De este agua no beberéRafael González

Vamos a morir todos

«A poco que entre uno en las redes sociales o encienda la televisión comprueba que poco nos pasa. Y a los últimos resultados electorales me remito»

Actualizada 05:00

La Junta de Andalucía ha facilitado los datos sobre las intervenciones del 061 en el primer semestre del año, cosa que viene muy bien en agosto cuando todos andamos buscando números y serpientes estivales, estadísticas e informes con los que contar algo que sea informativamente atractivo. Ante la sequía de la actualidad, hablar de ictus y traumatismos puede convertirse en lo que ahora los periodistas prestigiados llaman un scoop. En Córdoba es primicia hasta un azulejo picado en la reforma del viejo Simago. El urbanismo de sobremesa, la arqueología introspectiva y la crónica política de romería definen al cuarto poder local, a lo que hay que añadir los diez mejores sitios para comer un flamenquín vegano o cual es el hotel con más mueblebares del antiguo califato.
En el informe del 061 aparecen cifras que retratan cuales son las principales preocupaciones de los andaluces que no quieren morir anticipadamente, a saber, un posible ictus o ‘alteración de conciencia’ (19,2%), el dolor no traumático de pecho o espalda – el posible infarto- (15,3%), algo más lejos los traumatismos (8,2%) y por último, fíjense, los accidentes de tráfico (2,4%). Los miedos en lo que va de año tienen que ver con la cosa cardiovascular, como podemos observar. Las urgencias que creíamos más probables, el niño que se cae y se rompe un fémur o el motorista que ama las curvas rasantes han descendido considerablemente entre las emergencias y avisos más habituales. ¿Nos hemos vuelto más prudentes? Puede ser, pero lo dudo. A poco que entre uno en las redes sociales o encienda la televisión comprueba que poco nos pasa. Y a los últimos resultados electorales me remito.
Pero sí que va calando la sospecha, debido a esas noticias con cuenta gotas y aliñadas de asepsia, de que nos la han colado con la vacunación covidiana. Esa gente joven que muere de infarto, esos deportistas que no han fumado en su vida y el ictus se los lleva o los deja en silla de ruedas; señores de mediana edad que desayunan chía y tofu por las mañanas a los que la aorta se les resquebraja… da que pensar. Y que relacionar con lo inyectado bajo amenaza de democrático apartheid y/o comportamiento homicida hacia nuestrosmayores.
Mientras, tratan de que el miedo nos llegue de otra manera, no miremos lo que no debemos y así estar distraídos con lo que es habitual pero disfrazado de excepcional: el calor en verano. Los partes meteorológicos han acabado con todas las tonalidades cromáticas que desprendan psicológicamente horror. Los titulares de las previsiones se han quedado sin adjetivos ni advertencias que no sea la de que vamos a morir todos. Cosa que ya deberíamos de saber y asumir. Ocurrirá tarde o temprano y será inexorable. Pero es imposible cuando la muerte, de ser algo inevitable y natural, se ha convertido en una constante amenaza del sistema que culpabiliza al contribuyente por morirse de irresponsabilidad y además poner de paso el aire acondicionado para matar al pato malvasía y las abejitas.
Normal que con esa presión constante uno crea que le puede dar un ictus. Y llame al 061, claro.
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