Catedral de Sevilla

Catedral de Sevilla

Sevilla

¿De dónde viene la expresión 'quien fue a Sevilla perdió su silla? ¿Qué significa?

Procede de un acontecimiento histórico ocurrido durante el reinado de Enrique IV

Uno de los refranes y dichos más conocidos en España es el famoso «quien fue a Sevilla, perdió su silla». Y, a pesar de que se usa mucho y en todo tipo de contextos, lo cierto es que son pocos los que conocen con certeza el origen de esta expresión.
La frase procede de un hecho histórico acontecido, en el siglo XV, durante el reinado de Enrique IV, e involucra a dos familiares que eran arzobispos. La historia comienza con la Catedral gótica de Sevilla. En 1453 el cardenal Cervantes fallece y lo entierran en una de las capillas más destacadas de la catedral, ya que era una figura muy importante en la Iglesia sevillana.
Para reemplazar al antiguo arzobispo, se le fue concedido el puesto a Alonso I de Fonseca, una persona de la confianza del rey de Castilla, hermanastro de la futura reina Isabel I de Castilla, la conocida Isabel la Católica.
Al mismo tiempo que ocurría esto en Sevilla, en Santiago de Compostela, la vacante de arzobispo también había quedado vacía. En este caso, la persona elegida para ocuparla fue el sobrino del prelado sevillano, que también llevaba de nombre Alonso de Fonseca.
En aquel entonces, la situación en Santiago de Compostela era inestable, por lo que el sobrino le pide a su tío que se intercambiaran. Así ocuparía el tío el arzobispado de Santiago para apaciguar la situación, y él tomaría el puesto en Sevilla. La idea era que se mantuviera este cambio hasta que la situación en el norte se regularizara.
El cambio se efectúa y pasan cinco años, hasta que se alcanza la normalidad y vuelve la estabilidad a Galicia. Así, Alfonso de Fonseca, el tío, le pide a su sobrino que prepare todo porque ya es hora de regresar a Galicia. Alonso de Fonseca, sobrino, debió de haber estado muy a gusto en Sevilla, ya que cuando su tío le hace esta petición, este se niega a volver a Galicia. Ahí se acuñó «quien se fue de Sevilla perdió su silla».
Aferrado a su silla en Sevilla, terceros tuvieron que intervenir. Se recurrió a un mandamiento papal, además de la intervención del rey castellano. El resultado fue que cada uno se quedó con la plaza que se les había asignado originalmente, y unos cuantos ahorcamientos de algunos de los partidarios del sobrino.
Comentarios
tracking