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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Palo a la Guía Michelin

Comer entre imágenes de Lenin, el Che y otros pájaros de cuentas no resulta alentador ni a un comensal de Podemos. Y más aún, si los bigotes de Stalin se convierten en autopistas de cucarachas

Consternación en la Guía Michelin por el cierre de la Taberna Garibaldi. Tenían previsto los concededores de estrellas premiar en la nueva edición a un restaurante que reuniera los requisitos de Taberna-Fauna animada. Ningún obstáculo a la calidad de los platos y al precio del menú. Y enorme expectación ante la excepcional colección de animales sueltos en el espacio de la taberna comunista. Roedores, arácnidos, cucarachas y moscas. El propietario se ha mostrado orgulloso de los 15 meses en los que su restaurante ha permanecido abierto, bastante poco concurrido, escrito sea de paso. Un restaurante es el espejo de su dueño y la aparente dejadez higiénica del 'chef' Pablo Iglesias ha sido la causa del escaso entusiasmo culinario que ha despertado el local. Los clientes, todos de la ultraizquierda, tomaban una copa en Garibaldi y se marchaban posteriormente a un buen restaurante para comer o cenar. Y eso que la carta estaba redactada a lo moderno, con artículo y todo. Menú-degustación.

Los entremeses variados que no se consumieron ayer

Los huevos con patatas y jamón de la granja de mamá.

El filete empanado de animal con lecho de cucarachas hervidas.

Las albóndigas con buen aspecto a pesar del tiempo que llevan esperando en la nevera.

El tocino de infierno.

El moka o la moka Irene Montero.

Los vinos de la casa.

El agua de jarra con jarra pasada por el grifo.

Los chupitos de whisky coreano.

Precio. 60 euros al contado o 75 euros con tarjeta. En ambas opciones con regalo de un chicle y un caramelo de menta.

No obstante, la clausura de la Garibaldi no conlleva el cierre de los negocios. Con el sablazo que ha propinado a sus amigos, tiene previsto aumentar la empresa. Lo que no entiendo es que, para aumentar el negocio se vea obligado a cerrar la casa madre. Clodoaldo Cortés aumentó el negocio de «Jockey» con el «Club 31»; Jesús Oyarbide se atrevió a inaugurar 'Zalacaín' sin cerrar el 'Príncipe de Viana', y Evaristo García, compaginó la propiedad y gestión de 'O Pazo', 'El Pescador' y finalmente 'Filandón'. Si cierra Garibaldi es por razones de peso. El error, quizá, se remonta a la orientación del negocio. Un restaurante en Madrid que el viernes por la noche no reciba la voluntaria presencia de un solo cliente, obliga a la meditación del gran empresario de la restauración de la ultraizquierda española. Comer entre imágenes de Lenin, el Che y otros pájaros de cuentas no resulta alentador ni a un comensal de Podemos. Y más aún, si los bigotes de Stalin se convierten en autopistas de cucarachas.

Yo le recomendaría que se olvidara del holding y aprovechara el timo del «jordin» y cambiaría de sector empresarial. La Guía Michelin no perdona a los restaurantes que le fallan, y en este caso, la taberna Garibaldi se clausura, a pesar de su calidad, por la dejadez de su chef propietario. Una taberna especializada en cocina iraní, con imágenes en la pared de homosexuales ahorcados en grúas, le hubiera dado más consistencia y fundamento.

Y a mí me han fallado también. Me gusta comer solo mientras leo un libro, y tenía pensado en mi próximo viaje a Madrid hacerlo en Garibaldi Siempre, eso sí, que no me trajera los platos el propietario que huye del jabón. La vida alecciona. Iglesias habrá aprendido lo difícil que resulta ser empresario. Nóminas, impuestos, sanciones y demás obligaciones empresariales.

Para mí que Garibaldi cierra porque desde que se inauguró fue una porquería. La Guía Michelin tiene razón.

Y ahora, a vivir del sablazo a los tontos.

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