La estrategia de Rusia para ensanchar su imperio en el mar Negro
Mientras la comunidad internacional y la prensa se ha centrado en la batalla de Rusia por Ucrania, Moscú ha avanzado a menudo en estos objetivos sin llamar demasiado la atención
Buques rusos de la Flota del Mar Negro atracados en el puerto de Novorossiysk
Tras su regreso como actor protagonista en la escena internacional, en la cumbre bilateral de Alaska, Putin puede seguir ensanchando su Imperio, porque la Rusia de Vladimir Putin no solo busca dominar Ucrania, quiere someter a sus intereses a los otros estados ribereños del mar Negro, así como a Moldavia, cuya Transnistria, ubicada entre el río Dniéster y la frontera oriental de Moldavia con Ucrania, y con salida al mar, es una unidad territorial autónoma que controla el Kremlin.
Moscú también aspira a utilizar el mar Negro como plataforma desde la que proyectar su poder e influencia en todo Oriente Medio, el Mediterráneo y el Cáucaso. La búsqueda de Rusia por convertirse en la fuerza dominante en el mar Negro es un elemento esencial de su estrategia para reafirmarse como gran potencia.
El Kremlin cree que, si no logra establecer una presencia dominante en la región, Rusia quedará expuesta a la invasión occidental, tendrá menos capacidad para influir en las zonas colindantes y se verán interrumpidas las exportaciones de materias primas que son fundamentales para la economía rusa.
Turquía es su mayor obstáculo para los objetivos rusos en la región, ya que es el único Estado del mar Negro que Rusia no ha dominado históricamente y es miembro de la OTAN. Pero incluso después del fin de la Guerra Fría, el Kremlin conservó considerables palancas de influencia sobre el espacio del mar Negro del antiguo imperio soviético en Bulgaria, Georgia, Moldavia, Rumanía y Ucrania, por eso Moscú quiere ejercer su derecho de veto sobre las decisiones que tomen estos países.
Rusia ha tratado de someter a estos estados ribereños del Mar Negro mediante una combinación de persuasión y coacción. El aumento de la presencia rusa en el mar Negro también es uno de los ejes centrales del plan que el presidente Vladimir Putin lleva décadas aplicando para resucitar el poder marítimo del país.
Imagen aérea del complejo palaciego construido en el mar Negro para Putin
Si nos fijamos en la geografía, la situación se asemeja mucho a la presión de la República Popular China en el mar de la China Meridional: sobre Filipinas, Vietnam, Malasia y Brunéi. Rusia es tanto o más asertiva sobre cinco de los seis estados de la ribera del Mar Negro: Georgia, Ucrania, Rumania, Bulgaria y Moldavia.
Putin dio prioridad a la modernización de la Flota del mar Negro, cuyas intervenciones resultaron fundamentales para apoyar a la Escuadra Mediterránea de Rusia y su intervención en Siria en 2015. Putin ha ignorado las fronteras internacionalmente reconocidas para apoderarse de una gran extensión de la costa del mar Negro, incluyendo el territorio georgiano de Abjasia en 2008, la región ucraniana de Crimea en 2014 y la parte ucraniana de la costa del mar de Azov en 2022.
Ucrania ha impedido que Rusia se apropie de toda su costa del mar Negro, aunque Moscú ha desplegado minas navales y ha bloqueado y bombardeado puertos ucranianos para cortar el acceso de Ucrania al mar y minimizar la presencia de otras armadas.
Mientras la comunidad internacional y la prensa se ha centrado en la batalla de Rusia por Ucrania, Moscú ha avanzado a menudo en estos objetivos sin llamar demasiado la atención: prolongando la guerra, eludiendo las sanciones, perturbando los mercados y aumentando su influencia en Oriente Medio y el norte de África. Tengamos en cuenta que un bloqueo del mar Negro por parte de Rusia impediría que buena parte del grano y los cereales llegasen a las zonas de la tierra más vulnerables y ocasionaría hambrunas terribles para buena parte de la población mundial.
Otros líderes clave deberían colaborar con los países del mar Negro para construir una región más resistente a la presión rusa. De lo contrario, es probable que la guerra se prolongue, lo que facilitaría aún más las violaciones masivas de los derechos humanos por parte de Rusia, agravaría los flujos de refugiados y provocaría turbulencias en los mercados mundiales de energía y materias primas. A su vez, es probable que la inseguridad regional se extienda al Cáucaso, Oriente Medio y el Mediterráneo.
Durante siglos, el mar Negro ha sido un punto de unión fundamental para el movimiento de personas y mercancías. Rusia siempre ha creído que controlar el mar es esencial para su seguridad: en 1783, Catalina la Grande anexionó Crimea para aumentar el Imperio. Durante gran parte del siglo XIX, Rusia compitió con el Imperio otomano y las principales potencias europeas por la influencia en este mar. Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética se convirtió en la potencia líder de la región.
Maniobras militares rusas en el Mar Negro
Tras el colapso de la Unión Soviética, en 1991, Georgia, Moldavia y Ucrania se convirtieron en países independientes y buscaron estrechar sus lazos con Occidente. Bulgaria y Rumanía se unieron a la OTAN en 2004 y a la Unión Europea en 2007. Como resultado, Rusia perdió su acceso a partes de la costa del mar Negro. Por eso en marzo de 2014, Putin justificó la anexión de Crimea advirtiendo que, de lo contrario, «los barcos de la OTAN habrían acabado en Sebastopol».
Hoy en día, el mar Negro es centro neurálgico para el comercio energético de Rusia, también de su dominio geoestratégico. Si este frente se abriese y degenerase en un enfrentamiento con los Estados de la OTAN que bordean el mar Negro el acontecimiento tendría repercusiones insospechadas en los mercados de todo el mundo.