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LOS RIDÍCULOS DE LA EDUCACIÓNJosé Víctor Orón Semper

El error en la búsqueda del éxito

La búsqueda de la excelencia lleva de forma oculta a la competencia, pues uno solo es excelente si otros son mediocres

Este ridículo consiste en pensar que el éxito es lo que hay que buscar y que, además, este coincide con algo inusual, puesto que solo uno es el primero en una carrera. La misma palabra éxito hace referencia al resultado, a un punto final en el que se logra algo. Son dos errores en uno: buscar algo, y que sea inusual. Así, es fácil encontrarse a padres animando a sus hijos al éxito, o jóvenes luchando por lograr su sueño. Toda una cultura de la búsqueda del éxito. Muchos colegios, de alguna forma, lo asumen cuando dicen buscar la excelencia académica.

Lo contrario de excelencia es la mediocridad. Mediocre es una montaña de media altura que no se destaca en el perfil, porque lo que se destaca son las cumbres. Con la excelencia académica se busca uno que sepa mucho de su materia y destaque. Pero hoy en día se descubre que la capacitación excelente de poco sirve si no hay calidad en la persona. Se contrata a la persona por la excelencia en su CV y se le despide por la evidencia de falta de calidad personal. La búsqueda de la excelencia académica embarca en la búsqueda de algo, no de alguien, y por ello, en el fondo está promoviendo la mediocridad. Conseguir el éxito como lograr algo, por muy inusual que sea, conlleva en su propia dinámica anteponer las cosas a las personas, y es necesario ser conscientes de qué se está favoreciendo.

Además, la búsqueda de la excelencia lleva de forma oculta a la competencia, pues uno solo es excelente si otros son mediocres.

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Sin embargo, la búsqueda central de todo ser humano se centra en un alguien, no en un algo. El único reto digno para la persona es otra persona. Lo que se salga de ahí va contra lo que significa ser persona. Ir a la búsqueda de algo y no de alguien implica la degradación de la persona y, por tanto, no aparecerá la excelencia, sino la mediocridad.

Ese algo buscado, ¿de dónde viene? ¿Viene de asumir aspiraciones de una sociedad en un momento concreto? ¿Viene de imposición oculta o explícita de los padres de ver a sus hijos en alguna situación? ¿Viene de los propios sueños de cada uno?

Si proviene de asumir aspiraciones sociales, parece que uno no vive la propia vida, sino la vida del otro. Si viene de los deseos de los padres, valdría la pena recordar que el cuarto mandamiento dicta honrar a padre y madre, pero no obedecer a padre y madre. Si viene de los propios sueños, valdría la pena preguntarse: ¿qué acredita a un sueño? ¿El mero hecho de ser soñado? En ese caso, todo sueño queda al mismo tiempo acreditado o desacreditado.

El segundo error del éxito es que se trata de algo inusual. Inusual implica comparación y está implicando que, si uno tiene éxito, otro no lo tiene, pues de lo contrario dejaría de ser inusual. La comparación ya está implícita en la búsqueda de algo, pues solo si se busca algo puede darse la comparación, y esta acaba apareciendo cuando lo que se busca es inusual. Y junto con la comparación, acaba surgiendo la competencia.

La búsqueda del éxito como la búsqueda de lo inusual se descubre cuando se va buscando el minuto de «gloria». Pero imaginemos que se alcanza. ¿Qué sentido tiene el resto de la vida, la parte inusual, la ordinaria y la repetitiva? Esto sirve para descubrir quién está abducido por tal engaño o no. Quien no descubre la significatividad de la vida en lo ordinario y común, malinterpreta el éxito.

Con esta crítica no se está proponiendo que dejemos de darle importancia a los resultados, es decir, al éxito, que por su propia etimología tiene forma de resultado. Los resultados son ciertamente muy importantes, pero eso no quiere decir que sean buscados por sí mismos. Cuando se asume el trabajar por algo es porque eso puede ser usado para poder vivir el encuentro con alguien. Este cambio lleva a que desaparezca la competencia y a descubrir que «todo éxito es prematuro», como decía Leonardo Polo, no porque se puedan lograr más éxitos, sino porque el encuentro interpersonal no se agota nunca.

La vida no tiene un fin distinto de ella misma. Si se tiene por finalidad algo, quiere decir que, alcanzado el éxito, el resultado, ya solo queda morir. Aristóteles decía que no puede ser tenido por finalidad algo que acabe, pues una vez se tenga, ¿ahora qué?

En la búsqueda del éxito, ese algo inusual, mucha gente vive su vida emborrachada de un éxito a otro y, cuando se da cuenta, se le escapó la vida. Cuestionar la búsqueda del éxito no pretende quitar importancia al resultado, pues decirle a alguien que se le quiere y no darle de comer pudiendo hacerlo no sería creíble. Dar de comer a alguien es un éxito, resultado de horas de trabajo. Una vez tuve una tutoría con un alumno que había suspendido (reprobado) muchas asignaturas y con su padre. El padre pidió al hijo que saliera de la reunión para quedarse a solas conmigo. Yo no sabía qué esperar. Pero me encontré un padre que se puso a llorar porque descubrió que no podía ayudar a su hijo porque él mismo había hecho el ridículo yendo a la búsqueda de muchas cosas que figuraban como éxito en lugar de buscar capacitarse para alguien. El cuestionamiento del éxito es cuestionar que lo buscado tenga que ser algo o algo inusual. Lo que se propone es transformar el mundo (luego muchos resultados, éxitos, se conseguirán) para convertirlo en un lugar de encuentro. La vida puede vivirse más intensamente.

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