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28 de abril de 2024

La ministra Piar Llop, colocándose el pinganillo junto a María Jesús Montero

La ministra Piar Llop, colocándose el pinganillo junto a María Jesús MonteroEFE

Otra línea roja

El PSOE finge que la reforma del pinganillo es inofensiva y sus propios socios lo desmienten

El mensaje que llevaron los portavoces separatistas al primer Pleno plurilingüe de la legislatura no necesitó traducción: «Esta reforma pone de manifiesto que somos una nación», celebró la de Bildu

El Congreso de los Diputados se ha convertido en ese sitio donde Gabriel Rufián (ERC) puede proclamar a los cuatro vientos que las lenguas «no son patrimonio del independentismo» y, al cabo de unos minutos, Joseba Andoni Agirretxea (PNV) recriminar al popular Borja Semper que hable en euskera en la tribuna durante unos segundos.
El debate sobre la reforma del reglamento de la Cámara Baja para permitir el catalán, el euskera y el gallego en toda la actividad parlamentaria -oral o escrita- tardó poco en mostrarse como lo que era: el pago del PSOE a sus socios por hacer a la socialista Francina Armengol presidenta del Congreso y, a juicio de la oposición, una «trampa» del independentismo, como la calificó Sémper.
Trampa camuflada con palabras inofensivas como «diversidad», «pluralidad», «fuente de riqueza», «cordialidad», «normalidad» y «respeto a las minorías», que esgrimieron varios de los portavoces para dulcificar la realidad: a partir de ahora, los diputados españoles tendrán que utilizar pinganillo para entenderse dentro del hemiciclo.
No obstante, no todos lo harán: «No vamos a formar parte de este sainete independentista. Se pueden ahorrar nuestros traductores y nuestros pinganillos», adelantó la portavoz de Vox, Pepa Millán. Su grupo parlamentario, encabezado por Santiago Abascal, protagonizó una de las imágenes de la jornada, cuando uno detrás de otro sus 33 diputados abandonaron sus escaños y dejaron sus dispositivos sobre el escaño vacío de Pedro Sánchez (de viaje en Nueva York).

El viraje del PSOE

El diputado del PSOE José Ramón Gómez Besteiro, gallego, trató de explicar cómo es posible que en junio de 2022 su grupo parlamentario votara en contra de una propuesta similar, entonces impulsada por ERC, el PNV, Junts y el PDeCAT, y ahora la abrace con entusiasmo. Tanto, que los socialistas y sus socios ni siquiera han esperado a que la reforma del reglamento se vote y apruebe el jueves, sino que la aplicaron ya este martes. A pesar de las quejas en saco roto del PP y Vox por tal anomalía, ante lo que los populares incluso llegaron a pedir la suspensión del Pleno.
Gómez Besteiro intentó ser convincente, en gallego y en castellano. Afirmó que la reforma del reglamento pone fin a «una anomalía histórica» y que llevar pinganillo es un precio muy pequeño con tal de «avanzar» en la normalización del uso de las otras lenguas, que simboliza la «unión en la diversidad», según el diputado socialista. Hace 15 meses, por el contrario, el PSOE decía que las lenguas propias no ponían «ser utilizadas de forma mezquina e intentar confundirlas con el separatismo».
Sea como fuere, toda la argumentación del diputado socialista se vino abajo cuando tomó la palabra la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, que despojó a esta reforma de la piel de cordero en la que han querido envolver el PSOE y Sumar. «Esta reforma pone de manifiesto que somos una nación. El euskera es nuestra lengua y vivir en euskera es nuestro derecho. Éste es un Estado plurinacional y la nuestra una nación con su propia lengua y su propia idiosincrasia», celebró Aizpurua. «No vamos a tirar la toalla hasta conseguir una Euskal Herria libre», prometió.
Mertxe Aizpurua pasa por delante de Yolanda Díaz

Mertxe Aizpurua pasa por delante de Yolanda DíazEFE

Minutos después secundó a Aizpurua sobre la tribuna el diputado del BNG, Néstor Rego. «El gallego es la lengua de mi país, la lengua de mi pueblo», señaló. Y definió la llegada de las otras lenguas al Congreso como «un acicate para continuar avanzando».
Y remató la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, que dejó muy claro que esto no ha hecho más que empezar, en una legislatura que estará marcada por el debate -o el desafío, para algunos- territorial. «Esto va de país, va de nación, va de mentalidad de Estado, de una relación de igual a igual y de hacernos respetar. El catalán ha sido y es lengua nacional. Estamos en el camino imparable hacia la libertad», proclamó la diputada de Carles Puigdemont.
Por si los separatistas no saben qué más pedir a Sánchez, la portavoz de Sumar, Marta Lois, les dio una idea al sugerir que el catalán, el euskera y el gallego sean materia escolar en todo el país. «Éste es un primer paso que debe acompañarse de otro: que se estudien las lenguas cooficiales en todo el territorio (…). La pluralidad lingüística no se limita a las comunidades con lenguas cooficiales, sino a toda España», sostuvo Lois.
Todos ellos tuvieron enfrente al popular Sémper, que recriminó a los independentistas su «relato de falsos agravios», como si el catalán, el euskera y el gallego estuvieran perseguidos. Cuando está ocurriendo -señaló- lo contrario: es el castellano el desterrado de algunos ámbitos, como la escuela catalana. «Lo que están haciendo ustedes es atentar contra lo común», lamentó.
También, a la portavoz de Vox, que le preguntó a Yolanda Díaz en qué idioma habló con «el prófugo de la Justicia» -en alusión a Puigdemont- cuando se entrevistó con él en Bruselas. Y al diputado de UPN Alberto Catalán, que lo llamó «chantaje político» con todas las letras. Y en castellano.
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