De este agua no beberéRafael González

El monorraíl de siempre

Paseos por el río, comidas comunitarias, poesía, música, charlas o proyecciones

Actualizada 05:00

En la ya larga historia de Los Simpsons existe un capítulo considerado mítico por la crítica televisiva y los fans de la serie creada por Matt Groening titulado ‘Marge contra el monorraíl.’ Un episodio que supuso un punto de inflexión para la propia serie, que apostó más por el humor absurdo desde entonces sin abandonar la crítica mordaz exenta de ataduras políticamente correctas. El capítulo, firmado por Conan O’Brian, narra cómo un estafador lleno de encanto, Lyle Lanley, convence a los habitantes de Springfield para gastar 3 millones de dólares en un monorraíl que, por supuesto, no necesitan. Una filfa que acaba conduciendo Homer y, como estaba construido con materiales de pésima calidad, acaba destruyéndose. El capítulo era el duodécimo de la cuarta temporada, por si algún interesado desea verlo, y se convirtió en una excelente metáfora a la que recurrir cuando aparecen los muchos monorraíles que los espabilados y espabiladas venden a las administraciones públicas. Proyectos, inventos y escaparates que acaban pagando los contribuyentes y que los mandatarios, con el síndrome del emperador desnudo, no se atreven a rechazar.
Me ha venido este episodio a la cabeza debido a un evento presentado en Córdoba esta semana y que lleva por título ‘Meandering, un manantial entre dos aguas’. Ya el pasado año la empresa promotora TBA21 Academy, integrada en la Fundación Thyssen Bornemisza Art Contemporary y responsable de esta movida, realizó algo similar que fue definido por su comisaria, Sofía Lemos, como «un programa de investigación en vivo, de búsqueda de formas de vida más abundante, de comunidades, a través de un viaje que no tiene necesariamente un punto de llegada, pero que hacemos todos juntos». La iniciativa contemplaba «paseos por el río, comidas comunitarias, poesía, música, charlas o proyecciones» La entonces concejal de Cultura, Marián Aguilar, nos ilustró aún más el asunto haciendo hincapié en que el evento iba más allá de lo presentado y que este "tomaba como punto de partida al río con el compromiso de seguir alfabetizando en la crítica, en el despertar conciencias sobre el cuidado del medio ambiente y del planeta», tranquilizando así con sus palabras a la ciudadanía pagana, dado que estábamos ante una iniciativa quizá incomprensible pero sostenible.
Este año el espectáculo ha sido enriquecido en su oferta y propósito, ya que la empresa organizadora «adopta un enfoque experiencial y experimental para entender cómo la investigación artística puede generar sensibilidades renovadas a favor de la justicia social y ambiental. Realiza encargos a artistas que interactúen con agentes locales, escuelas, administración pública, jóvenes, asociaciones vecinales, comunidades espirituales, diseñadores, responsables de políticas, y plataformas activistas vinculadas a luchas ambientales en la región, para formular un conjunto de herramientas prácticas y poéticas que nos ayuden a comprender la importancia de nuestra interdependencia con los ecosistemas fluviales y marinos». Hace tiempo Pepe Larios, de Los Verdes, vio una nutria en el río, a la altura del Sojo, pero desconocemos si era marina.
En esta ocasión se tira la casa por la ventana, ya que la organización nos avisa que «intervendrá además Michael Taussig, una de las voces más relevantes de la antropología actual, muestra del empeño de TBA21 por seguir programando en la ciudad actividades que despierten el máximo interés». El máximo interés de los antropólogos, suponemos, dado que la antropología no es una disciplina muy común en el común de la población, sea esta sostenible o no.
Entre las actividades destaca «una caminata sonora desde el Molino de San Antonio titulada Evocaciones entre el río Atrato y el río Guadalquivir, conducida por la antropóloga e investigadora audiovisual colombiana Elizabeth Gallón Droste. Este paseo escuchado propone sumergirse entre las aguas de ambos ríos, transitando entre fronteras geográficas y temporales, gracias a evocaciones a mitos, cantos, recuerdos y visiones que se entrelazan con los retos socioecológicos que persisten en el Atrato y que llegan, como ecos, al Guadalquivir». Deberían avisar, no obstante, que durante el paseo puede salir una bicha, como nos pasó a nosotros hace unos años haciendo un reportaje por tan poético paraje, y eso puede dar al traste con la evocación socioecológica. De todas maneras, y dado que se cuenta con una antropóloga de guardia, puede aprovecharse la experiencia para explicar el miedo ancestral que los humanos tenemos a las serpientes.
Podríamos seguir desgranando el apasionante listado de actividades de este año programado por la empresa TBA21, pero acabo de encontrar el episodio de Los Simpsons que nos ha servido para comenzar este relato. Y me lo voy a zampar de nuevo.
‘Marge contra el monorraíl’, se titula. Un monorraíl llamado kultura.
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