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27 de abril de 2024

Exteriores se niega a facilitar a El Debate una copia de la nota verbal para evitar un «perjuicio para las relaciones exteriores»

Exteriores se niega a facilitar a El Debate una copia de la nota verbal para evitar un «perjuicio para las relaciones exteriores»El Debate

Investigación

El Gobierno esconde ahora la supuesta nota de protesta a Marruecos por querer apropiarse de Ceuta y Melilla

Exteriores se niega a exhibir la presunta reacción de Sánchez a la escalada anexionista de Rabat incluso ante la Unión Europea

Pedro Sánchez está en Marruecos, pero su Gobierno se niega a demostrar que defendió a España ante la Unión Europea cuando el régimen de Mohamed VI reivindicó la soberanía de Ceuta y de Melilla, tal y como había anunciado.
Es el segundo silencio, tan extraño como el anterior, protagonizado por Sánchez en un asunto tan delicado: el primero fue la incapacidad de mostrar la carta original, supuestamente remitida por el presidente del Gobierno al Rey marroquí, en la que anunció la renuncia de España a la tutela del Sáhara y su alineamiento con las posiciones de Rabat.
Algo que avala la teoría de que, en realidad, esa misiva fue dictada por Marruecos, que la difundió antes que La Moncloa, y asumida a continuación como propia por Sánchez: algo tan sencillo como exhibir el documento original fechado y demostrar que la autoría es española le ha resultado imposible, sorprendentemente, a La Moncloa.
Y ahora, sobre algo aún más delicado: el Ministerio de Asuntos Exteriores no quiere, o no puede, hacer pública la supuesta nota verbal que envió a Marruecos para trasladar su queja por la carta a la UE en la que el Gobierno del país vecino afirmaba que Ceuta y Melilla son ciudades marroquíes y en la que, además cuestionaba al vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de la Promoción del Modo de Vida Europeo, Margaritis Schinas.
El departamento dirigido por José Manuel Albares ha argumentado, en un documento oficial en propiedad de El Debate fechado el pasado 28 de julio, que hacer público el contenido de la nota emitida el pasado mes de mayo, «supondría un perjuicio para las relaciones exteriores».
Algo cuanto menos sorprendente, habida cuenta de que se trata de la respuesta del Gobierno español a un ataque diplomático lanzado desde Rabat, que no ha renunciado nunca a reivindicar la propiedad de las dos Ciudades Autónomas españolas pese al volantazo de Sánchez en el Sáhara, decidido unos meses después de que fuera espiado, según todos los indicios por la inteligencia marroquí.
Marruecos, país en el que, curiosamente, disfruta de sus vacaciones Pedro Sánchez, había enviado a Bruselas una decena de «declaraciones hostiles» de Schinas sobre el país y «las ciudades marroquíes de Ceuta y Melilla», pese a que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez había indicado, tras la Reunión de Alto Nivel (RAN) del 2 de febrero, que España y Marruecos se comprometían a evitar aquello que pueda ofender a las «esferas de soberanía» del otro.
Sin embargo, Marruecos no ha cumplido con su parte del supuesto acuerdo, reclamando para sí, de nuevo, las ciudades autónomas que califica de «marroquíes». Por ello, y según trascendió entonces, el Gobierno rechazaba «categóricamente» el lenguaje utilizado por Marruecos para referirse a las ciudades españolas en la misiva enviada a Bruselas, y señalaron que se había dejado «muy claro» a Rabat que «las fronteras españolas, incluidas Ceuta y Melilla, están internacionalmente reconocidas».
Es más, tras la nota, el portavoz del Gobierno de Marruecos, Mustafa Baitas, defendió la «necesaria» respuesta de Rabat al «derrapaje» del comisario europeo.
Albares se niega a demostrar cómo defendió a Ceuta y Melilla

Albares se niega a demostrar cómo defendió a Ceuta y MelillaEl Debate

Pero ahora Exteriores se niega a facilitar a este periódico una copia de la nota verbal para evitar un «perjuicio para las relaciones exteriores», manteniendo así un perfil plano ante el Gobierno de Rabat, pese a que las autoridades marroquíes se niegan a reconocer las «esferas de soberanía» legalmente establecidas y que se comprometieron teóricamente a respetar. Algo que, en realidad, nunca han hecho ni harán: para Marruecos, es una reivindicación histórica a la que jamás renunciará.
Desde Exteriores se han negado a poner a disposición de El Debate, «los informes y documentos al respecto de las medidas adoptadas por el Gobierno una vez conocido el contenido de dicho documento»; «los informes y documentos recibidos y/o remitidos a la UE acerca de dicha comunicación»; asimismo, no han aclarado si los Acuerdos de Alto Nivel suscritos el pasado mes de febrero, cuando Sánchez afirmaba que «vamos evitar todo aquello que sabemos que ofende a la otra parte, especialmente a lo que afecta a nuestras respectivas esferas de soberanía» se han visto afectados tras el exabrupto marroquí.
Para Exteriores, la información requerida por este diario no es importante a los efectos de rendir cuentas y fiscalizar lo que verdaderamente ocurre con el reino alauí, y para ello alega que los informes internos o entre órganos o entidades administrativas constituyen una «información que tiene carácter auxiliar o de apoyo».

