Proyectos que hacen parroquia
En las cartas de San Pablo se encuentran las metáforas más bonitas para describir la relación entre Cristo y la Iglesia. La semejanza entre el cuerpo humano formado por muchos miembros que configuran una unidad y la Iglesia que, en su multiplicidad de carismas y grupos, también se ve constituida como un solo ente.
Esta idea se ve de una manera práctica en la vida de una parroquia. En ella pueden existir muy diversas realidades pero todas se aglutinan en un único objetivo. «Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función, así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros» (Rm 12, 4-5). En este sentido, se percibe y se entiende la necesidad de un apoyo mutuo, una colaboración en base a proyectos comunes dentro de una comunidad de fe.
Las diferentes agrupaciones que conviven dentro de una parroquia tienen que sentirse parte del tronco común y no sólo eso sino tener la inquietud por colaborar y alcanzar un bien general. Meditaba sobre este asunto al acercarse la celebración de un evento promovido por la parroquia de La Trinidad para el próximo sábado: una fiesta campera benéfica en la que habrá un tentadero a cargo del novillero Luis Montero Giménez. Más allá de suponer un día de convivencia entre todo el conjunto de feligreses, algo que tiene bastante importancia, será una ocasión perfecta para apoyar la obra social que, emprendida por D. Antonio Gómez Aguilar y continuada de manera impecable por los sucesivos párrocos, se ve representada hoy en las residencias pertenecientes a la Obra Pía Santísima Trinidad. Se podría pensar que las necesidades están cubiertas porque estos centros acogen a sujetos en plazas privadas y concertadas, con su coste correspondiente, pero también ampara a otras personas de la feligresía que carecen de los recursos necesarios y tardan un tiempo considerable en poder acogerse a la Ley de Dependencia (ya se sabe, la burocracia).
Otros proyectos se han llevado a cabo de manera exitosa y a lo largo del año se desarrolla una labor callada que va sumando pequeñas cantidades. El pasado curso pastoral supuso un día de júbilo la organización de una comida solidaria con este mismo fin en la antesala de la Navidad. En aquella ocasión el beneficio permitió comprar un buen número de camas articuladas para conseguir una mejor atención en las personas con dependencia. Y, unos años atrás, la colaboración traspasó fronteras. La implicación parroquial permitió recaudar los fondos necesarios para la construcción de una capilla en la misión diocesana de Perú; lleva el nombre de «Capilla de la Trinidad» y supuso una aportación de dieciocho mil euros. Se encuentra en el caserío de Pilluana del Huallaga, un pueblo perteneciente al distrito de Tres Unidos, de la provincia de Picota, en el departamento de San Martín; un lugar precioso a la orilla del río Huallaga, en plena selva amazónica peruana.
Proyectos que hacen parroquia y están al alcance de todo aquel que lo desea y se implica.