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María Jesús Montero y Félix Bolaños. hablando en la distancia desde sus escaños

María Jesús Montero y Félix Bolaños. hablando en la distancia desde sus escañosEFE

El hundimiento

El Gobierno toca fondo en un día, cercado en los tribunales y en el Congreso

En un «black thursday» para el PSOE, el juez decreta prisión sin fianza para Ábalos y Koldo García, el Parlamento acaba con la ficción de que habrá Presupuestos de 2026 y Aldama insiste contra Torres

El black friday de este año ha venido adelantado para el Gobierno. Ha sido, en realidad, un black thursday. Los peores pronósticos de los socialistas se cumplieron a lo largo de una jornada que, en lo judicial y en lo político, terminó de forma funesta para el Ejecutivo. Y con la oposición pidiendo a Pedro Sánchez que ponga fin a esta agonía.

El juez Leopoldo Puente decretó prisión sin fianza para el exministro José Luis Ábalos, ocho días después de que saliera de la cárcel su sucesor en la Secretaría de Organización del PSOE, Santos Cerdán. Lo que, además, hace un roto descomunal al Gobierno en el Congreso: con Ábalos aferrado a su escaño, pero sin poder votar, los socialistas pierden cualquier opción de mayoría en las votaciones en las que Junts se abstenga (que son las únicas que, hasta hoy, podía aspirar a ganar). Y la misma suerte corrió Koldo García.

A mayores, la Cámara Baja tumbó la senda de estabilidad (los objetivos de deuda y déficit públicos) de María Jesús Montero, visibilizando que, por más que finja el Gobierno, no existe posibilidad alguna de que saque adelante los primeros Presupuestos de la legislatura. La votación se produjo dos días después de que la Comisión Europea alertase en su informe semestral de que España necesita unos Presupuestos nuevos porque corre el riesgo de incumplir las reglas fiscales. Y sin el presidente en su escaño, que a esa hora estaba reunido con el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, en la Moncloa.

Además, el empresario Víctor de Aldama declaró ante el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno y reiteró que se reunió dos veces con el ahora ministro Ángel Víctor Torres para negociar la compra de mascarillas, y que éste estaba obsesionado con llegar a ser ministro por sus favores a la trama. Además, Aldama acusó a José Luis Rodríguez Zapatero de haber presionado a Ábalos en favor del rescate a la aerolínea Plus Ultra. Asimismo aseguró que Fernando Grande-Marlaska y Salvador Illa estaban al tanto de la reunión con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, en enero de 2020.

También en la Audiencia Nacional, este jueves empezó la cuenta atrás de 10 días que el juez Moreno ha dado al PSOE para que le entregue la relación de pagos en metálico efectuados entre 2017 y 2024, en el marco de su investigación sobre la posible existencia de una contabilidad B en el partido, con fondos de origen ilícito.

De propina, Vox adelantó su más que probable voto favorable a la investidura de Juanfran Pérez Llorca en la Comunidad Valenciana, cerrando así la puerta a cualquier posibilidad de adelanto electoral, como demanda desde hace 13 meses la izquierda. Aunque es evidente que los socialistas intentarán usar ese pacto a su favor.

Y la mañana pudo ser peor si el Tribunal Supremo hubiera hecho pública la sentencia de la condena al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, que aún lo es en funciones hasta que acabe el proceso de nombramiento de Teresa Peramato. Pero de momento los magistrados siguen sin mover ficha.

La mañana empezó mal y acabó peor

Estaba en marcha el debate sobre la senda de estabilidad que el Gobierno llevaba al Congreso este jueves cuando la primera descarga eléctrica recorrió la bancada del grupo parlamentario socialista. Y también la bancada del Ejecutivo, a esa hora solo ocupada por una solitaria María Jesús Montero: la Fiscalía Anticorrupción pedía el ingreso en prisión sin fianza para José Luis Ábalos por riesgo de fuga (horas después haría lo propio con su exasesor). Muchos diputados pudieron leer la alerta en sus teléfonos móviles. Era la señal, casi inequívoca, de que el antiguo número tres de su partido iba acabar este jueves durmiendo entre rejas. El ambiente a esa hora, poco antes del mediodía, seguía siendo de tensa espera. Y nadie del PSOE quería hablar a las cámaras.

José Luis Ábalos, entrando en el Supremo

José Luis Ábalos, entrando en el SupremoEFE

Siguió el debate. Habló el diputado de Junts Josep Maria Cruset para decirle a la vicepresidenta Montero lo que, en realidad, el resto de los grupos también piensan: que el Gobierno nunca ha creído seriamente en aprobar los Presupuestos de 2026. Porque, de ser así, no habría llevado al Congreso, sin negociar, los mismos objetivos de deuda y déficit que ya le echaron atrás el año pasado. Algo parecido le recriminó la portavoz de Podemos, Ione Belarra. La intervención del diputado del PSOE José Antonio González enfureció a la oposición: «Si votan en contra de esta senda, votarán en contra de sus comunidades y ese dinero volverá al Gobierno de España. Demostrando, una vez más, que nunca una oposición tan inútil fue tan útil para el Gobierno», reprochó a los populares.

El panel de votaciones reflejó una derrota contundente: 164 votos a favor, 178 en contra y 5 abstenciones. José Luis Ábalos no votó porque tenía la vistilla en el Supremo. De haberlo podido hacer, tal vez habría prestado un último servicio al PSOE votando a favor. O tal vez todo lo contrario, a tenor de sus movimientos de las últimas horas.

La Moncloa se apresuró a enviar un comunicado a la prensa criticando el voto en contra del PP, no de Junts. «El rechazo de la senda de estabilidad no impide la presentación de los Presupuestos Generales de 2026», según las mismas fuentes. La presentación no, pero la aprobación por el Congreso sí.

Montero abandonó el hemiciclo y se refugió en la zona del Gobierno con el ministro Félix Bolaños. Después salió como una exhalación, contestando apresuradamente a los periodistas. No estaba para muchas declaraciones, y eso que aún quedaba la decisión del juez Puente de enviar a prisión a Ábalos y García, que se hizo pública a las cuatro de la tarde. El Gobierno tocó fondo en una jornada, y Sánchez se fue al Ministerio para la Transformación Digital y de la Función Pública a clausurar la firma del acuerdo con los sindicatos para la subida salarial de los funcionarios, tal vez para ahogar las penas.

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