Percebe del Roncudo: el oro negro que solo brilla dos veces al año

Uno de los percebeiros en plena faena desafiando el oleajeEFE

Percebe del Roncudo: el oro negro que solo brilla dos veces al año

En las escarpadas rocas de la Costa da Morte, los percebeiros desafían al mar para recoger el marisco más cotizado de Galicia, protagonista este sábado en la Festa do Percebe de Corme

Hablar del percebe de O Roncudo es hablar del tesoro más preciado de la costa gallega. Este singular crustáceo, que se desarrolla en condiciones extremas donde el mar golpea con fuerza, solo puede ser extraído legalmente dos veces al año: en Navidad y en julio, para la tradicional exaltación gastronómica que este sábado vivirá su XXXIII edición en Corme, municipio de Ponteceso (A Coruña). Su captura, peligrosa y limitada, convierte a este marisco en el auténtico «oro negro» del Atlántico.

Durante esta semana, los percebeiros centran sus esfuerzos exclusivamente en recolectar el producto que nutrirá la esperada Festa do Percebe. No todos los mariscadores están en activo: algunos han sufrido cortes con navajas y no podrán participar. Con un tope individual de 6 kilos y condiciones del mar restrictivas, el objetivo es reunir entre 800 y 1.000 kilos. El percebe bueno escasea, pero el que se consigue es de excelente calidad.

La faena se rige por la ley del tiempo: una hora y media antes y otra después de la bajamar. Los percebeiros, equipados con red, mochila y ferrada —una espátula especial—, se enfrentan al mar y a las rocas en una auténtica carrera contrarreloj. En su descenso por las laderas empinadas hasta las peñas, su andar ágil y decidido refleja la experiencia de quienes saben que el mejor percebe crece donde el mar ruge con más fuerza y las rocas son de granito.

El sábado 19 de julio, la romería comenzará con el pregón a la una y media del mediodía, seguido de sesión vermú y una degustación que incluye, además del percebe, pulpo, churrasco, empanada, pan y vino. Se espera la llegada de visitantes locales y turistas, atraídos por la belleza salvaje de O Roncudo y el prestigio de un marisco que justifica cada riesgo asumido por los percebeiros, guardianes de una tradición tan dura como valiosa.

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