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30 de abril de 2024

Ana Martín
Ana Martín

No habrá paz para Sánchez en 2024: Frankenstein II le enseña las fauces

El equilibrista de la política española se enfrentará en el nuevo año al más difícil todavía. Sin más red que la de saber que, para sus socios, todo es mejor que un Gobierno del PP con Vox

Madrid Actualizada 04:30

Pedro Sánchez, tras su comparecencia del pasado miércoles en la Moncloa

Pedro Sánchez, tras su comparecencia del pasado miércoles en la MoncloaEFE

A Pedro Sánchez se le puso una sonrisa de oreja a oreja cuando, durante su comparecencia de fin de año del miércoles en la Moncloa, una periodista le preguntó: «¿Nos puede garantizar que usted estará durante toda la legislatura?». «Sí, por supuesto», respondió él, enseñando dientes.
Hacía apenas dos horas que la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, había anunciado que en enero su partido votará en contra de la convalidación de, al menos, uno de los tres decretos ley aprobados por el Consejo de Ministros en las dos últimas semanas de 2023, situándolo al borde del abismo. De manera que nada más comenzar el año vendrán curvas para el Gobierno de coalición. Pero, aun así, el presidente sonrió mucho.
El equilibrista de la política española se enfrentará en este 2024 al más difícil todavía. Sin más red que la de saber que, para todos sus socios, cualquier cosa es mejor que un Gobierno del PP apoyado desde dentro o desde fuera por Vox. Aunque no debería fiarse de que esa máxima valga también para Carles Puigdemont, porque el expresidente de la Generalitat prófugo ya anda por ahí amenazando con apoyar una hipotética moción de censura de Alberto Núñez Feijóo (hoy por hoy impensable) si Sánchez no cumple.
Carles Puigdemont se dirige a Pedro Sánchez en el Parlamento Europeo

Carles Puigdemont se dirige a Pedro Sánchez en el Parlamento EuropeoEFE

Este 2024 será malo para Sánchez o malo para España. Irremediablemente, uno de los dos saldrá perdiendo. O el presidente sale del nuevo año debilitado por no pagar sus hipotecas con el independentismo, que irán subiendo a medida que se acerquen las elecciones; o el país entrará en fase de deconstrucción nacional. Conociendo la trayectoria del autor intelectual -que no material- de Manual de resistencia y Tierra firme, lo más probable es que ocurra lo segundo.

El año 2024 será malo para Pedro Sánchez o malo para España: uno de los dos saldrá perdiendo

El primer año de la nueva legislatura estará marcado por tres procesos electorales, que muy posiblemente acaben siendo cuatro. También lo estará por la incierta aplicación de la amnistía por parte de los jueces, y por ese último intento del PSOE y el PP de renovar el CGPJ con la mediación de la Comisión Europea.
Asimismo, estará determinado por la voracidad de Junts y ERC. Y por la dificultad máxima para el Ejecutivo de sacar cada votación adelante en el Congreso, con socios antagónicos entre sí y los cinco diputados de Podemos dando coces al Gobierno. Sin olvidar los recortes a los que obligará la vuelta a la disciplina fiscal dentro de la UE. Y todo ello, mientras Puigdemont juguetea con el detonador de la legislatura.

