De comienzo en comienzoElena Murillo

Las actuaciones del demonio

Actualizada 04:30

No puede venir de otro lado que no sea del demonio, tanto mal como cada día aparece publicado en los medios de comunicación. Este mal se traduce en lo pequeño cuando se ponen zancadillas y se fastidia al compañero de trabajo, a la familia, al vecino o al que no conozco pero interfiero en su ocupación; y es mal traducido a lo grande en situaciones severas como asesinatos, guerras y otras circunstancias dolorosas.

La lectura de las Cartas del diablo a su sobrino suscita la cuestión de si verdaderamente se cree en este personaje. El diablo es un ser angelical, pero un ángel caído que influye en nosotros y pretende separarnos de Dios; por tanto, en las pruebas diarias hay que ir combatiendo sus tentaciones para conseguir que no se frote las manos.

«Un momento pareció que era todo nuestro mundo: el estrépito de las bombas, el hundimiento de las casas, el hedor y el sabor de explosivos de gran potencia en los labios y en los pulmones, los pies ardiendo de cansancio, el corazón helado por el horror, el cerebro dando vueltas, las piernas doliendo; el momento siguiente todo esto se había acabado, esfumado como un mal sueño» (C. S. Lewis, Cartas del diablo a su sobrino, carta XXXI). Ojalá el horror terminara en cada zona en conflicto; la paz no es amiga del demonio que se congratula con todo aquello que irradia malignidad. Insiste, y así lo escribe Escrutopo a su sobrino Orugario, en otra de las cartas: «Por supuesto, una guerra es entretenida. El temor y los sufrimientos inmediatos de los humanos son un legítimo y agradable refresco para nuestras miradas de afanosos trabajadores. (…) Cuando veo el sufrimiento temporal de humanos que al final se nos escapan, me siento como si me hubiese permitido probar el primer plato de un espléndido banquete y luego se me hubiese denegado el resto» (C. S. Lewis, Cartas del diablo a su sobrino, carta V).

El mal es una opción libre como lo es el bien. En las manos de los hombres está elegir uno de los dos caminos. No le demos a este ser malicioso el gusto de invadirnos.

Solamente desde esta realidad, culpando a este ser tentador, se pueden tratar de entender casos como el del joven Alejandro, que hace pocos días perdía la vida a manos de un chico sin escrúpulos. Probablemente este último sea un ejemplo de ángel caído que, consciente o no de lo que hacía, arrebataba el don más preciado a una persona inocente. Aún sin conocerlo, este hecho ha acaparado la atención de todas las personas de bien y ha herido la sensibilidad de familiares y amigos, especialmente en medio de sus iguales, que ahora se manejan con angustia e inquietud entre el estupor, el miedo y el odio.

«… es mejor combinar el odio con el miedo. (…) el odio es a menudo la compensación mediante la que un hombre asustado se resarce de los sufrimientos del miedo. Cuanto más miedo tenga, más odiará» (C. S. Lewis, Cartas del diablo a su sobrino, carta X XIX).

Sirvan como reflexión estas palabras dichas en voz alta, en medio de una sociedad que pierde valores a paso de gigante. Que siempre seamos capaces de hacer la elección correcta. Y, si nos ayuda, leamos este libro que resulta bastante interesante.

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