La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
Tres años de la reforma laboral: una operación de maquillaje estadístico sin precedentes
La medida estrella de Yolanda Díaz no ha conseguido solucionar los problemas estructurales de nuestro mercado laboral, solo contentar a Bruselas
Tres años después de su entrada en vigor, la reforma laboral ha conseguido reducir la tasa de temporalidad que demandaba Bruselas. Pero la medida estrella de Yolanda Díaz no ha conseguido hacer frente a uno solo de los problemas estructurales de nuestro mercado laboral, que sigue mostrando graves síntomas de precariedad.
Europa llevaba años presionando a España por el abuso de la temporalidad, pero no fue hasta la llegada de los fondos europeos cuando el Gobierno se vio obligado a abordar el tema. Para ello, la Ministra de Trabajo encontró una llamativa fórmula: priorizar la contratación indefinida a través del contrato fijo discontinuo. Esta figura, se ideó en los años ochenta para que los trabajadores de sectores muy estacionales, como la hostelería en zonas turísticas, pasaran al paro en temporada baja manteniendo las condiciones y la antigüedad una vez volviera la actividad económica.
El Servicio Público de Empleo (SEPE) recoge los datos demandantes de empleo, que a su vez se dividen entre parados registrados y no parados. En el segundo grupo se encuentran aquellas personas que, aun estado ocupados, buscan una mejora de su situación, pero también aquellos con relación laboral que se encuentran en situación de inactividad –como es el caso de afectados por ERTE y fijos discontinuos–.
La clave del nuevo esquema se encuentra en cómo se computan los fijos discontinuos. Según los datos del SEPE, estos trabajadores no se consideran parados si mantienen una relación laboral, aunque no estén en activo. Así, el Ministerio de Trabajo no informa directamente sobre cuántos de ellos se encuentran sin actividad. El cálculo aproximado se obtiene restando del total de demandantes con relación laboral los trabajadores en Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), ya que estos últimos sí son detallados por la Seguridad Social. Esta opacidad impide conocer con claridad cuántos de los nuevos indefinidos están realmente trabajando.
Comparando los datos de abril de 2022, mes en que entró en vigor la reforma, con los de abril de 2025, se observa una reducción del paro registrado de algo más de medio millón de personas. Sin embargo, los demandantes de empleo no parados –categoría donde se incluyen los fijos discontinuos inactivos– han aumentado en casi 400.000. En concreto, los trabajadores con contratos fijos discontinuos pasaron de 208.261 a 672.903: un incremento del 223,1 %. Si se excluyen los ocupados del total de demandantes de empleo, se concluye que el desempleo real incluso ha crecido un 0,4 % en estos tres años.
Desde la Unión Sindical Obrera (USO) alertan de que la metodología del SEPE «no aporta la claridad y transparencia necesarias» para evaluar la situación real del mercado de trabajo. En abril de 2025, los demandantes de empleo no parados sumaban 1.736.266 personas, un 27,9 % más que en 2022. «¿Qué tipo de empleo tienen estas personas? ¿Trabajos precarios, a tiempo parcial, o directamente están inactivos recibiendo prestaciones?», se preguntan desde el sindicato.
Parados ocultos
Y es que, a través de la figura del fijo discontinuo, el Gobierno lleva tres años ocultando a Bruselas la verdad sobre el paro y la temporalidad en España. De hecho, el Ministerio de Trabajo se ha negado en varias ocasiones a revelar la cifra de fijos discontinuos en situación de inactividad y, cuando lo ha hecho, los datos aportados eran hilarantes. La respuesta, no obstante, se intuye en el Informe del mercado de trabajo que elabora el SEPE.
En 2024, al menos 810.000 fijos discontinuos no tuvieron actividad
En su edición de 2025, este organismo publica información sobre los llamados llamamientos, notificaciones para que los fijos discontinuos se reincorporen a la empresa. Según el informe, en 2024 se contabilizaron 4.283.976 llamamientos que afectaron a 1.397.356 personas. Teniendo en cuenta que en ese año se formalizaron 2.208.030 contratos fijos discontinuos, una simple resta muestra que 810.674 personas no tuvieron actividad el pasado año. Y podrían ser más, ya que estos llamamientos se realizan con independencia del año en que se firmó el contrato.
Problemas de fondo
Más allá del juego estadístico, la reforma no ha logrado revertir los problemas estructurales del mercado laboral español. Uno de los más graves es la elevada tasa de paro de larga duración: casi la mitad de los 2,5 millones de parados registrados en abril de 2025 llevan más de un año buscando empleo. Este fenómeno afecta especialmente a las mujeres –que duplican a los hombres en esta situación– y a los mayores de 50 años, que representan uno de cada dos desempleados.
Desde USO insisten en que esta realidad debería llevar a repensar el papel de los Servicios Públicos de Empleo y su capacidad para ayudar efectivamente en la inserción laboral.
Contratos efímeros
La reforma también ha tenido efectos paradójicos en la duración de los contratos. Aunque han aumentado los contratos indefinidos, su duración media ha descendido de 47,22 días en abril de 2022 a 44,96 en abril de 2025. El fenómeno de los llamados «contratos cerilla» –breves, muchas veces de apenas días– sigue muy presente, incluso en contratos aparentemente estables.
La afiliación a la Seguridad Social también refleja esta fragilidad. Entre 2022 y 2025, las bajas aumentaron un 25,5 %, impulsadas por los despidos de contratos indefinidos (+159,8 %) y, sobre todo, por el paso a la inactividad de los fijos discontinuos (+347 %). También se incrementaron notablemente las bajas por no superar el periodo de prueba (+162,2 %) y las bajas voluntarias (+120 %), lo que muestra la volatilidad del mercado.
A tres años de su aplicación, la reforma laboral ha servido para mejorar los datos que exige Bruselas, pero los problemas de fondo siguen muy presentes. Más que una solución, la reforma ha sido una operación de maquillaje estadístico sin precedentes.