Las primeras pruebas

Nada más volver de sus vacaciones, Sánchez se enfrentará a las primeras pruebas. En enero, el Congreso tiene convalidar tres decretos ley sobre la reforma del subsidio de desempleo, la transformación digital y procesal de la Administración de Justicia y, el último, el decreto anticrisis aprobado por el Consejo de Ministros el miércoles. Ello servirá para tomar la temperatura de la mayoría Frankenstein. Si el PP, Vox y UPN votan en contra de los tres, el Gobierno necesitará en cada uno 172 síes para sortear 171 noes. Con que solo uno de sus aliados votara no (Junts, ERC, Bildu, el PNV o Podemos), la cuenta ya no saldría. Y eso va a ser una constante toda la legislatura.
También a comienzos del año, el PSOE tiene que terminar de expulsar la proposición de ley de amnistía, convertida en una piedra en el riñón de España. ERC y Junts están negociando con los socialistas varias enmiendas para asegurarse de que su cobertura será total. El PSOE insiste en que solo aceptará «mejoras técnicas», pero es evidente quién tiene la sartén por el mango. El día 9 de enero, el Pleno debatirá las enmiendas a la totalidad en las que trabajan PP y Vox, que caerán en saco roto. Después, el PSOE pactará las enmiendas parciales con el independentismo y en febrero la proposición de ley saldrá del Congreso hacia el Senado. Ahí su tramitación será más lenta, por la mayoría absoluta del PP. Sin embargo, el PP puede apretar, pero no ahogar.
La Cámara Alta también será un incordio para el Gobierno cuando haya que aprobar -recién comenzado el año- la senda de estabilidad, el paso previo a los Presupuestos Generales de 2024, porque ahí sí posee capacidad de veto. Aunque la ministra de Hacienda tiene un plan B, como ya contó El Debate: este año puede utilizar los objetivos de déficit y deuda anteriores y, más adelante, cambiar la Ley de Estabilidad Presupuestaria para despojar al Senado de su criptonita.
El año arranca con un nuevo responsable en el Ministerio de Economía, Carlos Cuerpo. Para que los resortes del área económica del Gobierno no se vean alterados con la salida de Nadia Calviño, Sánchez ha ascendido a María Jesús Montero, que será quien se bata el cobre con Yolanda Díaz. Cuerpo estará a otra cosa: al final de la fiesta del gasto público, toda vez que la UE pactó in extremis a final de 2023 la vuelta a la disciplina fiscal, después de cuatro años sin que los Veintisiete hayan tenido que cumplir objetivos de deuda pública y déficit (por el coronavirus). Si la anterior legislatura Sánchez gastó a manos llenas y aun así sus socios no le pusieron la mayoría parlamentaria fácil, con un gasto necesariamente menor será más difícil.
El año 2024 discurrirá en torno a una maraña de mesas de diálogo y comisiones bilaterales con los secesionistas, todas para llegar al mismo puerto: el de asegurar los privilegios pactados para la investidura (traspaso de Rodalies, condonación de 15.000 millones euros de deuda, lo más parecido a una Hacienda propia…) y alicatar el futuro referéndum, como quiera que vaya a llamarse.
A la mesa con Junts, con la mediación del diplomático salvadoreño Fernando Galindo, se unirá otra con ERC, con un mediador aún por determinarlo (pero haberlo, lo habrá). A mayores, en su reciente reunión en Barcelona Sánchez y Pere Aragonès pactaron la reactivación de la mesa entre el Gobierno y la Generalitat, que viene de la pasada legislatura. Y habrá varias comisiones bilaterales, de carácter más técnico, para cerrar el traspaso de varias competencias. Además, Aragonès quiere también una mesa de partidos catalanes.

Tres elecciones, que pueden ser cuatro

Por último, pero seguramente lo más determinante, 2024 será un año -otro- electoral. La noria comenzará en febrero con los comicios en Galicia, aunque en ellos no es Sánchez quien tiene algo que perder, sino Feijóo. Y, si acaso, Yolanda Díaz. Las expectativas de la izquierda de desalojar al PP son tan bajas que si el BNG y el PSdeG dieran la campanada sería un enorme mazazo para el líder de los populares.
Yolanda Díaz y Albert Núñez Feijóo, en la concierto de clausura de la presidencia española de la UE

Yolanda Díaz y Albert Núñez FeijóoEFE

Para lo que le interesa al presidente, más importantes serán las elecciones vascas, aún sin fecha, porque en ellas se enfrentarán dos de sus aliados: el PNV y Bildu. Si gana Imanol Pradales, el PSE reeditará su coalición con el PNV y aquí paz y después gloria. Pero si gana Bildu, Sánchez tendrá un problema. No en vano, él mismo sentó un precedente el 28 de diciembre en Pamplona, entregando el Ayuntamiento a Joseba Asiron. Tras eso, ¿qué argumento utilizaría para negarle a Bildu el Gobierno vasco?
Después, el 9 de junio, llegarán las elecciones europeas. Éstas supondrán un auténtico cara a cara entre Sánchez y Feijóo, aunque con candidatos interpuestos. Y serán la primera reválida para el nuevo Gobierno de coalición, cuando lleve poco más de once meses de vida.
El año puede acabar con una traca final de consecuencias impredecibles: los comicios catalanes, que en teoría tocan en febrero de 2025, pero que muy probablemente se adelanten al último trimestre de 2024. Si Junts y ERC están envalentonados ahora, cuánto más lo estarán cuando se abra el telón electoral en Cataluña.
El 2024 será un año de muchas incertidumbres y una certeza: cuando termine, Pedro Sánchez todavía estará allí, como el dinosaurio de Augusto Monterroso.
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