Niños disfrazados en Halloween
Los colegios católicos de Córdoba dan la espalda a Halloween
Sustituyen esta festividad por actividades didácticas, de acercamiento a los santos y las tradiciones
La negativa a Halloween y su movimiento terrorífico es ya una realidad en los centros de enseñanza católica de Córdoba. Actualmente, hay más colegios que optan por no celebrar esta costumbre anglosajona, que los que sí lo hacen. El objetivo es priorizar la celebración de los santos y difuntos o tomar la festividad desde un punto de vista más didáctico, dejando a un lado el consumismo y la pura cultura del disfraz.
En algunos centros educativos, como el Colegio Cervantes Maristas Córdoba, Halloween queda limitado al área de infantil. Un espacio donde acercar la cultura, su significado, los orígenes, el vocabulario o los hábitos a los más pequeños. El resto del alumnado participa en la eucarístia, conmemora a los santos y sustituye las icónicas calabazas por un intercambio de huesos de santo y otros dulces típicos, como gachas o castañas.
Acercamiento a los camposantos
Dentro de las actividades alternativas que se llevan a cabo en esta época en las aulas cordobesas, otros centros optan por acercar, tanto a grandes como a pequeños, los cementerios. Una forma de normalizar los camposantos, como un lugar de paz y no de terror. Además, de ensalzar la figura de los santos y su protección.
Se trata de una práctica que ha aumentado de forma significativa en los últimos 15 años. Donde, dejando a un lado los colmillos de plástico, los sombreros de bruja y la sangre artificial, se apuesta por venerar nuestro legado. Educando en el respeto, la admiración y dando un empuje generacional a las costumbres.
Adiós a las calabazas
La Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) reivindicaba, a través de su campaña nacional «Calabazas a Halloween», el testimonio de los santos frente a una fiesta que ensalza la muerte. Esta declaración de intenciones es el fiel reflejo de lo que ocurre cada víspera del 1 de noviembre en las aulas católicas.
Una lucha cultural que, a priori, está perdiendo Halloween frente «a una forma más humana de vivir, mirando siempre a Dios y al prójimo».
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