en Cataluña (27,9 %), Baleares (26,9 %), Madrid (24,7 %), País Vasco (23,8 %) y Navarra (23,2 %).

Mercado heterogéneo

Los autores del estudio destacan una España «a tres velocidades» con unas provincias con valores extremadamente alto en variables como precio, esfuerzo o número de convivientes, un segundo nivel con valores intermedios y un tercer grupo que engloba un amplio número de provincias con los valores más bajos.

En el primer nivel se encontrarían Madrid, Barcelona y Baleares, regiones que concentran los grandes flujos de migración interna y externa gracias a su dinamismo económico, educativo y cultura que incrementa la demanda del alquiler.

«Tanto Madrid como Barcelona son polos de urbanización, con un sector servicios fuerte y con mayores oportunidades laborales, lo que aumenta la presión del mercado. En Baleares, por su parte, la alta estacionalidad turística eleva la demanda de alquiler para trabajadores temporales y turistas que optan por alquileres vacacionales», explican los autores.

Los inquilinos de estas provincias no se encuentran solo entre los que más pagan por el arrendamiento de un inmueble, sino también entre los que destinan mayor parte de sus ingresos a sufragar las rentas. «Esto sugiere que, a medida que aumentan los precios del alquiler, el esfuerzo financiero de las familias también se incrementa», añaden. Es decir, los precios de los alquileres en estas zonas han crecido a un ritmo más acelerado que los ingresos de los hogares.

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