Imagen de Silvia Martínez, víctima de ETA y a la izquierda, los autores del atentado Andoni Otegi y Oscar Celarain
Homenaje a Silvia Martinez: la niña alicantina asesinada por ETA hace 23 años
Cada 4 de agosto, Santa Pola recuerda con rabia y dolor a la menor de seis años, víctima inocente del terrorismo en la plaza que lleva su nombre
A las 20:30 horas del domingo 4 de agosto de 2002, la banda terrorista ETA hizo estallar un coche bomba frente a la casa cuartel de la Guardia Civil en Santa Pola, Alicante. La explosión se llevó por delante la vida de Silvia Martínez, una niña de seis años que jugaba tranquilamente en su casa, y la de Cecilio Gallego, un jubilado de 57 años que esperaba el autobús en la parada contigua. Además, medio centenar de personas resultaron heridas, algunas de gravedad.
El atentado, perpetrado sin previo aviso, convirtió una tarde de verano en un escenario de horror. El coche, cargado con 100 kilos de explosivos, había sido estacionado junto al cuartel por miembros del comando Argala de ETA, que buscaban, según la sentencia, causar el mayor daño posible a agentes y familias de la Guardia Civil. No importaba que dentro del edificio vivieran mujeres, niños o ancianos. No importaba que los posibles fallecidos fueran civiles. El objetivo era matar.
Imagen del estado del cuartel de la Guardia Civil de Santa Pola después del atentado
El juicio, celebrado en febrero de 2012, la Fiscalía solicitó 1180 años de cárcel para los presuntos implicados en el atentado y La Audiencia Nacional, en una sentencia dictada en mayo de 2012, condenó a los etarras Andoni Otegi Eraso, alias 'Iosu', y Óscar Celarain Ortiz, alias 'Peio', a 843 años de prisión por estos hechos. Ambos se negaron a declarar por considerar que la Audiencia Nacional «no tenía legitimidad para juzgarlos» y se refirieron al terrorismo como «la lucha en el País Vasco».
Durante la vista, quedó acreditado que los terroristas se habían hospedado en un camping cercano al cuartel y que colocaron un coche bomba con 100 kilos de explosivo junto a la valla del acuartelamiento con la intención clara de causar una masacre. El atentado dejó dos muertos, 55 heridos y cuantiosos daños materiales. La banda reivindicó el ataque días después a través de un comunicado publicado en el diario Gara.
El juicio estuvo rodeado de tensión. A la indignación por la actitud desafiante de los acusados se sumó la exigencia de las asociaciones de víctimas, como Voces contra el Terrorismo, que reclamaron que se cumplieran las penas «del primer al último día» y que no se les concedieran beneficios penitenciarios.
Se les atribuyeron los asesinatos de Silvia y Cecilio, 51 intentos de asesinato más y un delito de estragos terroristas. Ambos eran veteranos miembros de la banda, con varios atentados a sus espaldas. La justicia reconoció, sin embargo, que ni el dolor ni la pérdida eran reparables. El fallo también fijaba indemnizaciones para los familiares de las víctimas, aunque ninguna cifra podía compensar el vacío.
A los españoles de bien que sientan que esta pequeña podía haber sido su hija, hermana o nieta, que nos acompañen el 4 de agosto a las 20:00 h en la plaza Silvia Martínez SantiagoMadre de Silvia Martinez, niña víctima de ETA
Para la familia de Silvia, ese 4 de agosto marcó un antes y un después. Su madre, Toñi Santiago, no ha dejado de luchar desde entonces para mantener viva la memoria de su hija y para denunciar cualquier intento de blanqueamiento del terrorismo. Sus palabras durante el juicio, llamando a los autores «asesinos cobardes», siguen resonando más de dos décadas después. «Mi hija no era culpable de nada. Solo quería jugar», repitió entonces, con la rabia de quien ha sido herida para siempre.
23 años de memoria
Este lunes, 4 de agosto de 2025, se cumplirán 23 años de aquel atentado. Y como cada año, la madre de Silvia ha convocado un acto de homenaje en la plaza Silvia Martínez Santiago, un espacio público que honra su recuerdo frente al mismo cuartel donde fue asesinada. Será a las 20:00 horas, con la presencia de vecinos, familiares, asociaciones de víctimas del terrorismo y ciudadanos anónimos que cada año acuden a acompañar.
En un mensaje difundido a través de redes sociales, Toñi Santiago ha hecho un nuevo llamamiento: «A los españoles de bien que sientan que esta pequeña podía haber sido su hija, hermana o nieta, que nos acompañen el 4 de agosto a las 20:00 h en la plaza Silvia Martínez Santiago.»
Con palabras sencillas, pero cargadas de verdad, la madre de Silvia invita a recordar lo esencial: que la niña asesinada podía haber sido cualquiera. Que ETA no solo mató a militares y policías, sino también a civiles, a niños, a inocentes sin rostro ni voz. Que la memoria no es un acto político, sino un deber ético.
En los últimos años, el dolor de muchas víctimas del terrorismo se ha agudizado ante la sensación de impunidad o de blanqueamiento. El tercer grado concedido recientemente a Otegi Eraso, uno de los asesinos de Silvia, ha sido duramente criticado por asociaciones como la AVT. No ha cumplido ni tres cuartas partes de su condena. «¿Cómo se puede hablar de reinserción con quien nunca ha pedido perdón?», se preguntan familiares y víctimas.
Toñi Santiago insiste cada año en que la memoria de su hija no puede usarse como moneda de cambio político. Rechaza que se negocie con los herederos de ETA y denuncia con firmeza que aún hoy se mantengan privilegios para quienes nunca han mostrado arrepentimiento. «Silvia fue asesinada por ser española y por ser hija de un guardia civil», ha dicho en múltiples ocasiones. «No podemos permitir que se pase página como si nada».
El homenaje de este 4 de agosto no es solo un acto de recuerdo. Es un grito colectivo contra la desmemoria. Un espacio para recordar a Silvia, pero también a las más de 800 víctimas que dejó ETA en España. Y un recordatorio de que el terrorismo no puede encontrar jamás comprensión ni excusa.
A los pies del monolito que lleva grabado el nombre de Silvia, cada flor, cada vela y cada bandera española será un acto de resistencia. Una manera de decir, en voz alta, que su muerte no fue en vano. Que no la olvidamos. Y que su memoria, como la de tantos inocentes, seguirá viva mientras alguien en esta tierra siga llamándola por su nombre.