
El líder de Junts, Carles Puigdemont, y la de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, en sendas imágenes de archivo
Política
Puigdemont se asusta y echa el freno de mano para no convertir a Orriols en una mártir
Junts se niega a integrarse en un ‘gobierno Frankenstein’ en Ripoll porque teme el rechazo a esta decisión entre sus votantes
Aunque apenas tiene algo más de 10.000 habitantes, el pequeño pueblo de Ripoll (Gerona) se ha convertido en el epicentro de la actualidad política catalana esta semana. Su alcaldesa, Sílvia Orriols, es también la líder de Aliança Catalana (AC), una formación de nuevo cuño que combina un nacionalismo radical e hispanófobo con posiciones muy críticas con la inmigración ilegal o el islamismo.
Desde las elecciones autonómicas de 2024, Orriols viene combinando su labor como alcaldesa –ella prefiere el término catalán batllesa, de reminiscencias medievales– con su escaño en el Parlament. En estos momentos AC tiene dos diputados, pero la encuesta más reciente del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) pronostica que su representación puede multiplicarse hasta los seis o siete escaños en los próximos comicios, a costa –sobre todo– de ex votantes de Junts.
En Ripoll, Orriols gobierna en minoría y con la oposición en pie de guerra, hecho que le ha impedido pactar unos Presupuestos para 2025. Hace un mes, la alcaldesa lanzó un órdago: se sometió a una cuestión de confianza y la perdió, abriendo un plazo de cuatro semanas para que la oposición –Junts, ERC, el PSC, la CUP y Som-hi Ripoll– armase un ‘gobierno Frankenstein’ a la gerundense.
Volantazo de Puigdemont
En caso de que estos cinco grupos no alcanzasen un acuerdo con mayoría suficiente como para hacer prosperar una moción de censura, según el reglamento, los Presupuestos quedarían aprobados automáticamente y Orriols podría continuar al frente del consistorio. El plazo termina esta semana, que empezó con un lunes en el que todo parecía indicar que habría acuerdo, y que PSC, Junts y ERC compartirían el gobierno municipal.
Este martes al mediodía, sin embargo, Junts decidió abortar el proceso. Por medio de un comunicado, los de Carles Puigdemont anunciaron que no darían apoyo a la moción de censura, ya que la veían «inviable» y podría ser interpretada por los votantes como «un simple cambio de sillas». Los juntaires también aducían el riesgo de que Orriols «aumentara el victimismo» y alentase «una confrontación social de difícil reconducción».
Leyendo entre líneas, lo que se desprende de la decisión de Junts es la constatación de que no pocos votantes de su partido ven con muy malos ojos el cordón sanitario a Aliança Catalana, y que sería difícil vender la decisión de alinearse junto a los «españolistas» –así tildan a menudo al PSC desde el entorno postconvergente– para desalojar a una alcaldesa independentista, sobre todo de cara al ala de su electorado más radicalizada hacia la secesión.
Una encuesta interna
En esta línea, el digital Nació revelaba la existencia de una encuesta interna promovida por Junts entre sus votantes que dejaba patente el rechazo a este movimiento contra una formación a cuyos postulados Junts se va acercando cada vez más. La periodista Pilar Rahola, vocera habitual de Puigdemont, describía el pacto entre Junts, ERC, el PSC y la CUP como «un golpe de estado contra natura» que sólo conseguiría «reforzar» a Orriols.
El concejal de Junts en Ripoll Ferran Raigon señalaba el martes en rueda de prensa que su partido está «convencido» del cambio de opinión y que el cambio que debe haber en la alcaldía «será en 2027 y en las urnas, no en los despachos». Con todo, a nadie se le escapa tampoco que un eventual crecimiento de AC en las próximas elecciones autonómicas podría ser la clave para articular una nueva mayoría independentista liderada por Junts.
Todo ellos se concretaba en un nuevo volantazo de los de Puigdemont para alejarse del bloque de izquierdas y acercarse a los postulados de Orriols, un cambio de prioridades políticas que hace un tiempo que vienen practicando, con su renovado énfasis en la lucha contra la okupación ilegal o su insistencia en anotarse un tanto con la transferencia «integral» de las competencias de inmigración, un tema especialmente sensible para el electorado de AC.
Orriols supera así su pulso particular con la oposición y sale reforzada de la situación. En una publicación en X este martes, la líder de AC decía que no iba a hacer «sangre» con la decisión de Junts porque ya tiene «lo que quería». Otros usuarios, menos políticamente correctos, le respondían con un meme que tuvo cierto recorrido: el de un caganer de Carles Puigdemont, representación gráfica del miedo del líder juntaire al ascenso de la alcaldesa de Ripoll.