Llegada de Juana Rivas al punto de encuentro designado para la entrega de su hijo menor, Daniel, al padre Francesco Arcuri
Alienación Parental
El caso Juana Rivas destapa el maltrato silenciado de las «madres protectoras» a sus hijos menores
La exposición pública de Daniel Arcuri en el primer intento de entrega a su padre, por orden de un tribunal, obligaba a la juez del caso a proteger al menor y prohibir, este viernes, la presencia de activistas y asesores
Un niño de once años expuesto, indefenso y sometido a una presión publica innecesaria e incomprensible, por su propia madre. Una jauría de asesores, activistas, palmeros, ideólogos, propagandistas e irresponsables de toda condición actuando en pro de su negocio y de cara a la galería. Una nube de medios de comunicación poniendo el foco, sin ser muy conscientes de ello, en el maltrato silencioso de las denominadas «madres protectoras» –eufemismo acuñado por la ex ministra de Igualdad Irene Montero para justificar a aquellas mujeres que secuestran– a sus hijos menores de edad.
El enésimo capítulo del culebrón Juana Rivas, ocho años después del primero, ha servido para destapar el maltrato silenciado que este tipo de madres ejercen sobre sus vástagos. Un maltrato casi invisible, que actúa como lluvia fina y que provoca daños psicológicos, a veces, irreparables, en mentes y personalidades que, todavía, están sin formar.
Un maltrato que pasa por someter al hijo a la presión de elegir entre uno de sus dos progenitores, al espectáculo de tener que hablar mal de él para contentar al otro o, incluso, el de soportar no verle, ni tener contacto porque si lo hace, el otro, el custodio que lo es para cuidarlo, se enfada.
Para la abogada de familia e infancia Delia Rodríguez «maltrato es interferir en la relación de un hijo con el otro progenitor con ánimo de perjudicar o destruir el vínculo» que les une y que debe unirles. «Maltrato es hacer pensar a un niño que ha pasado algo que no es real» o «manipularle hasta el punto de sentir que odia» a su otro progenitor. «Maltrato es victimizarse delante» de un niño «con el objetivo de que piense que el otro progenitor es el culpable de todo» lo malo que le pase. Un maltrato que si bien existe, con frecuencia, «si se denuncia no prospera», ni en la mayoría de las ocasiones «tiene una consecuencia contundente en los procesos de familia» contra quien lo practica, denuncia la letrada.
Juana Rivas ya fue condenada a cinco años de cárcel por dos delitos de sustracción de menores, uno por cada hijo, que el Supremo confirmó en 2021, aunque reduciendo la pena impuesta a la mitad, al entender que debía castigarse la conducta pero no por duplicado, sino para los dos hijos en simultáneo.
Pese a que el Gobierno indultó, de manera parcial a la granadina, librándola de la prisión, la vigencia de la medida de gracia depende de que la condenada no reincida en cometer el mismo delito. Y, cabe recordar, que esta misma semana la Audiencia de Granada admitía revisar la denuncia presentada por Francesco Arcuri, por un nuevo delito de sustracción de menores dado que tras las vacaciones de Navidad, Rivas no había devuelto a su hijo menos, Daniel, a Italia con su padre, pese a estar obligada a hacerlo.
Finalmente, la entrega del menor se producía este viernes en Granada, después de que la Justicia española ordenara realizarla, hasta en dos ocasiones. La segunda, incluso, vetando cualquier presencia en la misma de asesores varios y activistas que pudiesen contribuir, una vez más, al habitual circo.