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Pedro Sánchez, abucheado a su llegada a la Feria Nacional del Vino

De «¡Viva el vino!» a «el vino es conservador»

Las razones de Pedro Sánchez para su bombardeo contra el mundo vitivinícola español

Malestar creciente en el sector del vino ante el cúmulo de decisiones del Ejecutivo socialista: percibe indiferencia, desconocimiento y hostilidad ideológica

Gritos –«¡fuera, fuera!»–, pitidos, abucheos. La llegada de Pedro Sánchez el pasado martes a la Feria Nacional del Vino de Ciudad Real ha sido uno de los actos públicos más accidentados que se recuerdan. Muchos analistas han achacado la desafección ciudadana al desgaste inherente al ejercicio del cargo, dado que el presidente del Gobierno ha cruzado ya el ecuador de su mandato y, además, en las últimas semanas ha experimentado una sucesión de reveses políticos.
Pero no; hay más. El mundo vitivinícola español arrastra desde hace años una tensión creciente con el Ejecutivo socialista y las últimas decisiones que Moncloa ha tomado con respecto al sector han empeorado aún más, si cabe, la relación. Sin embargo, a la hora de ponerse delante de una cámara existe cierto recelo para hablar. No pocos prefieren hacerlo detrás del biombo.
«España es el país con más hectáreas de viñedos en el mundo. Sí, en el mundo. Solo aquí tenemos el 13 % de la viña mundial y el Gobierno, en vez de ayudarnos, proyecta una pésima imagen del sector y, encima, nos mete palos en las ruedas; es increíble», reflexiona para El Debate una fuente con fuertes vínculos vitivinícolas.
Algunas cifras oficiales, que el sector aporta como evidencia de sus posiciones, ubican el testimonio en su contexto. El vino genera en España más de 20.000 empleos directos y 200.000 indirectos. Su atractivo es tal que tiene incluso derivada turística. Bodegas, museos del vino y rutas por viñedos atraen a tres millones de visitantes anuales. Pero la pandemia ha azotado con especial dureza a este sector, con caídas del 50 % en el mercado nacional y retrocesos en las exportaciones del 65 %.

El hotel de la bodega Marqués de Riscal, en la Rioja Alavesa

Agonía ante unos brazos cruzados

«Experimentamos uno de los palos más fuertes que hemos vivido en décadas y ¿qué ha hecho el Gobierno? Muy poco, por no decir nada. EE.UU. impuso aranceles del 24 % al vino español. Otros países, por ejemplo Italia o Francia, han logrado que los estadounidenses les redujeran las tasas. Pero nuestro Ejecutivo, en cambio, en lugar de negociar la reducción de aranceles, prefirió imponer a los americanos la tasa Google... Y claro, los aranceles yanquis sacaron a muchos vinos españoles del mercado americano y ahora cuesta mucho hacer bascular un decimal», prosigue el interlocutor.
La covid también ha azotado al vino por otro frente. El cierre del canal horeca, acrónimo de hoteles, restaurantes, cafeterías, no se vio recompensado por un paquete de ayudas directas desde el Gobierno español. Las tradicionales ayudas a la promoción pasaron a destinarse a la destrucción de excedentes para no generar acopio; también para convertir los referidos excedentes en alcohol; pero estos fondos 'destructores', al contrario de lo que sí hicieron los principales países productores europeos, no han sido compensados por un paquete comercial extra de corte creativo.
Sánchez tampoco ha realizado distinciones a la hora de repartir ayudas entre las marcas protegidas por una denominación de origen y las que no. «Se han dado por igual las ayudas, sin tener en cuenta que producir cuatro botellas con etiqueta de denominación cuesta tanto como hacer diez sin ella; y así se ha desequilibrado al sector por completo», remarca el interlocutor de este medio, que duda del conocimiento técnico de los ministros implicados.
Por su parte, la gestión de los fondos europeos que el actual Gobierno lleva a cabo parece confirmar una vez más el análisis de la fuente. De los 140.000 millones de euros que Bruselas ha aportado a España en forma de fondos europeos, el Ejecutivo de Sánchez destinará al sector agrícola 1.800 millones; cifra que supone poco más del 1 %, cuando la agricultura representa el 12 % de la economía nacional.
El interlocutor de El Debate recuerda que «desde 2020, y con la que está cayendo, nuestro Ejecutivo parece empeñado en bombardear al sector del vino por tierra, mar y aire. Es más, en diciembre de ese año, la televisión pública emitía un informe sobre consumo de estupefacientes, y dentro del concepto droga ¡incluye el vino!, cuando está reconocido por ley como alimento, y recalco lo de alimento, que, además, forma parte de la dieta mediterránea. Pero el PSOE, lejos de rectificar, insiste en el Congreso de los Diputados con su reiteración, para presentar el vino como una perniciosa droga. ¿Sabes cuánto daño hacen estas afirmaciones vacuas y gratuitas, y encima pronunciadas desde el partido en el Gobierno?».

