Oportuno y necesario
Es sabido que la historia no es la historia, sino lo que pasa a la historia, y por ello a mí me parece muy bien que Don Juan Carlos reivindique su papel, su importancia, lo positivo de su reinado
Lo tiene escrito Ortega y Gasset: “ Yo soy yo y mis circunstancias “ . La aseveración es incontrovertible y todos, a lo largo de nuestra vida, hemos constatado su realidad, sus resultados prácticos, su pasmosa verdad. En mi caso, mi yo ( o sea, mi personalidad ) unido a mis circunstancias, me han abocado a tener íntimos amigos mayores que yo. De todos he aprendido mucho: en lo profesional, en lo humano, en lo vital… Uno de ellos, al que tanto debo, solía afirmar , enfatizando el valor de la experiencia: “ Del viejo, el consejo “. Era este amigo tan querido, gustoso de la frase breve, profunda, mitad refrán, mitad sentencia, y sobre la base de ellas construyó una filosofía de vida basada en la honradez, la clarividencia y el irónico ingenio. Mi abuelo paterno, que tanto influyó en mi vida, decía que los pueblos se afanan en levantar ídolos para luego gozar del placer de derribarlos. Y, como viejo que era ( mi abuelo, digo ) debo reconocer que tenía razón. La vida, ciertamente, me ha demostrado que en esto, como en otras tantas cosas, siempre acertaba. Reparad en lo que pasa en estos tiempos con el rey emérito.
Durante estos días, Don Juan Carlos ha vuelto a la actualidad de la mano de su libro de memorias, de una entrevista en la televisión francesa y, de un modo más sorpresivo e inesperado, por la difusión en redes de un video en el que se dirige a la juventud española. Aparece en estas imágenes como un hombre herido, tambaleante, tal vez sorprendido de su realidad casi derrotada. Pero digno. Entero. Valiente Y quién sabe si, también, inquieto por saber cómo lo juzgue la historia cuando muera pues, columbrará ( a mi modo de ver acertadamente ) que cuando falte nadie dirá nada en su favor. Querrán, simplemente, olvidarlo para que “ no moleste más “.
La Casa Real ha calificado el video de inoportuno e innecesario y algunos comentaristas, periodistas, tertulianos y otra suerte de individuos ladradores, lo han vituperado con injusta acritud. Muchos de ellos son los que, poco tiempo atrás , le hacían la cortesana y untuosa rosca, contribuyendo con sus lisonjas a elevarlo a la categoría de ídolo. Ahora, como aventuraba mi clarividente abuelo, se solazan en derribarlo.
Es sabido que la historia no es la historia, sino lo que pasa a la historia, y por ello a mí me parece muy bien que Don Juan Carlos reivindique su papel, su importancia, lo positivo de su reinado. Muy por encima de errores que son irrelevantes en comparación con su obra magna. Es un imperativo de su dignidad. Esa dignidad que todo ser humano debe defender y preservar.
Habrá quien enfatice sus errores humanos. Me da exactamente igual. Les mueve el afán por derribar al ídolo que antaño crearon, no el de hacer justicia histórica. Se empeñan en juzgar con parámetros de 2025, alejados del contexto histórico y cultural en que se desarrollaron, hechos del pasado. Sólo pretenden acabar con quien fue el rey de todos los españoles
Un hombre vale lo que vale su dignidad. Por eso celebro esa decisión de Don Juan Carlos, en el ocaso de su vida, con el vigor físico muy depauperado, de seguir peleando contra todo y contra todos para dar a conocer su legado. Bien puede decir, evocando el poema de Miguel Hernández : “ Como el toro me crezco en el castigo “.
Me malicio que no retornará a vivir en España con estabilidad indefinida. Por la cobardía de muchos, por la injusticia de tantos, por el miedo de demasiados. Pero antes de morir es imprescindible y es admirable que siga luchando por defender su dignidad como ser humano, como español y como rey. Y es que, a mi parecer, diga lo que diga la Casa Real , que en este asunto se pone de perfil como los toreros inseguros y medrosillos, el libro, las entrevistas, el video, son oportunos, son necesarios.
¡Que importante es ser un buen rey! Pero más importante, aun, es ser un buen hijo. Y ambas cosas, tengo para mí, pueden ir de la mano.