De este agua no beberéRafael González

Protestantes profesionales

Actualizada 05:05

Por lo general los periodistas nos quejamos poco o casi nada, y lo poco o mucho que nuestras tribulaciones nos quitan el sueño las compartimos con otros colegas de profesión hasta que descubrimos que es mejor que les alegre la vida su jefe de local o una convocatoria a las cinco de la tarde. No conviene ir por la vida contando penas o reivindicando una subida salarial. Para eso ya están los empleados públicos, los sanitarios, los carteros, los de la limpieza, los controladores aéreos, los de Justicia, los podemitas, los cazadores, los agricultores, los ganaderos, los de la España vaciada, los gentrificados, los trans, los bi, los homo y la gafitas de la Complutense. Los periodistas se harán eco de sus protestas y de sus huelgas y se irán a casa y no almorzarán para escribir sobre todas estas protestas mientras a la hora de comer en la que no comen o a la hora de dormir si es que les dejan las consabidas tribulaciones reciben un whatsapp de alguien haciéndoles saber que se ha convocado una nueva protesta reivindicativa sin decirles ni buenos días ni buenas tardes ni ahí llevas eso, y el periodista se levantará de la mesa sin almuerzo o de la cama sin sueño debido a las tribulaciones antes señaladas y lo agendará y le entrarán ganas de protestar por la vida, así en general. Pero no lo hace. Mientras, abre el correo electrónico y se encuentra dos emails de una misma señora que protesta por la falta de personal administrativo en el instituto Averroes y por la escuela infantil del Parque Fidiana, cada centro en una punta de Córdoba, uno de muchachada talludita y otro de alumnado y alumnada menudo y menuda pero unidos por la misma señora portavoz en ambas fotos y casi los mismos padres en sendas reivindicaciones.
Como el periodista además de resignado es curioso, pregunta y descubre que hay un grupo de ociosos ciudadanos que emplean su tiempo libre (que parece ser casi todo) en protestar. Se han unido bajo una misma plataforma para aunar las reivindicaciones – que no les hacían a Griñán ni Susana- por la educación pública, la injusticia social, el chapapote con efectos retroactivos y por esta maldita democracia liberal que permite que en los gobiernos haya gente de derechas, equidistante o algo similar. Son protestantes profesionales y organizados. Tendrán una paga de protestante pensionista en un futuro y más tardes libres para seguir protestando. Y habrá periodistas resignados pero diligentes y profesionales para contar que en esta vida, niño que llora es niño que mama. Curiosamente.
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