Salvador Illa, en una imagen de archivo
El laberinto catalán
Una semana para la cumbre autonómica en Barcelona que no interesa a nadie en Cataluña
La ANC, el independentismo y la extrema izquierda ya no son capaces de movilizarse ni contra el Rey ni contra Ayuso
El viernes de la próxima semana se celebrará en Barcelona la XXVIII Conferencia de Presidentes Autonómicos. La sede será el Palacio de Pedralbes, residencia de la familia real cuando visita Barcelona, ciudad que fue ofrecida como cumbre de la sede por el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, durante la última, en diciembre del año pasado en Santander.
Del Palacio de la Magdalena al de Pedralbes. El Gobierno y sus socios, tan republicanos ellos, tienen un gusto de lo más monárquico. En el ánimo del presidente autonómico catalán al invitar a sus congéneres a Barcelona estaba la idea de utilizar esta cita para vender su mantra de pacificación y normalización de Cataluña.
La convocatoria ofrece poco contenido político, pero muchos alicientes. Entre los más destacados la visita a Barcelona de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, habitual objetivo de mofa, desprecio y escarnio por parte de los medios de comunicación catalanes, en especial por parte del presunto programa satírico de TV3, Polonia.
La clara ventaja económica de Madrid sobre Cataluña y el dinamismo económico de la capital levanta recelos en Barcelona y Ayuso es la diana de todas las iras, fruto de la impotencia de Cataluña y de su fracaso en el intento de recuperar el liderazgo en la aportación al PIB nacional.
El Rey Felipe VI
La presencia del Rey, que tradicionalmente ofrece un desayuno a los presidentes de comunidad antes del inicio de las reuniones, hasta hace poco tiempo era objeto en Cataluña de masivas manifestaciones convocadas por la Asamblea Nacional Catalana, ahora de capa caída desde que la preside el ex cantautor Lluís Llach.
Dada la proximidad del Palacio de Pedralbes a la Universidad de Barcelona lo máximo que sucederá es que alguno de los sindicatos de eternos estudiantes de extrema izquierda que moran por todas las universidades públicas convoquen algún tipo de protesta para justificar así su existencia y las subvenciones que reciben.
Pere Aragonés, expresidente de la Generalitat, verá cómo transcurre la cumbre desde la proximidad, dado que aprovechando sus privilegios como expresidente ubicó su despacho en el Palacio de Pedralbes. Un republicano con un gusto muy regio al elegir la residencia real en Barcelona para instalar su oficina.
El independentismo catalán lleva mal que Barcelona sea capital de nada que suene a autonómico, y por lo tanto despreciará la cumbre. De hecho, la reunión es extraña porque lo que más preocupa a los presidentes de las CC.AA es lo que Junts y ERC dictan a Sánchez como, por ejemplo, la condonación de la deuda, la financiación singular o la agencia tributaria catalana, pero los que imponen estas políticas no estarán en la cumbre, porque el independentismo no gobierna de forma directa en Cataluña sino mediante Illa, que ejerce de médium de sus políticas.
Además, la cumbre no abordará ninguno de estos temas, Ángel Victor Torres ha intentado que los asuntos a tratar sean los que a él y a Sánchez le interesan, pero los presidentes, mayoritariamente del PP, quieren hablar de financiación, del apagón y del caos ferroviario.
La cumbre, a dos días de la convocatoria del PP contra el Gobierno, no alumbrará acuerdo alguno. Sánchez en realidad no los quiere; él apuesta por la polarización extrema como método para mantenerse en el poder y, además, es la cumbre se celebra en un lugar y fecha ideal para intentar agradar a su público, que no es el votante del PSOE si no los de ERC, Junts, Comunes, el PSOE y sus resortes económicos, mediáticos y sociales en Cataluña.