Puente de Hierro, Gerona

Puente de les Peixateries sobre el río Onyar, GeronaFlickr

Leyendas y misterios de Gerona: demonios, vampiros y puentes con historia

De la amenaza nocturna del demonio de un solo cuerno al vampiro que cuida el amor, pasando por el emblemático puente de hierro que une la ciudad, Gerona esconde historias que entretejen lo real y lo fantástico

Existe en Gerona un ser vinculado a los demonios conocido como Banyeta, Banya corca o Banya torta, llamado así porque tiene un solo cuerno en medio de la frente. Dicen que aparece por las noches para perseguir a los niños que no quieren dormir o que siguen jugando en su habitación cuando ya ha caído la noche.

En la plaza del Vi, esquina con la calle Ciutadans, hay un edificio que albergó a la Orden del Temple, donde se encuentra la representación del Banyeta. Algunos afirman que es la cara de un usurero que prestaba dinero con intereses muy altos, lo que le hizo acumular gran riqueza. Como castigo, quedó convertido en una cara de piedra con cuernos. Otra leyenda dice que quien toque con la nariz la del Banyeta, verá multiplicadas sus deudas.

Los vampiros de Gerona

Otro personaje mítico de la ciudad es el vampiro de la Rambla. Según la leyenda, un vampiro, cansado de hacer el mal, decidió cambiar y hacer el bien, convirtiéndose en piedra. Ahora vigila a los gerundenses y a quienes pasean por la Rambla desde una de sus arcadas. Se dice que si una pareja se regala algo bajo la cara del vampiro, el amor florecerá entre ellos.

En esas arcadas también se encuentran otras figuras: una cara mitad hombre y mitad caracol con sombrero que toca una flauta; un hombre que toca una gaita; y la del propio vampiro, con barba larga y alas de murciélago.

Otro vampiro se halla en el Palacio de los Agullana, también conocido como Casa Fontcuberta, un edificio emblemático de estilo gótico renacentista, cerca de la iglesia de Sant Martí Sacosta. Frente a la Torre dels Cabrera, se observa un escudo coronado por un murciélago. Se cree que procede del apellido de un noble aragonés, Martín Sanz de Latrás, nacido en Huesca en 1582, quien solicitó la mano de Leonor de Agullana.

El escudo familiar mostraba «cuatro bandas de oro en campo rojo, divididas por medio, que el rey don Jaime otorgó para diferenciarlas de las del rey, y encima una celada coronada por un murciélago con las alas abiertas». Con el tiempo, se intentó borrar el escudo, pero el murciélago y dos leones rampantes aún permanecen visibles.

Se cuenta que, al vender uno de los últimos Agullana el edificio a las monjas del Servicio Doméstico, impuso la condición de no trasladar dos cuerpos enterrados en una cripta bajo la capilla, donde está el murciélago, símbolo ligado al príncipe de las tinieblas.

El uso del murciélago en la heráldica se remonta al rey Jaime I, quien, según la leyenda, fue advertido por uno de estos animales sobre un ataque sorpresa musulmán. Desde entonces, el murciélago se adoptó en los reinos de Valencia y Aragón.

En la catedral hay una gárgola del siglo XIV que representa a una mujer con la boca abierta, vestida con un largo vestido y tocado, sosteniendo un pergamino con inscripción. Está en el ángulo de la torre de Carlomagno, en el exterior del ábside. La leyenda dice que lanzaba piedras contra símbolos de la religión católica, y fue castigada convirtiéndose en gárgola con la advertencia: «piedras tiras, piedras tirarás, de piedra quedarás».

Finalmente, está la Cocollona, una criatura parecida a un cocodrilo con alas de mariposa, nacida de la metamorfosis de una monja acusada de poca devoción.

Los puentes de Gerona

Dejando atrás demonios y vampiros, el puente de les Peixateries sobre el río Onyar tiene una historia que se remonta a 1599, cuando se permitió construir una pasarela que uniera la plaza de les Cols (actual Rambla) con el Mercadal. Su coste fue de 10.000 libras de moneda pequeña. Sin embargo, las crecidas del río, al ser de madera, lo arrastraron varias veces hasta 1876.

En 1862, el alcalde Mariano Hernández de Nogués contactó al ingeniero británico Michel de Bergue, quien propuso tres opciones para un nuevo puente: de un solo tramo, con una columna central, o con dos columnas y un tramo central de 20 metros. El 16 de mayo de 1862 el ayuntamiento decidió construir un puente metálico de un solo tramo, pero problemas hicieron que Bergue abandonara el proyecto y la construcción quedó paralizada.

El arquitecto municipal, Manel Almeda, informó que, con algunas modificaciones, el puente de madera podría resistir varios años. Pero el 16 de octubre de 1876 una crecida del río volvió a destruirlo.

Entonces, el ayuntamiento decidió construir un puente de hierro, con un presupuesto máximo de 26.175 pesetas según Almeda. En la subasta del 6 de enero de 1877 compitieron tres ofertas: Ignasi Serrallach Mas con 24.500 pesetas; Diego Serra, de La Maquinista Terrestre y Marítima, con 23.500; y la compañía de Alexandre Gustave Eiffel, de París, con 19.750 pesetas. Ganó esta última.

Hubo algunos retrasos, pero finalmente el puente se inauguró el 19 de julio de 1877.

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