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José María Rotellar

Las medidas económicas, energéticas y regulatorias que han paralizado la economía europea

Es necesario un cambio en la actitud para que Europa vuelva a crecer con ímpetu, cosa que, a día de hoy, no se ve que vaya a suceder

Europa se encuentra anquilosada, sumida en una parálisis motivada por lo políticamente correcto en muchos casos, que ha hecho que perdiese competitividad, viese cómo sus empresas no podían competir en los mercados, se hiciese dependiente energéticamente, militarmente no tuviese ningún peso y que también se abandonase la disciplina presupuestaria, aprovechada especialmente por los gobiernos menos responsables en el cumplimiento de la estabilidad, como es el caso del Gobierno español del presidente Sánchez.

Europa tiene que apostar sin dudarlo por una política energética que no la ahogue, donde la energía nuclear tiene que jugar un papel importantísimo, porque es la que puede garantizar una mayor independencia energética europea. Alemania y España, dos países fundamentalistas contra la energía nuclear, deben abandonar esos dogmas.

Desde el punto de vista de la inmigración, la Unión Europea (UE) necesita inmigrantes para poder aumentar su mano de obra y su producción, y, con ello, su riqueza, pero debe seleccionar qué tipo de inmigración necesita, que acepte la cultura occidental y esté dispuesta a trabajar y prosperar, que son la mayoría de inmigrantes, pero Europa debe velar por ello.

Debe abandonar toda tentación proteccionista, haga lo que haga Estados Unidos, al tiempo que no puede seguir asfixiando a los agricultores europeos con normativa absurda que no exige en las importaciones. No debe haber proteccionismo, que nunca es la solución, sino que, simplemente, no debe estrangular a los agricultores europeos y, a partir de ahí, que puedan competir entre todos, europeos y de fuera de la UE.

Debe recuperar con firmeza la estabilidad presupuestaria y ser rigurosa con los incumplimientos, y no permitir un gasto sin límite, Debe ponerse fin a la deuda creciente y establecer medidas coercitivas a quienes incumplan su reducción.

Ante la parálisis de la economía europea, pueden intentar escudarse en el impacto de los aranceles, que es un error, insisto, y que ello va a hacer entrar en recesión a Europa, pero eso solo será un componente más que afectará negativamente a una economía que se está quedando atrás por las políticas económicas suicidas aplicadas en la UE e impulsadas por su motor económico, Alemania. Que no busquen fantasmas fuera; el problema está en las medidas económicas, energéticas y regulatorias de la UE, delirantes, que empobrecen a la economía europea.

Por eso, el nuevo canciller alemán debe acelerar en su transformación de la economía alemana y, con ello, influir en la del conjunto de la UE, porque Europa, si no, quedará como algo absolutamente irrelevante en materia económica, cosa que ya empieza a ser, desgraciadamente. Esa solución no es más gastos públicos, ni esquivar la estabilidad presupuestaria hasta 2030, como parece que va a hacer Alemania, sino trabajar más y mejor; invertir en desarrollo tecnológico que haga que Europa salga de su letargo y pueda volver a liderar el crecimiento económico. Parece, sin embargo, que la UE no está por la labor de afrontar el problema, de aplicar soluciones y no volver a caer en todos los errores que han debilitado a la economía europea, hasta convertirla en un actor secundario en la escena internacional. Es necesario un cambio en la actitud para que Europa vuelva a crecer con ímpetu, cosa que, a día de hoy, no se ve que vaya a suceder.