Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, ayer en Waterloo

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, en WaterlooEFE

El laberinto catalán

La crisis en el Gobierno incomoda a ERC y agrada a Junts, que podrá cobrar más caro su apoyo si hay ruptura

Los republicanos, antisemitas, no quieren quedar atrás en su crítica a Israel, mientras que Junts, tradicionalmente, apoya la causa judía

La crisis desatada entre los miembros del Gobierno por la compra de munición a una empresa israelí amenaza con tener onda expansiva entre los socios independentistas del ejecutivo de coalición liderado por Pedro Sánchez.

Dentro del Gobierno conviven hasta seis partidos: PSOE, PSC, Sumar, Comunes, Más Madrid e Izquierda Unida. Esta matrioshka está amenazada por muchos frentes, pero Podemos es un factor clave de desestabilización porque algún miembro del Gobierno, como la ministra Sira Rego, militante de Izquierda Unida, puede estar tentada de escuchar los cantos de sirena de los de Pablo Iglesias y abandonar el ejecutivo.

El independentismo ha dejado de ser para Sánchez un socio inestable para convertirse en un aliado solvente, en comparación con la guerra fratricida desatada entre los partidos a su izquierda.

El independentismo catalán vive con incomodidad la batalla entre las izquierdas. Además, la relación con Israel, que es el motivo que en este caso hace las veces de excusa para la enésima ofensiva de Podemos contra el Gobierno, es especialmente sensible para ERC.

Iglesias y Rufián

Los de Junqueras mantienen mejor relación con Podemos que con Sumar, que en Cataluña actúa bajo la marca Comuns (Comunes). Los motivos de esta mayor afinidad están en que Podemos en la práctica había desaparecido de Cataluña y no era competidor electoral para un partido de izquierdas como ERC, así como en la buena relación personal entre Gabriel Rufián e Iglesias.

Gabriel Rufián y Pablo Iglesias, en una imagen publicada por Rufián en Twitter

Gabriel Rufián y Pablo Iglesias, en una imagen publicada por Rufián en TwitterTwitter

No hace muchos días Rufián participó en la campaña de crowdfunding impulsada por el mesiánico líder de Podemos para abrir una nueva taberna Garibaldi. Sin embargo, las cosas pueden cambiar en un futuro cercano entre Podemos y ERC debido a que las encuestas señalan una resurrección de los morados en Cataluña.

Según estas, podrían llegar a lograr dos escaños en el Congreso. En la actualidad, ERC en muchas ocasiones ejerce como puente entre el PSOE y Podemos para lograr el voto a favor del gobierno de los cuatro diputados de ultraizquierda en el congreso.

ERC ha mostrado siempre una proximidad y apoyo a la causa palestina y un nivel de antisemitismo indisimulado en el que no quieren perder terreno, y si Podemos o los Comunes usan el tema de la compra de munición a una empresa israelí para poner al gabinete de Sánchez en apuros ellos no pueden quedar atrás en la crítica.

Puigdemont, con palomitas

La situación de Junts es distinta. Los de Carles Puigdemont están cómodos con su papel influyente al estilo CiU del siglo XXI. El expresidente prófugo disfruta de las visitas que diversos agentes sociales le giran a su domicilio belga para pedirle su intercesión ante Sánchez en todo tipo de temas.

La visita del presidente de Pimec, Antonio Cañete, el pasado viernes es un buen exponente de ello. En contraposición a la incomodidad de ERC ante la crisis desatada en la izquierda, en Junts creen que su papel como apoyo del gobierno se revaloriza en un momento convulso como el actual.

Además, el tema concreto que desata la crisis —la ojeriza del gobierno español a Israel y la doble moral entre el discurso anti israelí mientras se hace negocios con ellos— a Junts no le incomoda, dado que tradicionalmente es una fuerza política defensora de los postulados del estado de Israel.

Fuentes de Junts argumenten que incluso en el caso de que se llegara a una ruptura por la salida del Consejo de Ministros de la representante de IU o de los ministros de Sumar, eso no significaría el fin de legislatura. En Junts recuerdan que VOX abandonó los gobiernos regionales en los que participaba junto al PP hace más de un año y ello no ha significado ningún avance electoral en ninguna comunidad autónoma.

Puigdemont y los suyos creen que si la minoría gubernamental se volviera más inestable porque el Gobierno dejara de ser de coalición para ser monocolor podrían cobrar aún más alto el precio de su apoyo, así que se han sentado cómodamente con un bol de palomitas a ver cómo acaba la batalla de las izquierdas.

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