Carles Puigdemont
Truco o trato
Puigdemont perdona la vida al Gobierno pero lo condena a un bloqueo insoportable
Entre susto y muerte, Puigdemont se quedó en susto. Tampoco rompió todos los puentes, sino que aconsejó a los socialistas que recapaciten. Alivio entre estos últimos, aunque no tienen motivos para alegrarse
«¿Es posible hacer caer el Gobierno de Madrid desde la capital del Ripollés? Yo creo que sí», se preguntaba y se respondía a sí misma en X la líder de Alianza Catalana, Sílvia Orriols, horas antes de que Carles Puigdemont reuniera a la cúpula de su partido en Perpiñán.
Llegó el día. La Ejecutiva de Junts aprobó por unanimidad romper con el Gobierno de Pedro Sánchez y pasar a la oposición. Puigdemont compareció para anunciar una consulta entre sus bases entre el miércoles y el jueves y para advertir al presidente de que, a partir de ahora, no podrá gobernar. Y ahí se quedó. No dio un solo paso más, lo que se tradujo en alivio en las filas socialistas, donde rápidamente reiteraron su «mano tendida» y su «máximo respeto» a las decisiones internas de Junts.
Entre el susto y la muerte, Puigdemont se quedó en el susto. Perdonó la vida al Ejecutivo, aunque a cambio lo haya condenado a un bloqueo insoportable. Ni siquiera insinuó, ni de rondón, la posibilidad de apoyar una moción de censura del PP, el único instrumento efectivo que tiene la oposición para tumbar a un Ejecutivo. Al contrario, recordó que cuando Junts tuvo que elegir entre el PP y el PSOE hace dos años, eligió al PSOE. «Que quede claro», señaló.
Truco o trato
Tampoco recicló su idea de que Sánchez se someta a una cuestión de confianza, una bicicleta sobre la que Junts estuvo pedaleando tres meses entre diciembre y el pasado febrero. Es más. Ni siquiera rompió todos los puentes, sino que acabó aconsejando a los socialistas que recapaciten, como el padre que cuenta hasta cinco antes de poner el castigo: «El PSOE tiene que reflexionar y responder a la ciudadanía de qué manera piensan continuar, de qué manera piensan gobernar el país», señaló. El truco o trato de este Halloween político.
En otras circunstancias, Puigdemont se habría jactado de romper con el Gobierno. Sin embargo, ayer se justificó por hacerlo, casi se disculpó
«El PSOE ha roto el acuerdo de investidura a conciencia, no podrán decir que no estaban avisados. Estaban advertidos porque les hemos dado muchas oportunidades para que cambien. El PSOE es el máximo responsable, son ellos los que tienen a su alcance todas las palancas del poder, nosotros solo tenemos siete diputados», argumentó Puigdemont, queriendo que quedara muy claro quién es el culpable. En otras circunstancias, el líder de Junts se habría jactado de romper con el Gobierno de España. Sin embargo, ayer se justificó por hacerlo, casi se disculpó. Su debilidad interna y externa es cada vez mayor.
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A efectos prácticos, la decisión de Junts aboca a la legislatura a una situación de bloqueo y asfixia que, en realidad, no dista tanto de la existente hasta ahora. Porque los Presupuestos Generales de 2026, si es que el Gobierno se decide a presentarlos de una vez, ya estaban condenados antes del golpe en la mesa de Puigdemont. Y todas las iniciativas del Ejecutivo ya tenían que pasar el filtro de Junts, muchas veces sin éxito. Como, recientemente, la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, la supuesta medida estrella de la vicepresidenta Yolanda Díaz para esta legislatura.
Sánchez ya había asegurado en el pasado que si el Congreso no aprueba los Presupuestos de 2026 prorrogará por tercer año los de 2023, y que gobernará «sin el concurso del poder legislativo» si es necesario. Así que su pretensión es seguir adelante. A diferencia de la presidenta de Extremadura, María Guardiola, que ante la falta de Presupuestos compareció ayer para anunciar elecciones el 21 de diciembre. «Frente al bloqueo, elecciones», le dijo Alberto Núñez Feijóo al presidente para que se aplicara el cuento.
Desde Ferraz y la Moncloa interpretan el movimiento de Puigdemont como un gesto en clave interna, necesario para calmar a los dirigentes y a las bases de Junts. «Respetamos absolutamente el funcionamiento interno de cualquier partido político», afirmaron fuentes socialistas este lunes en una primera valoración, dando a entender que son cosas de partido.
La estrategia del PSOE
La estrategia de Sánchez y los suyos será la de no entrar en ningún choque con los independentistas, sino mantener el tono conciliador y poner la otra mejilla: «Mano tendida siempre para seguir dialogando y llegar a acuerdos. Vamos a trabajar como siempre, votación a votación», resumieron fuentes gubernamentales consultadas por El Debate. «Seguiremos ofreciendo la que es, ha sido y será nuestra mejor baza: el diálogo. Así entendemos la política, como un instrumento para tender puentes, y así seguirá siendo», añadieron desde el PSOE.
Pero los socialistas son conscientes de que, además de palabras, necesitarán hechos. Necesitarán acelerar algunas de las carpetas a las que Puigdemont se refirió este lunes durante su comparecencia: publicación de las balanzas fiscales, las proposiciones de ley de Junts para aumentar las penas por multirreincidencia y las medidas contra la ocupación... El primer paso fue el acuerdo anunciado el viernes por el Ejecutivo para buscar, con la colaboración de Alemania, algún tipo de encaje a la oficialidad del catalán, el euskera y el gallego en la UE. Acuerdo que, de momento, tiene solo fachada, porque Alemania matizó que su postura sigue siendo contraria a esa oficialidad.
Aunque en el corto plazo Sánchez no vaya a caer, la cuestión es si el Gobierno puede aguantar mucho tiempo esta inanición motivada por la retirada del apoyo de Junts. Y la respuesta es no, porque esa parálisis total arrastraría consigo al resto de los socios. Los socialistas lo saben, por eso van a intentar devolver a Puigdemont al redil cuanto antes. Después del truco, el trato. O tal vez esta vez ya no.