Fundado en 1910

17 de mayo de 2024

Pedro Sánchez y el número 3 del PSOE con la portavoz de Junts en el Congreso

Pedro Sánchez y el número 3 del PSOE con la portavoz de Junts en el CongresoEFE

Hacia la investidura

El PSOE contiene la respiración: un paso en falso puede malograr la fase decisiva de la negociación

Aunque solo Bildu ha garantizado a Sánchez sus votos, la sensación es que el acuerdo está más cerca que hace 10 días. Pero Puigdemont y la guerra entre Junts y ERC siguen siendo las amenazas

Terminada la ronda de contactos de Pedro Sánchez con lo partidos del arco parlamentario, en el PSOE contienen la respiración. Las negociaciones para la investidura del candidato han entrado en la fase decisiva y cualquier paso en falso puede dar al traste con el trabajo que las partes empezaron tras las elecciones del 23 de julio.
De ahí que, este viernes, la portavoz de Junts en el Congreso optara por medir cada una de las pocas palabras que pronunció tras reunirse con Sánchez en la Cámara Baja. El líder de Junts, Carles Puigdemont, sigue representando la principal amenaza. En el PSOE reconocen que para que el pacto cristalice Puigdemont tiene que abandonar su estrategia de confrontación con el Estado, y ese «viraje» lleva tiempo. Por eso no quieren meterle prisa.
Después de las conversaciones mantenidas por el presidente en funciones, solo Bildu dio este viernes su apoyo categórico y rotundo a la reelección del líder del PSOE, puesto que la formación de Arnaldo Otegi tiene por costumbre cobrarse las facturas en diferido. Los demás, empezando por el PNV y siguiendo por ERC, el BNG y sobre todo Junts, no quisieron comprometer aún sus votos. Y, sin embargo, la sensación general es que el pacto está más cerca que hace 10 días. El independentismo ha bajado los decibelios y reina la discreción previa a cualquier acuerdo.
No obstante, desde el PSOE insisten en que la imprevisibilidad de Puigdemont y la guerra que libran ERC y Junts hacen que el escenario de una repetición electoral siga sin poder descartarse. Porque Sánchez quiere algo más que los 14 votos del independentismo catalán a cambio de la amnistía. Quiere garantías de que apoyarán los Presupuestos de 2024 y el reconocimiento, al menos implícito, de que la vía unilateral es agua pasada. Explícito va a ser imposible.

La única baza de Sánchez

El problema para el candidato del PSOE es que no está en condiciones de exigir mucho. La única baza con la que está jugando es la perspectiva de un Gobierno del PP y Vox, con el que todos los socios de Sánchez vivirían mucho peor, según el argumentario socialista. Pero ese motivo, por sí solo, únicamente le ha servido con Bildu.
«Los votos de ERC se sudan», resumió el miércoles el portavoz de ERC, Gabriel Rufián. Quien, además, cambió el paso al presidente en funciones al circunscribir esta negociación a la investidura. No es extensible ni a los Presupuestos del año que viene ni mucho menos a la legislatura, añadió.
El propio Sánchez reconoció el jueves, durante los corrillos de la Fiesta Nacional, la «complejidad» del círculo que él y sus negociaciones han de cuadrar antes del 27 de noviembre, la fecha tope para investir a un presidente del Gobierno o ir de cabeza a elecciones el 14 de enero. El candidato del PSOE afirmó en varias de sus últimas intervenciones que, una vez que escuchara a todos los partidos del arco parlamentario –menos a Vox–, fijaría postura. Sin embargo, por lo que deslizan en Ferraz no parece que vaya a comparecer próximamente ante la prensa.
También habrá que seguir esperando para conocer la proposición de ley de amnistía que preparan los socialistas. Y que, en principio, será registrada antes de la investidura, pero después de que haya un acuerdo (si lo hay). Por lo pronto, Sánchez justificó el jueves abrirse a «medidas de gracia» porque «cinco grupos» se las han pedido durante su ronda de contactos, y juntos suman 56 escaños.
Pedro Sánchez con los portavoces de Bildu en el Congreso y el Senado

Pedro Sánchez con los portavoces de Bildu en el Congreso y el SenadoEFE

En los últimos días ha hecho otras concesiones cargadas de simbolismo: la llamada al líder de Esquerra, Oriol Junqueras, que ERC llevaba tiempo reclamándole en privado, y la fotografía con los portavoces de Bildu y Junts.
Hay muy pocas certezas en torno a esa proposición de ley orgánica. Si acaso, las diferencias con la de Sumar: no incluirá a los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado encausados ni tampoco abarcará una década, que son dos de las singularidades de la propuesta que presentaron los de Yolanda Díaz el pasado martes.
Una propuesta de la que los socialistas se desmarcaron enérgicamente, aunque hay dos interpretaciones al respecto. La primera, que Sánchez está utilizando a Díaz para desdramatizar la iniciativa del PSOE, y que parezca el mal menor porque la de Sumar va más lejos. La segunda, que la vicepresidenta segunda no está actuando en coordinación con su socio, sino por su cuenta, para enfado de los socialistas por su excesivo afán de protagonismo.
Se suponía que la próxima semana, la inmediatamente posterior a la Fiesta Nacional, era una de las dos que se había fijado el PSOE para la posible investidura. Eso al principio. Pero los acuerdos a varias bandas necesitan mucho más tiempo, y desde que empezó octubre los socialistas sitúan las fechas en el ecuador de noviembre. «No tenemos ansiedad por una fecha», repiten y se repiten a sí mismos.
Comentarios
tracking