Una parcela de viñedos©EUROIMAGEN

De la dieta mediterránea a la sospecha

La batalla legislativa, movida por grupos políticos radicales, ha saltado al conjunto del continente. En febrero de 2022 algunas formaciones en el Parlamento Europeo abrían un debate en torno la lucha contra el cáncer, en cuyo contexto querían considerar el vino como un estupefaciente. A los medios de comunicación llegó entonces la noticia de que Bruselas estudiaba añadir en el etiquetado de las botellas una información sobre el riesgo cancerígeno de consumir vino, al igual que muestran los paquetes de tabaco. «Al final, los partidos con mejor preparación lograron que el consumo lógico y moderado de vino se considere sano, como es natural, y en ningún caso como algo afín al mundo de las drogas, pero resulta más que sorprendente que PSOE y Podemos votasen en contra y, por si fuera poco, ¡en el propio seno de la Cámara Europea!», añade, estupefacto, el interlocutor.
«Y hay más… En abril, hace nada, el dichoso Ejecutivo de Sánchez volvió a la carga en idéntica línea», recuerda la fuente de este medio. «A la hora de combatir las enfermedades cardiovasculares, el Ejecutivo socialista recomienda la dieta mediterránea, pero dice a los restaurantes que no incluyan el consumo moderado de alcohol dentro de esta dieta, cosa que sí hace la ONU. Tuvieron que salir varias comunidades autónomas en tromba el 26 de abril, enarbolando un rechazo frontal, para que los ministros españoles, una vez más, rectificasen», recuerda la referida fuente.
Mientras tanto, las propuestas del mundo vitivinícola para acceder a los Fondos Europeos, propuestas que asumen las exigencias ambientales y de digitalización, tampoco reciben respuesta, pese a tener constancia cierta en el sector de que sí hay financiación disponible. Al tiempo, las propuestas que el Gobierno de Sánchez ha presentado para el conjunto de la industria agroalimentaria tampoco parecen responder a las necesidades concretas del mundo vitivinícola, por lo que la sensación de ninguneo por parte del Ejecutivo socialista va en aumento. En este contexto, «Sánchez se planta ni más ni menos que en la Feria del Vino de Ciudad Real para presumir de lo que nos ayuda… Así le cayó la que le cayó», añade el interlocutor.
Las actuales políticas vitivinícolas, ¿son fruto del desconocimiento, de la ignorancia o de la ideología? La respuesta del interlocutor mezcla irritación profesional y coherencia personal: «Hay un poco de todo… Se detecta falta de conocimiento y de experiencia en el sector, pero hay más… Esas políticas van contra la agricultura en todos los frentes; por los lados ambiental, sanitario, laboral –han dicho que en el sector hay esclavismo–, mientras recoge la hostilidad de grupos tan minoritarios como los animalistas, entre otros. En el fondo, la impresión que empieza a cuajar es que PSOE y Podemos quiere acabar con el mundo rural porque, sencillamente, no se les vota. ¿Y cómo les va a votar?».
El sector vitivinícola español, como el de cada Estado miembro en la UE, no alcanza a comprender «por qué Ferraz y sus aliados han llegado a la conclusión de que el vino es conservador. Luego que no les extrañe que su cosecha en votos dentro del mundo agrario sea peor que un año sin lluvias».