El submarino ruso Novorossiysk en una imagen de la Fuerza Aérea de Portugal tomada en enero
Armada
Temor y hermetismo por la posible avería de un submarino ruso en el estrecho de Gibraltar
Amediados del pasado mes de septiembre, la fragata española Reina Sofía hizo seguimiento a un submarino y a un buque auxiliar rusos que transitaban por aguas de interés español, según desveló el Estado Mayor de la Defensa (EMAD). Se trataba del submarino Novorossiyskyy el buque auxiliar Yakov Grebelsky. No era la primera vez. El Novorossiysk, de la denominada clase Kilo, ha sido detectado en numerosas ocasiones en la zona del Estrecho y se caracteriza por su carácter sigiloso. Sin embargo, ahora su nombre ha emergido a los medios de comunicación como protagonista de un oscuro suceso sobre el que Rusia guarda un hermetismo absoluto: una posible avería en el sistema de combustible que podría haber provocado una fuga con riesgo de explosión. Esta información, que no está confirmada por Rusia, se publicó en el canal de Telegram VChK-OGPU, y de ella se ha hecho eco la prensa británica.
Siempre según este canal especializado se produjo una filtración del carburante directamente a las sentinas, lo que provocó el riesgo de una explosión. Al parecer, no había piezas de repuesto y, ante el aumento del peligro, la tripulación habría bombeado el combustible acumulado directamente al mar. Por esta razón, el submarino no habría tenido más remedio que emerger y permanecer en superficie cerca del estrecho.
Imagen de la Fuerza Aérea portuguesa del submarino ruso Novorossiysk
Como ya ha informado El Debate, estos submarinos están armados con seis tubos lanzatorpedos, pero una de las claves de su potencia es su capacidad para lanzar misiles de crucero Kalibr-PL, que pueden alcanzar objetivos terrestres y marítimos a largas distancias. Aunque los datos sobre el armamento ruso son limitados, y con frecuencia dudosos, se estima que la autonomía de esta clase de sumergibles es de 45 días.
Clase Kilo II
Se trata de una unidad del Proyecto 636.3, conocido en la clasificación de la OTAN como clase Kilo II. Estos submarinos diésel-eléctricos se caracterizan por su alto grado de sigilo, lo que les ha valido el sobrenombre de «Agujero Negro» entre las fuerzas navales occidentales debido a su capacidad para operar de manera casi indetectable. Para evitar la detección por el sónar, los submarinos emplean a menudo un recubrimiento que absorbe el sonido, las denominadas placas anecoicas: son un recubrimiento para absorber y atenuar el sonido, fabricado con materiales fonoabsorbentes. El submarino cuenta con modernos equipos de sonar para la detección y seguimiento de objetivos en entornos submarinos complejos.
Los buques rusos en tránsito cumplen con el derecho internacional si atraviesan aguas internacionales o aguas territoriales sin violar normas (sin permanecer, sin actividades bélicas agresivas, etc.). La vigilancia tiene como propósito asegurarse de que esos tránsitos no atentan contra la seguridad ni soberanía nacionales.
España mantiene un seguimiento gracias al Mando Operativo Marítimo (MOM) y el Estado Mayor de la Defensa (EMAD), con medios navales como patrulleros (Centinela, Isla de León, etc.) y fragatas.