Cuanto más aprieta Marruecos con Ceuta y Melilla, más le cuesta al Gobierno demostrar cómo supuestamente las defiende

Según los juristas consultados por El Debate, se trata de una «nueva huida hacia delante de este gobierno, alérgico a rendir cuentas sobre su forma de gobernar en asuntos tan espinosos como éste, pero que en todo caso no hace sino reconocer la personalísima gestión del presidente Sánchez».
Cuando Exteriores califica la información requerida por este periódico como auxiliar, «no hace sino reconocer cómo el presidente Sánchez hace lo que él entiende oportuno en su condición de jefe del Ejecutivo, porque tales informes, cuya existencia no niegan en absoluto, no han incidido sobre la decisión final que Sánchez ha adoptado en toda esta crisis. Quizá por ello mismo Albares se niega a hacer entrega de la nota verbal», añaden.
Fuentes diplomáticas añaden a este periódico que, en las relaciones internacionales, «debe existir huella documental formal de todas las comunicaciones, acuerdos e intercambios»; algo que o no existe o se guarda bajo siete llaves, por alguna razón, tanto en la presunta carta de Sánchez a Mohamed VI cuanto en la defensa de Exteriores sobre las Ciudades Autónomas.

Del espionaje al silencio

Así las cosas, el Gobierno sigue en su empeño de no desvelar nada que tenga que ver con las relaciones bilaterales con Marruecos, algo que ha quedado de manifiesto, según ha publicado El Debate, incluso en lo referente al espionaje al teléfono móvil de Pedro Sánchez.
En ese caso, Moncloa, informa Alicia Martín, prefiere lanzar argumentos de lo más peregrinos, como una supuesta «falta de medios técnicos», para evitar desmentir la relación entre el hackeo del móvil del presidente y el volantazo en el Sáhara, como parecería lógico, y se limita a escudarse en cuestiones técnicas para sortear el escollo.
En concreto, desde la Secretaría General de la Presidencia aseguran que la cuestión se basa «en el planteamiento previo de una situación hipotética», por lo que «conocer la existencia de cualquier documento, en cualquier formato, en el que se recoja información que pudiera corresponderse con los concretos requisitos de contenido que determina la solicitud, requeriría de la revisión, y posterior análisis pormenorizado, de la información en poder de la Presidencia del Gobierno, con el fin de determinar si su contenido, en todo o en parte, pudiera contener información que cumpla los criterios señalados».

Marruecos recibe, España da

Una respuesta que, al igual que la proporcionada por Exteriores, sigue abonando la duda acerca de qué se 'cuece' en realidad en las relaciones diplomáticas entre Madrid y Rabat, en las que parece que Marruecos tiene carta blanca y logra sus objetivos, mientras que el Gobierno español cuida con mimo cada una de las palabras que pronuncia y no obtiene nada: ni siquiera, a estas alturas, la apertura total de las fronteras de Ceuta y Melilla con su incómodo vecino.
No en vano, el hermetismo en torno a este asunto y, sobre todo, a lo relativo al hackeo del móvil del presidente y otros altos cargos del Gobierno es total. De hecho, el ministro Marlaska volvió a tirar el manido «secreto oficial» para guardar silencio, al igual que Margarita Robles negaba el acceso a cualquier información por el carácter secreto de todas las actuaciones del CNI, según la ley 11/2002 de 6 de mayo.
Así las cosas, y mientras Sánchez disfruta de sus vacaciones de Marruecos, uno de los asuntos primordiales en torno a los que han girado las relaciones diplomáticas de España sigue siendo un misterio, aunque lo que es evidente es que mientras el Gobierno español guarda silencio para evitar enfadar a Rabat, al país vecino no le duelen prendas a la hora de mantener sus discursos más nacionalistas.
Hasta el punto de que, hace sólo dos días, uno de los medios de comunicación más influyentes del mundo árabe, Hesspress, daba por cierta la existencia de un plan discreto y sin urgencias para, una vez «recuperado» el Sáhara, avanzar en la apropiación de Ceuta y Melilla e incluso ampliar su influencia sobre las Canarias.
Aún más, en la reciente Fiesta del Trono organizada por Mohamed VI, las credenciales de sus invitados, incluidos los españoles, llevaban inscrito en árabe los lemas «Ceuta ocupada» y «Melilla ocupada». En el acto estuvieron los ministros de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y de Agricultura, Luis Planas, curiosamente víctimas del espionaje de «Pegasus» que afectó al propio Pedro Sánchez.
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