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Óscar López, ministro de Transformación Digital y de la Función Pública

Óscar López, ministro de Transformación Digital y de la Función PúblicaEP

Investigación

Sánchez nombró ministro a López poco después de que llamara a Barrabés para pedirle «sacar de la ecuación» a Begoña Gómez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, nombró a Óscar López ministro de Transformación Digital y Función Pública cinco meses después de que éste llamara al empresario Juan Carlos Barrabés para pedirle que apartara de cualquier polémica a Begoña Gómez, esposa del jefe del Ejecutivo. En esa conversación, López utilizó una frase que ha quedado grabada: «Hay que sacar a Begoña de la ecuación».

La gestión se produjo cuando López era todavía director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, es decir, el hombre de máxima confianza de Sánchez. Según publicó este periódico, los hechos se remontan a la noche del 1 al 2 de abril de 2024. Entonces, López telefoneó a Barrabés para advertirle de que un medio de comunicación, El Confidencial, le había llamado para recabar su versión sobre la carta de recomendación firmada por Gómez. Durante la charla, el hoy ministro repitió varias veces la petición: «Por favor, saca a Begoña de la ecuación».

Cinco meses después de esa llamada, Sánchez ascendió a López al Consejo de Ministros. El nombramiento, además de reforzar su poder político, le otorgó aforamiento. Esto significa que, si en el futuro fuera llamado a declarar por el magistrado Juan Carlos Peinado, instructor del caso en el Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid, el procedimiento se vería retrasado ya que habría que solicitar un suplicatorio al Congreso de los Diputados y, en lo que respecta a López, la causa pasaría al Tribunal Supremo.

La carta en la que la mujer del presidente avalaba a Barrabés tuvo consecuencias directas. Gracias a ese documento, la empresa pública Red.es, dependiente entonces del Ministerio de Economía, adjudicó a una UTE liderada por el empresario dos contratos por 10,2 millones de euros. Esta misma semana, la Unidad de Apoyo de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) remitió a la Fiscalía Europea un informe en el que se concluye que las fórmulas empleadas por las mesas de contratación en esos expedientes estaban manipuladas y permitieron inflar los precios.

Tras la exclusiva de El Debate sobre la llamada, el asunto aterrizó en el Senado. El popular Javier Merino preguntó directamente a López: «¿Exigió sacar a Begoña Gómez de la ecuación a cambio de más adjudicaciones públicas para el señor Barrabés? ¿Lo exigió para otorgar más influencia en La Moncloa a Barrabés? ¿O porque se lo pidió el propio presidente del Gobierno, a la sazón su marido?». La respuesta de López fue asegurar que todo se trataba de «un bulo como una catedral».

Una instrucción «nítida y tajante»

Sin embargo, el episodio dio un giro cuando el Ejecutivo, obligado por el PP a contestar también por escrito, tuvo que dar una respuesta oficial. En este caso, el Gobierno no negó expresamente que la comunicación hubiera tenido lugar, pero se limitó a calificar los hechos como «una información periodística» sin entrar en el fondo. Para evitar comprometerse, añadió que la actividad del Ejecutivo «no consiste en comentar estas cosas».

Según el libro La Sagrada Familia de Alejandro Entrambasaguas, uno de los detalles más reveladores es la forma en que López consiguió comunicarse con el empresario. «¿Cómo pudo un alto cargo del Gobierno tener acceso al número personal de un ciudadano supuestamente anónimo?», se pregunta el relato, que apunta a la capacidad de La Moncloa para obtener datos privados y preparar con antelación la conversación. Las fuentes citadas remarcan que la llamada no se produjo de manera improvisada sino como parte de un dispositivo estratégico diseñado desde el núcleo duro del Ejecutivo.

El volumen también subraya que el mensaje trasladado a Barrabés no fue una sugerencia sino una orden en toda regla. El texto enfatiza que no se trató de un ruego ni de una recomendación amable sino de «una instrucción nítida y tajante cuyo único objetivo era impedir que el nombre de la esposa del presidente quedara vinculado públicamente a adjudicaciones públicas».

La presión psicológica sobre el empresario también quedó reflejada en el libro, que recoge cómo tras esa conversación «Barrabés no pudo conciliar el sueño», consciente de que estaba atrapado en una operación política que no controlaba. La obra concluye que la llamada fue mucho más que una gestión de crisis ya que formó parte de una estrategia orquestada desde Moncloa para blindar a Begoña Gómez, controlar el relato mediático y desactivar cualquier intento de vincularla con la trama de contratos públicos.

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