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27 de abril de 2024

Inés Arrimadas y Edmundo Bal este lunes en el Congreso

Inés Arrimadas y Edmundo Bal este lunes en el CongresoEfe

Ciudadanos, a las puertas del abismo

Ciudadanos afronta las elecciones de febrero en Castilla y León como una desesperada batalla definitiva, un todo o nada en el que nada es la sentencia definitiva y todo es obtener un escaño que le permita alargar su agonía hasta las elecciones andaluzas.
¿En qué momento empezó el declive del partido naranja? Habitualmente se afirma que la presunta negativa de Rivera a pactar con Sánchez tras las elecciones de abril del 2019 es la causa del desplome, pero en realidad no hay un único motivo.
Cs nace en Cataluña en 2005 como movimiento regenerador. Sus impulsores proceden mayoritariamente de la izquierda: Albert Boadella, Francesc de Carreras, Felix Ovejero o Juan Carlos Girauta habían militado en las filas del socialismo e impulsan un proyecto de enmienda a la totalidad al nacionalismo y muy crítico con el papel de colaborador con dicho nacionalismo que el socialismo y los populares han jugado a lo largo de los tiempos.
No es casualidad que los dos últimos intentos de renovación del mapa político español desde el centro y con una idea clara del papel que ha de jugar España como Nación hayan surgido en el País Vasco, UPYD, y en Cataluña, Cs. Sin duda los que viven allí tienen una visión muy clara de los efectos de la debilidad de España como proyecto común.
Todos los partidos tienen un alma, la del PSOE fue andaluza, la del PP gallega, la de Cs catalana. En 2006, sin casi ningún apoyo, Cs entró contra pronóstico en el Parlamento catalán con tres escaños, junto a Albert Rivera dos militantes procedentes de la izquierda y de la lucha por el bilingüismo: José Domingo y Antonio Robles. La relación pronto se rompió y Rivera siguió su camino solo hacía las elecciones de 2009 en las que contra todo pronóstico sobrevivió y mantuvo, gracias a su tesón, la representación en el Parlament.
Cs en Cataluña siempre lanzó sus redes entre los votantes de izquierdas a diferencia del resto de España donde más tarde captaría el voto desencantado del centro-derecha.
El salto a la política nacional de Cs fue el primer jirón en Cs a pesar de lo cual alcanzo su mayor éxito en diciembre del 2017 al ganar las elecciones autonómicas en Cataluña, con el articulo 155 de la Constitución vigente, con más de 1,2 millones de votos. Era la segunda vez que Inés Arrimadas era candidata, pero Cs había conseguido mantener en Cataluña un relato de 2x1: votando a Inés también se vota a Albert.
Tras ese éxito Cs empieza un proceso de migración de talento a Madrid. Con las elecciones generales de 2015, en la que los de Rivera irrumpen en el Congreso con 40 escaños, empieza un éxodo con el objetivo de conquistar el Gobierno de España que lleva a las principales figuras de Cs a la política nacional y descapitaliza a Cs en Cataluña perdiendo así parte de su razón de ser.
Se critica mucho a Rivera por su presunto giro a la derecha y por su presunta negativa a pactar con Sánchez en verano del 2019 pero Albert Rivera tenía una estrategia clara y estuvo muy cerca de alcanzar sus objetivos.
En verano de 2018 mientras Pedro Sánchez, parapetado tras algunos párrafos de la sentencia de la Gurtel, presentaba una moción de censura a Rajoy, Albert Rivera lideraba las encuestas en España. Su objetivo era claro, una operación Macron. Al Igual que en Francia desde el centro se había vencido a la derecha gaullista clásica, él aspiraba a lo mismo en España. En las elecciones de abril del 2019, Cs quedo a 200.000 votos de superar al PP y ahí el proyecto ambicioso, pero posible de Rivera, llegar a la Moncloa desde el centro, murió en la playa.
Al igual que la batalla del relato por la fusión del centro entre UPYD y Cs, la ganaron los naranjas y eso llevo al declive a los de Rosa Diez, la opinión pública sentenció a Rivera como culpable de la repetición electoral en 2019. Con la perspectiva que dan los dos años que lleva Sánchez en la presidencia quizás se pueda concluir que esa sentencia a Rivera fue injusta, pero en política lo que cuenta son las percepciones por encima de la realidad.
El resto es solo la retirada progresiva del andamiaje de Cs. Las elecciones de 19-N dejan a Cs con diez escaños y sin Rivera, que se marcha a un bufete de abogados y Cs busca un nuevo espacio.
En las elecciones catalanas de febrero de 2021 pierde un millón de votos no por causa alguna atribuible a sus líderes en Cataluña, sino porque al haberse convertido en partido nacional deja de ser alternativa al sistema nacionalista y sus votantes se dividen entre la abstención, el partido socialista y VOX. Es en esas elecciones cuando se comprueba de forma definitiva la imposibilidad de compaginar, a largo plazo, el programa y el proyecto de Cs en Cataluña, progresista y claramente rupturista con el regenerador y moderado del resto de España.
El acuerdo con el PSOE para la moción de censura en Murcia y sus réplicas en Madrid y Castilla-León son una auto enmienda a un partido que nació para regenerar el sistema, combatir al nacionalismo y evitar acuerdos con aquellos, como el PSOE de Pedro Sánchez, que pactan y alimentan al nacionalismo.
Madrid y en este 2023 las encuestas indican que Castilla-León y Andalucía serán las últimas estaciones de un proyecto que revivió a Joaquín Costa un siglo más tarde y que demostró que Cataluña no está perdida.
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