Fundado en 1910

27 de abril de 2024

El ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, durante su participación en el Círculo de Economía

El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel AlbaresEFE

Albares viaja mañana a Rabat para ratificar el giro en el que Mohamed VI no se compromete a nada

La presencia del ministro de Exteriores en la capital marroquí significa el intento de dejar atrás la peor crisis que España y Marruecos han vivido en décadas

El viaje del ministro Albares ha sido precedido por un gesto que los conocedores de la política marroquí califican de «buena voluntad»; los servicios de seguridad del reino alauita han detenido a 231 migrantes procedentes de África subsahariana en la región de El Aaiún, en el Sáhara Occidental, y en Tarfaya, en las costas de Marruecos. Desde estos dos puntos se disponían a cruzar hacia las Islas Canarias.
Rabat enviaría así a Madrid el mensaje de que está dispuesto a atender la hoja de ruta que sustentará la nueva relación con España. La presencia del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en la capital marroquí buscará ratificar el inicio de un capítulo que intenta de dejar atrás la peor crisis que España y Marruecos han sufrido en décadas.
Las dificultades comenzaron durante el periodo final de Donald Trump. El reconocimiento por parte del presidente republicano, vía Twitter, de la condición marroquí del Sáhara impulsó al reino alauita a intentar que este nuevo estatus sea asumido por el resto de sus principales socios internacionales, máxime cuando Joe Biden ha ratificado la decisión tomada por la anterior administración estadounidense.
Un obstáculo para los intereses de Marruecos es la ONU, que todavía reconoce a España como una potencia colonial que dona un territorio, el Sáhara Occidental, aunque sin tener el control fáctico del mismo. Esto implica la obligación española de facilitar la descolonización del territorio mediante la celebración de un referéndum. La postura del Gobierno de España ha sido esta desde 1975 hasta la actualidad.
La acogida el 22 de abril en España del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, aquejado de COVID, y que permaneció hospitalizado en Logroño hasta el 1 de junio, ofreció la excusa perfecta que Rabat andaba buscando; así, Marruecos pasó de agresor a agraviado.
Inmigrantes tratan de alcanzar la playa del Tarajal, el 17 de mayo de 2021, en Ceuta (España)

Inmigrantes tratan de alcanzar la playa del Tarajal, el 17 de mayo de 2021, en Ceuta (España)Europa Press

Riada humana sobre Ceuta

Acto seguido, Marruecos, a través de varios comunicados, recriminó a Pedro Sánchez no haberle informado de antemano del viaje de Gali, como corresponde «entre países socios y amigos», abriendo un cisma que culminó con la entrada masiva de más de 10.000 inmigrantes entre el 17 y el 18 de mayo en Ceuta, ante la cómplice pasividad de las fuerzas de seguridad marroquíes y seguido de la llamada a consultas de la embajadora en Madrid, Karima Benyaich.
Dos semanas más tarde, el Ministerio de Exteriores marroquí reconoció que la acogida de Gali no era «la raíz del problema». En el fondo de la crisis estaba «una cuestión de segundas intenciones hostiles de España con respecto al Sáhara, una causa sagrada de todo el pueblo marroquí». En este sentido, se pedía «una aclaración sin ambigüedades» al Gobierno español sobre la cuestión saharaui.
Los meses posteriores significaron un cruce de declaraciones y gestos, oficiales y extraoficiales, y estuvieron macados por la presión constante de Marruecos tanto por boca del propio Mohamed VI como por su ministro de asuntos exteriores, Naser Burita. La salida de González Laya, a quien Rabat responsabiliza de todo el caso Gali, y la llegada de Albares el 12 de julio de 2021 supuso un punto de inflexión.
El giro definitivo se oficializó con la reciente carta que Pedro Sánchez ha dirigido al rey marroquí en la que anuncia el cambio en la posición española sobre el Sáhara. La Casa Real marroquí hizo pública la carta filtrándola de improviso a un periódico afín en Rabat.
El cambio de posición del Gobierno español con el reconocimiento de que el plan de autonomía propuesto por Marruecos es «la base más seria, realista y creíble» para una solución es muy significativo, dado que renuncia a la tradicional exigencia de celebración de un referéndum en la excolonia española. De facto, significa reconocer la soberanía marroquí sobre el territorio. Argelia, principal valedor del pueblo saharaui y enemigo histórico de Marruecos, ha llamado a consultas a su embajador en Madrid, visiblemente molesto por el paso del Gobierno español.
Pedro Sánchez y Fernando Grande Marlaska, en un encuentro con Mohamed VI

Pedro Sánchez y Fernando Grande Marlaska, en un encuentro con Mohamed VIEFE

Todo el arco parlamentario, en contra

Este giro con respecto al Sáhara ha sido duramente criticado por todo el arco parlamentario, empezando por Podemos, socio de coalición, pasando por los socios de investidura de Sánchez y también desde el PP, toda vez que Marruecos no ha asumido por ahora ningún compromiso formal ni firmado ningún documento con España.
Por su parte, el delegado del Frente Polisario en España, Abdulah Arabi, ha acusado a Pedro Sánchez de «complicar» la solución al conflicto del Sáhara Occidental con su «giro radical» tras «inclinarse por Marruecos», lo que supone «salirse de la legalidad» internacional, máxime haciéndolo en favor de la potencia agresora.
En cuanto a la carta en sí, no existen garantías de que la entrada masiva de inmigrantes que Ceuta, Melilla y Canarias han registrado en el último año no vaya a repetirse en el futuro; tampoco a que Marruecos vaya a renunciar a su reivindicación sobre la soberanía de Ceuta y Melilla.
Por el momento sólo existe una declaración unilateral del Gobierno español, obtenida en un contexto de chantaje con la presión migratoria. No hay acuerdo firmado por parte de Marruecos, ni siquiera una declaración diciendo que respeta la integridad territorial española. España cede ante Marruecos, apoyando su política anexionista, pero no hay carta de Mohamed VI manifestando que respeta la integridad territorial de España.
El director del Observatorio de Ceuta y Melilla, Carlos Echevarría, duda de que el Gobierno marroquí «vaya a comprometerse por escrito o de forma pública» a renunciar a su reivindicación sobre ambas ciudades. Echevarría considera que lo más seguro es que como mucho acceda a «una declaración difusa» con motivo de la visita que mañana viernes realizará a Rabat el ministro José Manuel Albares.
«España cree que ha obtenido un compromiso» pero lo cierto es que «Marruecos no ha cambiado» y aunque «uno es libre de creer lo que quiera», en este caso Echevarría apuesta por «no caer en ingenuidades», y recuerda que el anterior primer ministro marroquí ya dijo que una vez resuelto el tema del Sáhara, habría que abordar la cuestión de Ceuta y Melilla.
Comentarios
tracking