Vistas de Benamargosa (Málaga), el pueblo más pobre de España
Pobreza en la España vaciada
Por estas razones Benamargosa es el pueblo más pobre de España
La Agencia Tributaria ha publicado un informe de IRPF medio del año 2023 de las poblaciones de más de 1.000 habitantes y sitúa a este pueblo axárquico en el último lugar
Cada céntimo de euro cuenta para los vecinos de Benamargosa. Sus poco más de 1.500 habitantes miden escrupulosamente lo que gastan en agua, luz y combustible. Porque el precio de esos servicios, para ellos y para un magnate que reside en Marbella, es básicamente el mismo, lo que cambia es la cantidad para su uso. Por eso los moradores de casi todas las casas de este pequeño pueblo de la Axarquía profunda les tocó en 2023 (año en el que se basa el informe de la Agencia Tributaria) que hacer equilibrismo con la cartera: de media reciben como renta bruta 13.381 euros, lo que equivale a unos 1.115 euros al mes; es decir, por debajo del umbral del ingreso mínimo, establecido en 1.184 euros brutos mensuales.
La clave está en saber qué ocurrió en Benamargosa en el año 2023 como para perder un 4,4% de poder adquisitivo con respecto al año anterior.
Entre mangos y aguacates
Benamargosa es un lugar con aroma a tierra húmeda tras la lluvia, al mango partido por el sol, al aguacate colgando en árboles que se resisten al olvido. Es también escenario de cifras que cortan el aliento: la renta bruta media por persona es la más baja de todos los municipios españoles con más de mil habitantes. La renta disponible —esa que queda tras pagar impuestos, servicios y lo inevitable— es aún menor: poco más de 12.500 euros al año.
Los vecinos aquí no se quejan por deporte. Un agricultor apunta al origen de todo: «Vivimos del mango y del aguacate y la última DANA nos destrozó.» Y el alcalde, Salvador Arcas, añade que no basta con números: «Este dato es algo puntual… no se puede medir la vida de este pueblo solo con una cifra.» ¿Fue la DANA la culpable?
Radiografía de una vida en el alambre financiero
En Benamargosa pesan las decisiones históricas, los cultivos que cambian —olivo primero, subtropicales ahora— y un territorio sensible al clima extremo: sequías recurrentes, inundaciones devastadoras que arruinan huertos y hieren hogares. Las sequías y las inundaciones afectan mucho a su endémica economía: todo es por el campo. Si hay un buen año, los ingresos medios escalan sensiblemente; si es mal año, hay pobreza. «Aquí muchos tienen su finca, y han plantado aguacates, mangos y limones, y con la sequía extrema de varios años hasta 2023 han tenido que gastar mucho dinero en paliarla e ingresar poco», asegura el alcalde.
El problema, por tanto, es que la mayoría de las familias no tienen un colchón. Si el precio del mango baja, como ha pasado este año, la diferencia entre ganar algo decente y pasar apuros es mínima. Las importaciones de productos de países como Brasil o Israel presionan los mercados; la competencia aprieta, y el productor local apenas se sostiene.
Además, este pueblo, que cuenta con una rica historia, no está entre los favoritos de los turistas para ser visitado. También pesa el envejecimiento: muchos benamargoseños no tienen la energía ni las posibilidades para reinventarse, para formarse en otro oficio, para salir de ese molde en que la tierra lo es casi todo.
Una comunidad que resiste
Pero no todo es sombra. En las plazas, en los bares, en las conversaciones bajo el alero de un árbol, se respira orgullo. Orgullo de pueblo que ha enfrentado inundaciones (como la DANA de noviembre de 2024), de gente que limpia barro, que reconstruye muros, que vuelve a plantar.
Hay belleza también: la Iglesia de Santa María de la Encarnación del siglo XVI; la Ermita de San Sebastián vigilando el valle; panorámicas que recuerdan que, aunque la vida sea dura, no todo está perdido. A pesar de figurar este año como el pueblo más pobre de España, «los bares están llenos y respira buen ambiente», recuerda el regidor.
En Benamargosa se busca ayuda, mejoras de infraestructura, diversificación económica. Se pide que no se vea al campo solo como alivio, sino como oportunidad sostenible; que no se olvide que un pueblo pequeño puede ser también semilla de resiliencia.