La líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, en el Parlament
Cataluña
La fuga de alcaldes y concejales de Junts y ERC a Aliança Catalana refuerza a Orriols frente a Puigdemont
Es un síntoma de la crisis ideológica y de estrategia que corroe al independentismo tradicional
La ruptura del pacto con el PSOE –anunciada el lunes y que deberán ratificar las bases en una consulta telemática entre hoy y mañana– ha puesto a Carles Puigdemont en el centro de todas las portadas. Una presencia que opaca a la de ERC –ligados a los socialistas desde que perdieron la presidencia de la Generalitat–, a pesar de que, entre bambalinas, ambos partidos se enfrentan al mismo desafío.
Los economistas dicen que el dinero es cobarde, y lo mismo podríamos decir de los políticos. Muchos alcaldes y regidores de ERC y Junts llevan muchos años, demasiados, viviendo de la política. Algunos solo se han dedicado a esto, y –a medida que los años de Pujol y del procés quedan atrás– se dan cuenta de que el mapa político catalán está experimentando una metamorfosis silenciosa, pero profunda, cuyo epicentro está en el ámbito municipal.
De ahí que la fuga de alcaldes y concejales tanto de ERC como de Junts hacia las filas de Aliança Catalana (AC), el partido liderado por la alcaldesa de Ripoll Sílvia Orriols, no sea un mero fenómeno de transfuguismo. Se trata de un síntoma de la crisis ideológica y de estrategia que corroe al independentismo tradicional, incapaz de ofrecer una hoja de ruta clara para la secesión y, al mismo tiempo, de frenar la tentación de abrazar el discurso sobre identidad y seguridad que enarbola la extrema derecha independentista.
Fugas de ERC
La incorporación a AC de figuras con un pasado significativo en ERC, como los exalcaldes leridanos Miquel Àngel Estradé, de Les Borges Blanques; Ramón Abad, de Alpicat, o Cristina Lafay, de Castelló de Farfanya, subraya la gravedad de la escisión. La frustración tras el referéndum ilegal del 1-O, del que estos días se cumplen ocho años, es el motor principal de este éxodo.
Aliança Catalana ha surgido como el antídoto a esta frustración. El discurso de Orriols es claro. Apuesta por la independencia total y unilateral, sin negociaciones con Madrid, y una defensa explícita de la identidad catalana ligada a políticas migratorias restrictivas. Este mensaje directo resulta seductor para aquellos cuadros locales que sienten que los partidos tradicionales han traicionado el mandato popular del referéndum.
En el caso específico de los exalcaldes procedentes de ERC, la travesía hacia AC es particularmente dolorosa para la formación de Oriol Junqueras. Figuras como Miquel Àngel Estradé, con una dilatada trayectoria institucional en ERC, simbolizan el descontento de la vieja guardia y de una parte del electorado republicano que percibe la vía de la negociación con el PSOE como una renuncia ideológica inaceptable.
Y estos no son los únicos nombres que se han unido a Orriols. También están, entre otros, el exalcalde de Olot Jordi Coma, el concejal de ERC en Amer Eduard Ángel, la concejal de ERC en Ribera d’Ondara Elisabet Jové, el concejal de Junts en Santpedor Jordi Soteras o la concejal de ERC en Sant Feliu de Buixalleu Conxita Iglesias.
El caso de Cristina Lafay, exalcaldesa de Castelló de Farfanya, es ilustrativo de esta tensión. Ya en su momento generó polémica por comentarios públicos de carácter xenófobo dirigidos a un sucesor de origen marroquí en la lista de ERC. Su paso a AC confirma que para estos cuadros, la cuestión nacional está inextricablemente ligada a una agenda identitaria que prioriza la defensa de una Cataluña «autóctona» y se distancia de la visión multicultural y progresista impulsada por las direcciones de los partidos mayoritarios.
Este movimiento político es un aviso a navegantes del terremoto que sacudirá las bases del independentismo. La inacción estratégica de ERC y Junts en la consecución de la independencia y su cautela en el debate identitario han creado un vacío que está siendo llenado por una fuerza que ofrece promesas con un alto coste ideológico. El futuro del soberanismo catalán dependerá de si las formaciones tradicionales son capaces de sofocar esta revuelta municipal o si, por el contrario, Aliança Catalana se consolida como el nuevo polo de la extrema derecha independentista.