Fundado en 1910
LOS RIDÍCULOS DE LA EDUCACIÓNJOSÉ VÍCTOR ORÓN SEMPER

El ridículo de instruir educadores y esperar formadores

No tiene ninguna novedad afirmar que el fin de la educación obligatoria es tener personas formadas, lo cual no puede confundirse con tener personas instruidas

Act. 20 nov. 2022 - 10:55

¿Conocéis el temario de lo que se estudia en magisterio o en el máster de secundaria para ser profesor? No es que sean innecesarios, incluso no les falta su atractivo. Pero, si alguien piensa que saber eso capacita para ser educador, entonces, se hace el ridículo. En este caso el ridículo consiste en instruir docentes para esperar tener formadores. Del educador se espera que sea un formador, no instructor. Sobre todo, si estamos hablando del tramo de enseñanza formal calificada de obligatoria. Pero igualmente podríamos decirlo de la educación universitaria o la formación profesional. El profesor universitario no puede quedarse en la instrucción, sino que si quiere preparar buenos profesionales necesita entrar igualmente en ser formador. Veamos primero que pasa con la enseñanza obligatoria y luego apuntaré algo sobre la universitaria y la profesional.

No tiene ninguna novedad afirmar que el fin de la educación obligatoria es tener personas formadas, lo cual no puede confundirse con tener personas instruidas. Aunque no es novedad, resulta rabiosamente novedoso afirmarlo en el contexto actual. Y ¿por qué un educador va a formar a los alumnos si él o ella no ha sido formado, sino instruido?

Si el interés del educador es que todo vaya bien mientras el alumno esté con el docente, entonces se centra en la instrucción para que las cosas ocurran como al docente le parece bien. Pero si el objetivo de la educación es que al alumno le vaya bien cuando ya ni se acuerde del nombre de su profesor, entonces el docente necesita centrarse en educar.

En cambio, hoy en día, no es tristemente extraño descubrir que, a muchos profesores solo se le piden ser un aplicador de programas. Parece que muchos colegios pretenden acreditar su valor educativo diciendo: «aquí aplicamos tal o cual programa». Al profesor se le pide que lo aplique. El profesor se convierte en un aplica programas, el alumno en un ejecuta programas y la educación desaparece y nos quedamos en la instrucción.

El problema del proceso formativo del docente es que, si se espera que el docente instruya a los alumnos, pues basta con instruir profesores. Pero, si se quiere que el docente forme alumnos, habrá que formar profesores. El proceso formativo se centra en la persona, la instrucción se centra en los resultados de aprendizaje o como mucho en la adquisición de unas capacidades que quedan acreditadas precisamente por los resultados de aprendizaje, y no por lo que supone de experiencia formativa de la persona.

Esperamos que lo alumnos sean creativos. Pero, para eso hace falta profesores creativos. ¿Dónde tiene que introducir novedad un alumno? En la forma de gestionar sus intereses, las demandas que recibe, lo cual supone decidir no solo sobre su forma de organizarse, sino decidir quién quiere ser como persona. Es decir, la creatividad requiere posicionarse sobre los niveles personales del ser humano. ¿Dónde necesita el profesor introducir novedad?, la contestación es muy similar, aunque las demandas son distintas. En el alumno se trata, por ejemplo, de entregar un trabajo. La demanda del profesor podría ser el pago de la hipoteca de su piso. ¿Por qué pensamos que un profesor va a saber acompañar a un alumno a para ser creativo en las demandas que a él o ella le toca vivir, si el profesor no es creativo en la demanda que él o ella le toca vivir? Solo un docente creativo podrá promover la creatividad en sus alumnos. Para eso requiere trabajar también los niveles personales del docente, es decir, su formación.

Solo un profesor integrado podrá acompañar en los procesos de integración del alumno. Solo un profesor que se conozca a si mismo podrá promover el autoconocimiento en el alumno. Solo un profesor que sepa posicionarse ante la complejidad de su propia vida sabrá ayudar que el alumno tome decisiones globales ante su complejidad. La lista de comparativas podría hacerse muy larga y el mismo lector podría crear las suyas. Solo un profesor que …, podrá ayudar a que un alumno …

También podríamos formular las frases desde otro esquema: Si el docente en su vida actúa con una vista reducida de la realidad, promoverá una vista reducida en el alumno. Ejemplos miles. Así se entiende la afirmación central de que, la calidad de la educación no reside en la metodología en sí misma, sino en la calidad del educador. Lo cual no quiere decir que no pensemos en ofrecer metodologías muy abiertas que generen espacios que permita que el alumno se expanda como persona.

Y, ¿Quién se encarga de la formación personal del docente? Se trata de un campo casi-desierto. Muchas instituciones hacen formación de carácter identitario, y está muy bien, pero eso no atiende la necesidad formativa educativa. La necesidad formativa del educador tiene que ser en contexto en el que se realiza su actividad. De lo contrario, lo que se encuentra, es que luego no trasladan su formación, superficial habría que decir, a la realidad educativa. También el educador necesita ser acompañado en su proceso formativo.

La pobreza de la formación que recibe el docente hoy en día es muy severa en muchos aspectos. Pero, lo que me parece más urgente es la formación que afecta al orden personal del educador. Pero ¿quién ayuda en su formación personal al docente para que este, a su vez, pueda ayudar a sus alumnos en su proceso formativo?

Lo mismo ocurre en la universidad. También el profesor universitario o de formación profesional necesita ser formado a nivel personal y, el razonamiento de ello es muy sencillo. Queremos que los alumnos se sitúen ante la complejidad de la vida en su ejercicio profesional cuando deje la universidad, esto requiere ser formado en la complejidad. De lo contrario los alumnos son simples ejecutores de protocolos. Y ningún protocolo puede prever la complejidad. Técnicos hay mucho, pero técnicos que se sepan situar ante la complejidad pocos. Cuando una universidad dice formar grandes profesionales, pero se quedan en un nivel técnico, lo que forman son profesionales mediocres, pues la excelencia está en la persona.

Solo un educador que viva procesos de formación integral podrá acompañar a otros, como testigo, en sus procesos de formación integral. Fuera de esto: el ridículo.

José Víctor Orón Semper es director de la Fundación UpToYou Educación

comentarios
tracking

Compartir

Herramientas