Su encrucijada
La decisión del Rey Juan Carlos de acudir al funeral de Estado de Isabel II, previa invitación de Buckingham Palace, ha pillado a Pedro Sánchez con el pie cambiado.
Pese a las presiones del Gobierno, que El Debate desveló el pasado sábado, La Moncloa no ha podido impedir esta vez orillar a Juan Carlos I. No a más de 1.700 kilómetros de Madrid.
Ahora la pelota está en el tejado del presidente del Gobierno. Suya será la decisión de ir o no a Londres; de compartir plano con el ex jefe del Estado y su hijo o delegar en el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.
Desde que Juan Carlos I se mudó a Emiratos Árabes, Sánchez ha criticado duramente sus «conductas incívicas» y «decepcionantes». Nunca fue partidario de que volviera a España, y ni siquiera cuando la Fiscalía Anticorrupción archivó en marzo las tres investigaciones abiertas a Don Juan Carlos el presidente tuvo una sola palabra buena.
El viernes, el ministro de Asuntos Exteriores puso algunas pegas a la asistencia del Rey Felipe a las exequias, con el pretexto de que la Casa Real británica aún no había aclarado si sería un funeral privado o no (era evidente que no lo iba a ser). Con el paso de las horas, en el Gobierno dio por hecho que Felipe VI asistiría, pero no contaba con su padre.
Comentarios