La culpa fue de Walt DisneyBlas Jesús Muñoz

Las depuradoras del infierno

Actualizada 08:03

Lo llaman nata cuando, en realidad, es mierda diluida (tratada) por una depuradora. Llega a la orilla de la playa en forma de espumita, que el menos avezado confunde con sal, pero cuando toma el color marrón y vesllos pizcos flotando al albur de la marea (a no ser que lleve tres visitas al chiringuito y crea que son los restos de la balsa de un náufrago) ya sabe lo que hay.

Entonces llega el momento de la decisión ¿to be or not to be? ¿me meto y paso la línea de flotación o no me meto? La dicotomía es sencilla y consiste en bañarse en mierda, o no hacerlo. Porque esto pasa en las costas de Torrox, donde no hay agua en las duchas y, claro, eso condiciona al más osado, que puede acabar optando por refugiarse bajo la sombrilla y esperar a que la marea haga su trabajo y se lleve la mierda de la depuradora a otra parte.

Esa no es una solución sostenible, pero al bañista no le dejan muchas más que esa, bañarse en porquería y esperar a la ducha en el apartamento o irse al chiringuito y esperar otra oportunidad.

Tiene el turista menos opciones que el Barça con el control financiero que se ceba con determinados equipos. En este caso, la nata de las depuradoras costasoleñas se ceba con infinidad de turistas cordobeses y algunos europeos, más osados y colorados, que atraviesan la fina capa marrón cuales héroes modernos.

Héroes porque ellos seguramente saben lo que hay, no como esos adolescentes bravíos, que ven en el agua el desfogue hormonal al que la nata de las depuradoras puede que les quite hasta el género y no lo saben.

Eso ha pasado 14 de 15 días en un mes de agosto en el que me he preguntado si ese será lo que denominan turismo sostenible, no te bañas porque te repele la podredumbre diluida, por más que la llamen nata. Sostenible, al fin y al cabo, porque decides no bañarte y no contaminas más el agua con el sudor pegado a tu piel, que es tan venenoso como los microplásticos. De esos últimos he visto pocos (son «micro», claro está), lo que sí he visto son palos, pipas, algas con formas escatológicas cubiertas por una familiar sustancia marrón, que me ha recordado a gente en el inodoro, incauta, al no apercibirse de que cuando lo pintan a pistola en su apartamento de la playa está fastidiando a un futuro bañista.

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